Emprendedores

CEO de Plus305, Social Impact Boutique (Zurich/Madrid/Miami)

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ALBERTO JAEN /

y más del 50% en España, cambiaría de marca en función de si es acorde a sus principios.

SER BUENO ES BUENO PARA EL NEGOCIO

Desde hace años, los consumidor­es han cambiado la forma de relacionar­se con las marcas. Hoy se pide a las compañías que su identidad y su comportami­ento tengan el impacto adecuado. Ser transparen­te y ejercer un rol más protagonis­ta en la sociedad, son un deber para las organizaci­ones en el mundo en que vivimos. Ahora más que nunca la responsabi­lidad social debe generar un impacto en el consumidor y crear una relación mucho más profunda con la marca.

Pero de puertas hacia dentro también hay cambios. En estos momentos, nuestra forma de trabajar está dando pie a una digitaliza­ción en muchas empresas, ayudando a atraer más diversidad e inclusión, particular­mente entre las personas con discapacid­ades. Estamos mejorando nuestra huella de carbono en unas circunstan­cias donde nos planteamos una nueva estrategia más eficiente, donde nos preguntamo­s si eran necesarios todos los viajes que antes hacíamos. Y además, podemos revisar la política de inversione­s pensando en el futuro, adelantánd­onos con medidas energética­s sostenible­s, que quizá antes no nos habíamos parado a pensar.

Son solo algunos ejemplos para darle la vuelta a una situación devastador­a y poner las energías en una visión de futuro, pensando más en donde queremos estar en el momento que todo esto acabe. Aun así, también se abre la oportunida­d para establecer un mayor nivel deconfianz­a:

Utilizar la empatía y la transparen­cia en nuestras medidas.

Esta crisis es un gran recordator­io de que los negocios dependen de las personas. No puedes mantener a tus stakeholde­rs contentos todo el tiempo pero sí demostrar un esfuerzo por la transparen­cia, la honestidad, la autenticid­ad y ser directo en tus comunicaci­ones. Hacer lo correcto siempre tendrá recompensa.

Generar una comunicaci­ón continua.

Informar y conectar, a la vez que debemos ser consistent­es para evitar ambigüedad­es y/o sorpresas. Es importante elaborar una estrategia de comunicaci­ón basada en prioridade­s y favorecien­do el diálogo.

Hay que cooperar con los stakeholde­rs, compartir las mismas necesidade­s y una única visión. Alejarnos de la superficia­lidad y profundiza­r en una visón que coincida con nuestros valores. Y utilizar cada

Los consumidor­es han cambiado la forma de relacionar­se con las marcas

Adoptar una mentalidad win-win.

experienci­a para aprender y adaptarnos cuando sea necesario.

Utilizar la Inteligenc­ia Artificial y la optimizaci­ón de datos.

Personaliz­ar nuestro compromiso, tener un mensaje más claro y acertado con cada uno de los implicados.

Cuando una crisis sanitaria como el COVID19 afecta a todos los países, en mayor o menor medida, la estrategia de RSC empieza a verse más clara. En los próximos años, vamos a presenciar un cambio donde las empresas no solo se centrarán en la sostenibil­idad medioambie­ntal sino también en una sostenibil­idad social, donde las compañías se enfocan más en el ser humano como centro de

su actividad de responsabi­lidad social.

TOCA HACER LO QUE MÁS SE NECESITA

Hoy, muchas empresas están dando lecciones magistrale­s a los gobiernos de cómo gestionar una crisis. En tiempos tan difíciles, las compañías sostenible­s están dejando de lado su propio beneficio para observar cómo pueden contribuir en la sociedad. Las marcas que no se consideran de primera necesidad, no han dudado en reinventar­se, de ahí que estemos viendo al grupo Louis Voitton fabricar hand sanitizers, a SEAT haciendo ventilador­es o a ZARA poniendo toda su flota logística a disposició­n del gobierno y fabricando batas y mascarilla­s. La creativida­d de las compañías es una prueba de que cuando hay necesidad, se encuentra la manera.

El plan de RSC no es un plan de relaciones públicas, sino que es la carta de presentaci­ón que define e identifica a la marca enfrente del consumidor. Vivimos un momento en el que el sector privado nos está demostrand­o su compromiso social y la necesidad de una colaboraci­ón constante entre compañías y gobiernos en beneficio del ciudadano.

Las compañías deben tener una visión clara y auténtica que responda a los valores de marca; hay que decir y hacer, tener una actitud activa y crear un impacto real, tener un objetivo social más grande que la propia marca; y por último, se debe monitorear cada iniciativa, evaluar el impacto que está produciend­o cada acción en la reputación de la compañía y analizar el nivel de relevancia que tiene entre los stakeholde­rs.

Las compañías que no lo hayan hecho todavía, deben trabajar aún más para convencer de su benevolenc­ia, ya que estamos ante un panorama donde el ciudadano cada vez es más crítico, más educado en la materia y tiene más armas para analizar la voluntad real de las marcas.

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