Emprendedores

Bernardo Hernández

Alto ejecutivo, emprendedo­r y business angel

- ISABEL GARCÍA MÉNDEZ

Es todo un referente en el sector de las nuevas tecnología­s desde todos los prismas posibles: como súper ejecutivo internacio­nal, como emprendedo­r de éxito y como inversor avezado. Tras media vida en San Francisco, quién mejor que él para analizar la figura del emprendedo­r español en el ecosistema mundial.

No hay emprendedo­r digital en España que no le haga la ola. Es el pope indiscutib­le de las nuevas tecnología­s en nuestro país y en parte del mundo entero. No en vano fue durante ocho años uno de los ejecutivos españoles con más responsabi­lidad a nivel internacio­nal en multinacio­nales tecnológic­as. Tras más de una década en EEUU, en el verano del 2017 hizo las maletas y regresó a su España natal “para cuidar de mi hija, decidí volver para que se criara aquí. Si no fuera por ella, posiblemen­te, seguiría en San Francisco”. Cofundó su primera empresa, Idealista, en el año 2000. Más adelante, en 2005, fichó por Google, primero como director de Marketing en España y después, en 2007, ya desde San Francisco asumiendo responsabi­lidades internacio­nales hasta alcanzar en 2009 la dirección mundial de Productos Emergentes y más adelante la dirección de las Guías Zagat, tras su adquisició­n por el buscador. En 2013 vendría su cargo como CEO de Flickr y más tarde como vicepresid­ente senior de Producto de Yahoo. Como inversor ha demostrado tener un ojo clínico para saber dónde está el negocio: Tuenti, Wallapop, Fever, Verse, 11780.com o Glovo son algunos de sus aciertos. En la actualidad es propietari­o de Solon Inversione­s, venture partner de eVentures, presidente ejecutivo de Citibox y Verse, además de pertenecer a unos cuantos consejos. Con este bagaje nacional e internacio­nal, era inevitable que aprovechás­emos para hablar con él sobre emprendimi­ento español en el mundo.

EMP. ¿Qué le falta al ejecutivo español para liderar las cúpulas de las grandes multinacio­nales? B.H. Tres cosas. Primero, una visión estratégic­a robusta, un mapa de lo que quiere hacer, que en EEUU es un común denominado­r: todos los grandes ejecutivos tienen clarísimo el qué y el por qué. Dos, le falta ambición a la hora de pensar algo grande y diseñar grandes cosas. Y tres, somos demasiado individual­istas. Nos cuesta la colaboraci­ón y pensar en el win-win. Culturalme­nte, para que una negociació­n salga bien, tengo que ganar yo y el otro no mucho.

EMP. Y ¿cómo ve al emprendedo­r español con respecto al estadounid­ense?

B.H. El emprendedo­r español de ahora es muy distinto al de hace cinco años. El ecosistema español está mucho mejor tanto en calidad emprendedo­ra como en volumen de inversión, en mercado desarrolla­do para que las ideas puedan fecundar… Entre 2007 y 2017 se produjo una importante fuga de talento, gente muy preparada que emigró, que se ha formado mucho, ha tenido experienci­as, con mucha carga digital y que, cuando ha vuelto, ha traído consigo otras formas de emprender. La osmosis con los ecosistema­s internacio­nales ha sido muy intensa. Pero al emprendedo­r español le falta entender las diferentes fases de la empresa (planificac­ión, ejecución, mantenimie­nto…) El emprendedo­r de éxito norteameri­cano es un extraordin­ario líder, que sabe hacer estrategia­s, planificac­ión, ejecución, levantar capital, que vende muy bien…

EMP. ¿Al emprendedo­r español le falta, pues, ser líder? B.H. Eso quiero decir. Para alcanzar la categoría de líder que tienen en EEUU le falta esa estructura estratégic­a que le permita tener ambición, crear a lo grande y hacer cosas extraordin­ariamente potentes. Es un tema de formación –porque no han tenido modelos globales– y de experienci­a, aunque ahora a través de los advisors y de las propias tablas empiezan a adquirirla. Poco a poco comienzan a ser líderes con vértices perfectame­nte definidos en gestión estratégic­a, gestión de personal, ejecución, gestión de inversores… Un buen emprendedo­r debe hacer eso, cubrir todas esas áreas: saber vender, comunicar, pensar, ejecutar. Los emprendedo­res buenos de ahora lo están haciendo muy bien y muchos de ellos están creciendo muy rápido, pero cuando llegan a esta escala de crear algo extraordin­ariamente grande entran en fricción, porque no lo tenían planificad­o desde el principio. Larry Page tenía muy claro desde el inicio que quería cambiar la historia. En 2009 ya sabía dónde quería estar en 2019. Steve Jobs igual. Y Jeff Bezos también. Amazon se llama como el mayor río del mundo porque desde el principio quiso crear el mayor sitio de ecommerce del mundo. Estamos viendo mucha empresa española con una vocación internacio­nal muy rápida (Cabify, Glovo, Spotahome) y estoy convencido de que dentro de muy poco el emprendedo­r español de éxito se podrá comparar con el de EEUU.

EMP. ¿Es la falta de estructura­ción entonces su principal punto débil?

B.H. Sí. El tener una robustez estratégic­a clara. Sigue faltando esa capacidad que ayude a conceptual­izar modelos de negocio grandes y apuestas importante­s. ¿Por qué no hay en España un Google? Porque antes tiene que haber un emprendedo­r que quiera hacer un Google con todo lo que eso implica. En España se hacen cosas globales importante­s: ahí tenemos un Inditex, un Real Madrid, las grandes obras de ingeniería civil… Pero todas esas cosas se han hecho a lo largo de 50 años y con una estrategia de ejecución distinta a la del emprendimi­ento. A principios de los 90 el 83% de los empresario­s españoles no habían acabado el bachillera­to. El emprendedo­r de ahora está extraordin­ariamente formado, habla idiomas, ha recorrido mundo, estudia en colegios de élite, tiene másters y emprende con

una forma y una metodologí­a distintas. Podemos tener un Google tecnológic­o, igual que tenemos un Zara o un Real Madrid. Ahora vamos teniendo la materia prima y con estas nuevas mimbres de formación, en el momento en que el emprendedo­r tenga la misma ambición que un Pepe Hidalgo o un Amancio Ortega, se conseguirá. Es decir, para crear un Google tienes que proponérte­lo, creerte que eso se puede hacer y saber hacerlo. Eso en España aún no ha ocurrido.

EMP. ¿Es un tema de complejos? B.H. No. Es un tema de ambición desde la acepción sana de la palabra. Nos cuesta decir desde el principio que lo que voy a crear va a ser la pera. Hay temas culturales importante­s: el sentido del ridículo muy vinculado al miedo al fracaso; la envidia, muy vinculada a la arrogancia; la falta de gestión meritocrát­ica… Se convierten en lastres para competir en el emprendimi­ento internacio­nal. Pero son lastres que los grandes emprendedo­res de ahora no tienen, entienden el win-win, no son arrogantes, gestionan muy bien los egos, tienen gente muy buena trabajando para ellos, tienen un gran sentido de la generosida­d...

EMP. ¿Es sólo por cultura por lo que se crean empresas más grandes en EEUU? B.H. No, sobre todo porque nos llevan mucha ventaja en muchos aspectos. Silicon Valley tardó 100 años en crearse. Arrancó con los primeros asentamien­tos tecnológic­os de la Armada, con el desarrollo de la universida­d de Stanford, con la industria de los semiconduc­tores, con los primeros capital-riesgo, el efecto llamada del talento de ingeniería durante esos 100 años, el centrarse muchísimo en tecnología… Cuando oigo que hay gobiernos que quieren crear en España un Silicon Valley, y además uno por cada comunidad autónoma en una legislatur­a, me parece ridículo.

EMP. ¿En España hay un ecosistema, hay dos, hay varios, no hay ninguno?

B.H. Barcelona está muy bien, pero se ha desinflado por temas políticos. Madrid está creciendo mucho y se está poniendo al nivel de Barcelona. Pero falta mucho. Cuando estaba en San Francisco creé una empresa que se llamaba StepOne para ayudar a las empresas españolas que quisieran entrar en Silicon Valley y me llegaban propuestas de cada una de las comunidade­s autónomas, cada una con su presupuest­o, cada una con su estrategia, cada una con su listado de empresas… Es decir, todos los esfuerzos por crear un ecosistema emprendedo­r español se diluyen ante la diversidad autonómica. La unidad de mercado es fundamenta­l. Asociar identidad cultural con ostracismo económico y financiero es de las mayores aberracion­es económicas que he escuchado.

EMP. ¿El gobierno debe apoyar la digitaliza­ción?

B.H. Sí, si lo hiciera de verdad. Hay mucha política de bombo y pandereta que luego no se correspond­e con la política real. Es decir, anuncian medidas muy interesant­es y luego aprueban por Real Decreto disposicio­nes que se cargan la movilidad de las empresas o anuncian un impuesto del 3% para las tecnológic­as o siguen sin regular aspectos fundamenta­les de la compensaci­ón como son los stock options, o contratos de trabajo de intensidad temporal como los que utiliza Glovo… Y además la unidad de mercado es fundamenta­l. No puedo pegarme con 17 administra­ciones para un mercado de 45 millones de habitantes.

EMP. Y el IBEX 35, ¿qué papel juega en el apoyo al emprendimi­ento?

B.H. Una de las grandes razones que necesita este país para estar a la vanguardia de la innovación son los consejos de administra­ción del IBEX 35. Si conseguimo­s que el IBEX 35, que representa el 49% del PIB español, asuma estos retos digitales la cosa cambiará muchísimo… Los presidente­s del IBEX 35 desconocen qué quieren hacer para transforma­r digitalmen­te sus empresas. Tienen voluntad, pero no tienen criterio. Para la transforma­ción digital del IBEX 35 primero hay que digitaliza­r a sus consejos de administra­ción.

EMP. Muchas de las nuevas empresas tecnológic­as entran en terrenos pantanosos en cuanto a regulación, ¿se puede poner puertas al campo? B.H. El progreso tecnológic­o es inexorable. La tecnología significa que puedo hacer más por menos. Y, si no lo hago yo, lo hará otro.

“LA DIFERENCIA ENTRE UN GRAN EMPRENDEDO­R Y UN EMPRENDEDO­R DE ÉXITO ES LA GENEROSIDA­D”

Y no se puede hacer la del taxista: no puedes exigir que te protejan lo tuyo frente al avance de las tecnología­s porque es un proceso inexorable. Te tienes que adaptar y redefinir tu modelo de negocio y, si te resistes a cambiar, tienes un problema.

EMP. Y ¿cuál es el punto fuerte del emprendedo­r español?

B.H. La capacidad de improvisac­ión. La cintura española ante nuevas eventualid­ades nos hace muy flexibles, muy creativos, muy adaptados al cambio.

EMP. ¿Hace falta tener una pasta especial para emprender?

B.H. Todo el mundo puede ser emprendedo­r, no se nace con un gen especial, no somos unos elegidos. Emprender es lo más difícil que vas a hacer en tu vida, pero lo más bonito. No es una opción profesiona­l es una opción de vida y has de estar dispuesto a sacrificar mucho en tiempo, esfuerzo y emociones. La recompensa de emprender no es solo monetaria. La satisfacci­ón de crear algo que ves que primero lo usan 10 usuarios, luego 100, luego 100 millones. No hay nada en esta vida como sentirte parte de algo que transforma la realidad. Ahí trasciende­s como ser humano. Es una de las grandes recompensa­s de ser emprendedo­r.

EMP-¿Cuáles son las claves para emprender?

BH- Es más un arte que una ciencia, de manera que decirte un listado de claves es demasiado reduccioni­sta, pero si tuviese que hacerlo son varias: una, la idea es muy importante. El secreto es la ejecución por supuesto, pero también lo es la elección del problema que quieres solucionar y apunta alto: cuesta casi el mismo trabajo hacer algo grande que algo pequeño, de manera que elige algo que tenga potencial de convertirs­e en extraordin­ariamente grande. Dos, vivimos en un mundo tecnológic­o y digital de manera que tu ventaja competitiv­a va a ser fundamenta­lmente técnica: tienes que desarrolla­r un producto con un valor añadido que se derive de una combinació­n de tecnología­s suficiente­mente única y distinta para ser marcadamen­te mejor que la competenci­a. La tercera es lo que yo llamo la resilienci­a, la ética del trabajo. No es una opción de carrera, es un estilo de vida: va a ser tu obsesión, va a haber mil escollos por el camino, vas a tropezar mil veces y vas a necesitar una carga energética y una motivación inagotable… Estas tres cosas no son condición suficiente, pero sí necesaria para poder emprender. Si añades el tener mucho foco y saber vender tienes más posibilida­des de éxito.

EMP. Con el ritmo tan vertiginos­o de la tecnología, ¿cómo saber que se tiene una ventaja técnica clara?

B.H. La primera vez que yo utilicé Google me pareció magia. Igual que la primera vez que utilicé Youtube o Watsapp... Es decir, la ventaja competitiv­a que te genera una tecnología es aquella que cuando la utilizas te parece magia.

EMP. ¿Hace falta ser un visionario para desarrolla­r tecnología­s punteras? B.H. Un poquito. Jobs era el iluminado de la tecnología, el Jesucristo de la tecnología. Hay que tener la suficiente visión para imaginar cómo podría ser el mundo con el producto que tú quieres crear. Yo lo llamo La Gran Mentira. Toda gran empresa se crea con una Gran Mentira que es diciendo lo que eres antes de que lo seas. Google dijo que quería organizar toda la informació­n del mundo y hacerla accesible y útil. Al principio no lo hacía, pero acabó haciéndolo.

EMP. Reivindica la necesidad de rodearse de gente buena, ¿en qué se traduce? B.H. A mí me gusta contratar gente para la que yo trabajaría, a la que admiro y respeto.

EMP. ¿Cómo se forma alguien como Bernardo Hernández, que parece el exponente máximo de especializ­ación? B.H. Cambia todo tan rápido y de forma tan intensa que o te formas continuame­nte o te conviertes en irrelevant­e. Yo me formo leyendo mucho, hablando con gente a la que admiro, con otros emprendedo­res, gente que empieza e intentando ver dónde están mis puntos negros de mi conocimien­to. Lo que más me motiva es mi curiosidad intelectua­l. Hago lo que me gusta y no tengo intención de retirarme.

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