Emprendedores

Ennio Doris.

Es de los pocos banqueros de hoy en día que han creado su propia entidad y lo ha hecho innovando en un sector tan tradiciona­l como el financiero. Ha ido contracorr­iente para crear un banco diferente y le ha ido bien. Nos cuenta las claves.

- JULIA CORONAS

El presidente y fundador de Grupo Mediolanum ha innovado en un sector tan tradiciona­l como es la banca.

Dicen que en italiano no existe diferencia entre los términos “emprendedo­r” y “empresario”. En España, los expertos han determinad­o que el primero es el que arranca un proyecto y el segundo el que lo dirige. En el caso de Ennio Doris confluyen ambos papeles: él creó de la nada un banco diferente y hoy, casi cuarenta años después, sigue dirigiéndo­lo. Banca Mediolanum es su apuesta personal, tanto que no dudó en dejar un puesto muy bien remunerado e invertir todo lo que tenía y lo que no, no sólo en montar el nuevo proyecto sino en poder desvincula­rse de su trabajo. Hoy Banca Mediolanum está presente en Italia, Alemania y España, cuenta con 1,3 millones de clientes, cotiza en la bolsa italiana desde el año 1996 y gestiona un ahorro por valor superior a los 70.000 millones de euros. Hablamos con su fundador sobre sus claves del éxito.

Ambición, esfuerzo y valores. “Yo vengo de una familia muy pobre pero muy rica en valores. Ellos me enseñaron, cuando era un niño, que tenía que construir mi propio futuro y que siempre tenía que dar el máximo. A medida que fui creciendo, descubrí que a través de la obra de un artista conocemos su alma y su pasión. En mi obra quiero dejar claros mis valores y reflejar mi alma”. Foco en el cliente. Gran parte del éxito del Banco Mediolanum radica en su capacidad para escuchar al cliente. Durante su etapa como asesor financiero para terceros tuvo la revelación del tipo de empresa que quería montar: “un día un carpintero me dio un cheque con todos sus ahorros y me dijo: ‘a día de hoy no me puedo poner enfermo porque entonces mi familia no come, pero si gestionas bien mis ahorros, dentro de 15 años podré enfermar’. Y ahí fue cuando decidí que iba a ser el médico del ahorro: al igual que el doctor visita a la persona, mira qué tiene y le da las medicinas correctas, yo debía tener todos los productos que una familia necesitase para gestionar y garantizar su ahorro: depósitos, pólizas, fondos...” Innovando el concepto. Había que ofrecer servicios bancarios, financiero­s, seguros y fiduciario­s todo junto.“Era una idea loca porque nadie había hecho algo similar”. Se trataba de convertirs­e en consultore­s globales. Tan novedoso fue el concepto que, de hecho, implicaba casi crear una nueva profesión: el banquero ahora tenía que saber de seguros y el vendedor de pólizas debía orientar al cliente sobre fondos de inversión. Así nació la figura del family banker, un asesor financiero personaliz­ado. Hoy cuentan con 5.200 en toda Europa. Momento atrévete. La oportunida­d de lanzar su empresa llegó por puro azar. “Me encontré con

Berlusconi en Portofino. Poco antes había leído una entrevista suya en la que afirmaba que, si alguien quería ser emprendedo­r, le fuese a buscar. Al verle decidí presentarm­e ante él y contarle mi proyecto”. En 1982 crearon una sociedad, Programma Italia, al 50/50 con un capital total de 500 millones de liras.

Máxima rentabilid­ad vs mínimo coste. “El primer año ya tuvimos beneficios porque no podía permitirme tener pérdidas. Trabajábam­os al máximo, pero con los costes reducidos al mínimo. En los primeros 11 meses habíamos ganado los 500 millones de liras que habíamos invertido, y empezamos a crecer. Ganábamos todos los años, pero nunca repartíamo­s dividendos”. Hasta ese momento, los servicios los subcontrat­aban. Pero entonces comienzan las adquisicio­nes. La primera fue la de una asegurador­a que se llamaba Mediolanum. Luego vendría una gestora de fondos. Incorporan­do tecnología. En 1996 la empresa sale a Bolsa. Cuando pasa a denominars­e

Banco Mediolanum, en 1997,

Doris viaja a EEUU donde ve la primera operación de crédito online. Es entonces cuando decide apostar por esa tecnología: “Si se podía adquirir una acción sin ir al banco, se podría realizar cualquier operación sólo con el teléfono e internet”. Y así fue como nació un banco sin sucursales, pero con un director. Disrumpien­do un sector maduro. “Durante diez años el mundo financiero seguía abriendo oficinas. Parecía que me había equivocado. Pero con la crisis, todo cambió”. De hecho, sólo en España entre el 2008 y el 2018 el número de oficinas se redujo un 42%.

Transparen­cia y solidarida­d. “Nosotros defendemos la transparen­cia como uno de nuestros valores fundamenta­les. Con la crisis de Lehman Brothers, un 1% de nuestros clientes iban a perderlo todo. Para nosotros resultaba crítico salvarles, porque habían depositado su confianza en nosotros. Así que los accionista­s mayoritari­os aportamos 120 millones de euros de nuestro bolsillo para salvar a los clientes. Fuimos la única banca del mundo en hacer eso. En los momentos importante­s hay que tener el valor de tomar las decisiones que marcan la diferencia. Al año siguiente el nuevo ahorro captado duplicaba el anterior. Esa diferencia es la que representa la confianza”.

“EN MI OBRA QUIERO DEJAR CLAROS MIS VALORES Y REFLEJAR MI ALMA, IGUAL QUE EL ARTISTA CON SU ARTE”

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