GESTIÓN /
Inversión de impacto para tu startup.
Es una de las grandes tendencias dentro de las estrategias de los business angels y de los grandes inversores en general. Si quieres crear –o ya la has creado– una empresa sostenibles debes conocer qué líneas debes seguir para conseguir inversión y hacer crecer tu proyecto.
Hay dinero en el mercado para invertir en startups de impacto, que son aquellas que tienen una intencionalidad clara de solucionar problemas identificados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y cuyas soluciones generan un impacto social y/o medioambiental positivo y medible.
Que Jeff Bezos, fundador de Amazon y una de las personas más ricas del mundo, anunciara el pasado mes de febrero que destinará 10.000 millones de dólares a Bezos Earth Fund para luchar contra el cambio climático (www.instagram.com/p/B8rWKFnnQ5c) o que la fundación del matrimonio Bill y Melinda Gates (www.gatesfoundation.org) invierta su dinero para mejorar la calidad de vida de las personas de todo el mundo o que Larry Fink, presidente y consejero delegado de BlackRock, la gestora de activos más grande del mundo, hable de la economía del propósito (www.blackrock.com/cl/larry-fink-ceo-letter) es una señal más de que algo está cambiando en la mente de los inversores privados. Y ese ‘algo’ no es más que contribuir a mejorar el planeta invirtiendo en proyectos que generen un impacto positivo en el ámbito social y medioambiental.
MEJORAR EL ENTORNO
Esto es lo que se conoce como inversión de impacto, que consiste “en canalizar capital hacia compañías que tienen la intención de mejorar o resolver determinados retos, desafíos, problemas sociales y/o medioambientales”, sostiene Emilio Ayanz, socio de Creas Impacto (www.creas.org.es), fondo institucional de inversión de impacto que invierte, fundamentalmente, en series A, pero también en compañías en early growth, “porque creemos que el impacto es transversal. Nos enfocamos en cuatro verticales: educación, cuidado y bienestar, innovación social y sostenibilidad. Nuestro fondo se enfoca en compañías que tienen tracción comercial, que están cerca del product market fit y que tienen un primer equipo gestor. Y lo hacemos con tickets que van de 1 a 4 millones de euros. Gestionamos un fondo de 30 millones, donde el inversor institucional más relevante es el Fondo Europeo de Inversiones (FEI) y el ICO en España”.
Como subraya Raúl Mir, fundador de Ângela Impact Economy (www.angelaie.com), una compañía que coinvierte, a través de Impacta Invest, en fondos que a su vez invierten en empresas de impacto, una de las claves de este modelo de negocio está en el concepto de ‘intencionalidad’: “La inversión de impacto es aquella inversión de capital en proyectos y empresas que de alguna manera intencionada buscan solucionar problemas identificados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU (www.un.org/sustainabledevelopment/es/ sustainable-development-goals) y que buscan un impacto social y/o medioambiental positivo. Y recalco ‘de una manera intencionada’, porque la prioridad para ese tipo de empresas, su propósito, es generar un impacto positivo en el ámbito social y/o medioambiental”, asegura este experto.
Margarita Albors, fundadora y presidenta de
Fundación Social Nest (https://socialnest.org), organización que ayuda a startups de impacto a crecer, recalca que la intención es la base. “Tiene que haber una intención real de generar un impacto positivo y esa es la motivación, la razón de ser de ese emprendimiento. Generar impacto no es algo tangencial o que pasa a consecuencia de o casual, sino que nace porque hay una problemática social y/o ambiental que quiere resolver. Y también valoramos que ese proyecto innove de alguna manera en el contexto y de la forma que no se estén haciendo hasta ese momento”.
Mir va un poco más allá. “La inversión socialmente responsable con criterios ESG [ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés] es una inversión financiera que invierte en compañías que tienen políticas de buen gobierno corporativo o políticas de sostenibilidad o políticas de mejora del ámbito social. Pero eso no se considera, desde el punto de vista teórico, inversión de impacto, porque puedes ser una empresa que intencionadamente no busques solucionar un problema medioambiental y/o social, pero sí que tengas políticas de buen gobierno o que busques beneficios para las personas y que además tengas respeto por el medio ambiente. Ahí hay un pequeño gran matiz”.
Por eso, el quid de la cuestión está en que la intencionalidad de la empresa sea solucionar un objetivo de desarrollo sostenible. “Hay un debate abierto sobre qué es y qué no es inversión de impacto –afirma Mir–. Hay empresas que su objetivo es tradicional, pero tienen alguna línea
La inversión de impacto valora la intencionalidad para resolver los Objetivos de Desarrollo Sostenible “Al binomio ‘clásico’ de rentabilidad y riesgo en cualquier inversión se une ahora el impacto: potencial rentabilidad, impacto medible y el menor riesgo posible”
de negocio enfocada hacia la sostenibilidad y ese tipo de empresas no serían susceptibles de recibir inversión de impacto sino de recibir inversión con criterios ESG. De hecho, el gran volumen de inversión para conseguir los objetivos de desarrollo sostenible está en criterios ESG, porque es donde está la gran mayoría de empresas. Si comparas los volúmenes de inversión de impacto y los de ESG y son muy diferentes. En España, los volúmenes de inversión de impacto están alrededor de unos 220 millones de euros. Eso es una chincheta comparado con los cientos de miles de millones de inversión en criterios ESG”.
Entonces, ¿por qué le puede resultar interesante a un inversor invertir en una empresa de impacto?
“La inversión, da igual su tipología, se hace con un objetivo, que es un retorno. El retorno de esa inversión es diferente en cada inversor. Hay inversores que buscan retorno financiero con unos múltiplos elevadísimos, es decir, quieren ganar dinero. Pero también hay inversores que quieren invertir para ganar dinero y además generar una satisfacción personal, en el sentido de que con mi dinero estoy haciendo algo más. Y aquí entraría el carácter de impacto”, explica este experto.
Y lo que todos los inversores quieren es reducir el riesgo. “Hasta ahora, en cualquier tipo de inversión solo se hablaba del binomio rentabilidad-riesgo: a mayor riesgo, mayor potencial de rentabilidad y lo que siempre se busca es reducir el riesgo. Ahora, entra una tercera variable, que es el impacto, es decir, quieres retorno, quieres reducir el riesgo y quieres generar un impacto, porque te hace sentir bien. Entonces, ¿qué es lo que hace que a un inversor le atraiga esta tipología de inversión?
Una buena potencial rentabilidad, un impacto
medible y el menor riesgo posible. ¿Y eso cómo se consigue? Con criterios objetivos de inversión, es decir, si el equipo y el proyecto en el que estoy metiendo dinero me da las garantías suficientes como para poner ahí mi dinero”. ¿Qué es lo importante para que los proyectos
reciban una inversión de impacto? Según Mir, que tengan un buen equipo gestor, un buen mercado, unas buenas métricas, la posibilidad de aplicar tecnología para ser escalables…, es decir, que tengan las mejores condiciones como cualquier otro tipo de empresa invertible y que trasladen al inversor la mayor seguridad posible de que son capaces de hacer aquello que están diciendo que van a hacer. “No hay nada que marque la diferencia en cuanto a invertir en un proyecto de impacto o en cualquier otro tipo de proyecto. ¿Qué es lo que a mí como inversor de impacto me va a hacer invertir en uno u otro? Que sean proyectos que tengan una potencial escalabilidad y, por tanto, un potencial éxito en la tipología del proyecto y que, además, estén generando un impacto positivo”.
MEDIR EL IMPACTO
Otra de las claves es la medición del impacto que una empresa está generando en el ámbito social y/o medioambiental. “Si no se mide, no sabemos
Para el éxito, es clave medir cómo impactan los proyectos, de qué manera y cómo contribuyen a mejorar el entorno social y/o medioambiental
si ese proyecto y esa inversión está impactando, ni de qué forma ni con qué valor. Aunque esto no va solo de medir sino también de gestionar para saber si tu inversión de impacto cumple con las expectativas”, sostiene Albors.
Ayanz considera que se pone mucho foco en cómo se mide y eso es relevante, pero no es la parte esencial de la inversión de impacto. “Entiendo que es necesario medir, porque, primero, gestionar lo que no se mide es muy difícil. Y dos, si no se mide, tampoco, además de no poder gestionar, sabemos lo que estamos haciendo y, como inversor, no puedo comparar lo que estoy haciendo”. Pero, no obstante –añade este experto–, estamos en un punto donde el asunto no es la métrica, sino saber si estratégicamente uno se toma o no en serio el impacto, si estratégicamente uno lo quiere hacer… Ese es el debate genuino e importante. Porque sino, la métrica se puede acabar convirtiendo en un reporting trimestral más. Lo interesante, por tanto, es que el impacto entre en los consejos de administración y se tome muy en serio qué tipo de impacto, cómo y de qué manera impacta en el entorno”.
¿Y cómo se mide? Ayanz explica que “nosotros trabajamos con los equipos. Nos sentamos con ellos y tratamos de entender las compañías y sus negocios. Trabajamos con un análisis a partir de una mezcla entre el IMP, que es el Impact Management Project (https://impactmanagementproject.com), y la experiencia que ya se está desarrollando en Europa desde hace años, fundamentalmente, impulsada
“El modelo económico basado en el impacto maximiza el impacto positivo social o medioambiental de las empresas al mismo tiempo que el retorno económico” “La intencionalidad es la base del impacto. Tiene que haber una intención real de generar un impacto positivo y esa es la motivación, la razón de ser de ese emprendimiento”