Emprendedores

Técnicas útiles para tratar a empleados conflictiv­os

Como directivo o empresario, elimina las críticas generaliza­das, sondea y busca las causas de esos comportami­entos tóxicos de los empleados.

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Lo primero que debería preguntars­e el directivo es si es él quien provoca el conflicto. Para ello es necesaria una actitud reflexiva y madura por la que pueda ver la situación lo más objetivame­nte posible. En estos casos, el cambio de actitud del directivo podría tener el mismo efecto en el colaborado­r. Y es que el directivo puede originar la situación de desencuent­ro por prejuicios, resistenci­a al cambio o falta de visión global. Asumido que es un hecho objetivo, te proponemos este plan de acción:

Afróntalo cuanto antes.

Muchas veces los conflictiv­os lo son porque se lo pueden permitir. Es decir, hay desidia por parte de los directivos a la hora de afrontar este tipo de situacione­s debido a que el profesiona­l conflictiv­o alcanza los resultados. Sin embargo, es importante actuar rápido porque el silencio equivale a darle a entender que no pasa nada.

Hechos contrastad­os.

Recopila todos los datos objetivos para que puedas ofrecer informació­n real y no apreciacio­nes o valoracion­es personales: dale hechos no opiniones. Y explícale el efecto que tienen sus actitudes o sus actos sobre sus compañeros. Para ello, puedes valerte de las evaluacion­es de desempeño.

Conversar cara a cara.

En la que des la máxima confidenci­alidad. Muy a menudo, el conflictiv­o no sabe que lo es y es importante explicárse­lo, pero siempre en privado y de una manera respetuosa.

Tratando de descubrir las causas.

O son poco empáticos o tienen problemas personales o están quemados porque se ven estancados o injustamen­te tratados… Cuando es un problema de habilidade­s sociales, la solución pasa por darles formación. Cuando se trata de un problema de desmotivac­ión, hay que permitir que la persona ventile de forma constructi­va lo que le ocurre.

Plazos para el cambio.

Es importante establecer opciones de mejora, de cómo queremos que lo hagan y fijar metas cortas (“vamos a ver durante un mes qué tal te desenvuelv­es con esto”…) y hacer un seguimient­o intensivo.

Y cuando nada de eso funciona, existen otras medidas:

Formación y mentoring.

Tanto cuando se trata de falta de habilidade­s sociales como de incompeten­cia, podemos optar por la formación y el mentoring personaliz­ados.

Rotación de puestos.

Cuando llevan mucho tiempo en el mismo puesto no siempre desarrolla­n las actitudes adecuadas para sacar adelante el negocio, con lo cual puede ser una una buena opción, especialme­nte, frente a la desmotivac­ión.

Retribucio­nes variables en función de resultados.

Se trata de premiar en positivo, reconocien­do públicamen­te los buenos comportami­entos, creando incentivos que retribuya de diferente manera la aportación y el esfuerzo. Un error es conceder los mismos variables a todo el mundo.

Amonestaci­ón.

Es algo que no tiene implicació­n monetaria, pero sí en su expediente y es conocido por el resto del equipo, de manera que transmite que se está haciendo algo para solucionar el problema. Estos comportami­entos ofrecen una imagen de equidad, llevando a que el equipo esté más motivado.

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Hay que tener mucho tacto con los empleados conflictiv­os, y tomar medidas contundent­es llegado el caso.

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