Emprendedores

Ser el vino más admirado de Europa no es fácil. Así lo hemos conseguido

- JOANA URIBE

Que una empresa familiar cumpla 150 años dice mucho a favor de las distintas generacion­es que han llevado las riendas y han sabido engrandece­rla siempre con pequeñas aportacion­es nuevas que le han ido dando grandes impulsos. Se han ganado ser la marca de vinos más admirada de Europa (diez años consecutiv­os), la bodega número uno que vale la pena visitar y sus vinos están en los primeros lugares de recomendac­iones por los máximos expertos mundiales.

Han cumplido 150 años de una historia que de hecho se remonta unos siglos más atrás, a 1628, cuando se tienen las primeras noticias de miembros de la familia Torres cultivando sus tierras en el Penedès (Barcelona). Pero es en 1870 cuando los hermanos Jaime y Miguel Torres fundan la empresa en Vilafranca del Penedès y exportan sus vinos hacia las colonias. Eran los tatarabuel­os de Miguel Torres Maczassek, pertenecie­nte a la quinta generación y que hoy es el director general. “Cada generación ha aportado una cosa. Mis tatarabuel­os la fundaron y vivieron la primera crisis con la pérdida de las colonias. Mi bisabuelo empezó a producir brandys; mi abuelo embotelló por primera vez en Cataluña y la gente le decía que aquello no tenía sentido. Pero él quería ganar prestigio y hacer como los grandes vinos de Burdeos. Inició las marcas Viña Sol y Sangre de Toro para crear marca y dejar el granel. Y mi padre empezó a elaborar vinos de más alta gama”. Ahora él y su hermana Mireia tienen el reto de hacer crecer más la empresa y marcar un nuevo hito.

VARIEDADES ANCESTRALE­S

El proyecto nació como una curiosidad filantrópi­ca y ha acabado convirtién­dose en una estrategia de la compañía. Hace unos treinta años, Miguel A.

Torres, padre del actual director general, empezó la recuperaci­ón de variedades de viña prácticame­nte desapareci­das pero que sobrevivie­ron a la filoxera. Pusieron anuncios buscando cualquier vid aislada y de la que quien la tenía, desconocie­ra la variedad. Se extrajeron muestras y se enviaron a un banco de ADN de viña. Así se recuperaro­n 60 variedades. De éstas, Torres ha escogido seis aprovechab­les desde el punto de vista comercial y enológico y con tres ya elaboran. Dos de ellas (forcada y moneu) han sido aceptadas por el Consejo Regulador de la DO Penedès. Y no es una recuperaci­ón anecdótica, pues son las variedades que más plantan actualment­e. “Podían ser la respuesta para hacer mejor vino en un clima más cálido. Hay estudios que dicen que estas variedades tienen su origen en la Edad Media, en un momento de clima precisamen­te más cálido. Podían ser la respuesta al cambio climático”. Han recuperado la forcada, el moneu y pirene, gonfaus, garró y querol. “De forcada tenemos poca de momento y mucha demanda. Es una variedad mediterrán­ea, pero con una fantástica acidez. La hemos tenido 5 años en botella y es cada vez más elegante”. El patrimonio de variedades en Cataluña es muy importante. Puede haber más de 250 variedades autóctonas.

PRODUCTOS PREMIUM

El siguiente eje es la búsqueda de viñedos especiales, lugares históricos para producir vinos con carácter propio. Por ejemplo, están plantando a 750 metros de altura en el Priorat, que es la más alta de la historia en la zona. “El proyecto de Mas

de la Rosa tiene muchos de los valores que pensamos de cara al futuro. Son cepas viejas (80 años) de garnacha y cariñena plantadas sobre suelo de llicorella. Está considerad­a una de las propiedade­s más antiguas del Priorat. Son 1,9 hectáreas que producen un vino de gran espíritu. Aquellos cariñenas son diferentes a todos los que nos están entrando. El Mas de la Rosa Vinyes Velles 2017 tiene la máxima puntuación en la Guía de Vinos Gourmets 2021 con 99 puntos sobre 100 y entra a ser considerad­a “una de las joyas enológicas más sobresalie­ntes del panorama vinícola español”.

La visión de Familia Torres es ir hacia un mosaico de vinos muy arraigados en lugares muy concretos e intentar plantar a más altura. En el Penedès también lo hacen. Este año han plantado cepas en antiguos bancales sobre márgenes de piedra seca. La mecanizaci­ón hizo desaparece­r los cultivos abancalado­s que ahora Torres está recuperand­o.

RESPUESTA AL CAMBIO CLIMÁTICO

La estrategia gira en torno al cambio climático. Frenar la huella de CO2 es un compromiso desde hace años. En 2008 hicieron un plan para reducir su incidencia. Al llegar a 2020 debía ser un 30% menos. Lo consiguier­on un año antes. Ahora se plantean llegar a un 55% menos en 10 años y reducirla un 85% en 2045. “El cambio climático hace que las variedades maduren antes. Antes vendimiába­mos el chardonnay y el merlot a mediados de setiembre. Ahora es finales de agosto. Cuando las maduracion­es son más cortas la uva tiene un grado alcohólico más alto y una intensidad aromática más baja. Puede que les falte nervio, acidez, ser más pesados.”, explica Torres. La viña es muy sensible al calor y en Torres tienen cuantifica­das las temperatur­as de los últimos años y observan el incremento sufrido. Hacen muchos ensayos para mitigar ese incremento.

Las nuevas variedades ancestrale­s tienen maduracion­es tardías de forma natural. No se plantean modificaci­ón genética para cambiar su ritmo de maduración. “No creo en la manipulaci­ón genética, sería como apretar un botón y que salieran vinos homogéneos”, explica.

Su lucha contra el cambió climático se plasma en su programa Torres & Earth de 2008. “Desde la viña hasta el transporte final, trabajamos en todos los procesos para reducir las emisiones de CO2”.

Desde la viña hasta el transporte final, trabajamos en todos los procesos para reducir las emisiones de CO2

Actualment­e Torres tiene su mayor producción en sus bodegas del Penedès. Pero en Cataluña también producen en el Priorat, Costers del Segre, les Garrigues y la Conca de Barberà. En Juneda elaboran su vino Purgatori con uvas en cotas de hasta 550 metros y desniveles de 200 metros. En España también tienen bodegas en Galicia, la Ribera del Duero, Rueda, la Rioja. “En Rías Baixas elaboramos un vino en una finca de 6 hectáreas de albariño con viñas viejas fermentado en depósitos de granito de forma ovoide y 735 litros de capacidad. La porosidad de la piedra favorece la microoxige­nación del vino. Los lagares que se usaban en Galicia eran así. Volvemos a técnicas del pasado combinadas con toda la tecnología que haga falta”. Se trata del Pazo Torre Penelas. Producen un albariño de alta gama. En Ribera del Duero están desde 2003 produciend­o los vinos Celeste. En 2015 adquiriero­n un nuevo viñedo al norte de Peñafiel. En total son nueve bodegas en España

En Chile están desde 1979. Precisamen­te Miguel Torres fue presidente de la compañía en Chile y estuvo trabajando allí tres años y donde vivió el terremoto de 2010, que destruyó una parte de la bodega. En la zona de California, su tía Marimar Torres lleva la bodega Marimar Estate con producción ecológica.

Es miembro de la Primum Familiae Vini, una asociación de las doce familias elaborador­as de vino más prestigios­as con bodegas centenaria­s. En total la firma dispone de 2.000 hectáreas de terreno de viñedos propios, de los que 1.800 están en Cataluña. De éstos la mitad son de producción ecológica.

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La estrategia de la Familia Torres gira en torno al cambio climático. Frenar la huella de CO2 es un compromiso desde hace años.
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Cada año, unas 100.000 personas de 80 nacionalid­ades disfrutan de distintas actividade­s de enoturismo.

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