El resumen ejecutivo de tu plan de negocio
Claro, conciso, sin retórica y con los datos que valoran los inversores a la hora de tomar sus decisiones. Si no quieres que tu resumen ejecutivo acabe en la papelera, toma nota de estos consejos.
Desengáñate. Aunque te parezca que tu idea de negocio es maravillosa, lo peor que puedes hacer es presentarla en el resumen ejecutivo como “es el Google de” o “no tenemos competencia”. Son frases grandilocuentes que pueden resultar tentadoras para quien escribe, pero que al inversor le echan para atrás, como reconoce Rodolfo
Carpintier, fundador de la incubadora de empresas DaD. “Este tipo de expresiones pueden provocar que pierda el interés por seguir leyendo el plan de empresa que tengo delante”, explica. Fuera retórica. Para Luis Martín Cabiedes, socio fundador de Cabiedes & Partners, “uno de los peores errores que puede tener un resumen ejecutivo es no decir en lenguaje llano, claro y sin retórica qué vendes. Usar palabras vacías como ‘soluciones’, ‘experiencia’… me espantan. Bullshit ¿qué narices vendes? ¿Qué pones en tus facturas? ¿A quién se las envías?”.
Extensión, la justa. Pero aún hay más. El resumen ejecutivo debe ser eso: un resumen. “He visto modelos horrorosos que se extienden páginas y páginas. El empresario no se da cuenta de que si de algo carecemos todos es de tiempo para leer, por eso yo siempre recomiendo a mis alumnos que no se extiendan más de una cara”, señala Ceferí Soler, profesor de ESADE.
¿QUÉ DEBE CONTENER?
El resumen ejecutivo ha de contener las ideas claves y hacerlo de forma muy esquemática.
La idea: cuál es la propuesta de valor que presentamos. En qué consiste nuestra idea y cuál va a ser la clave del éxito de nuestro proyecto. Como explica Guy
Kawasaki en The Art of Executive Sumary, debe presentar el gran problema para el que hemos encontrado la gran solución. En este párrafo no está de más –aconseja Martí Pachamé, profesor asociado de Finanzas de EAE–, “ayudar al lector a situarse en un entorno concreto”. Es decir, si estamos ante un mercado en crecimiento o consolidado y a quién dirigimos nuestra propuesta. La ventaja competitiva: debemos ser capaces de demostrar que el modelo propuesto no es fácilmente copiable y que, además, se puede mantener en el tiempo. Es donde suelen surgir más problemas a la hora de ponerlo por escrito. Aquí hay que explicar muy bien cómo está resolviendo el mercado actualmente el problema que hemos detectado, cómo nos vamos a diferenciar del resto, si tenemos alguna patente, si destacamos en sostenibilidad…
El estado del producto y el desarrollo tecnológico: cuando existe algún tipo de valor añadido relacionado con la innovación y desarrollo tecnológico, es importante avanzarlo aquí de manera breve, incluyendo si es necesario un pantallazo o una imagen sobre el tipo de tecnología que incor
Destaca si tienes alguna alianza, proveedor o prototipo en marcha
En el apartado financiero tienes que reflejar cómo de escalable es el negocio
poramos, pero sin entrar en excesivos detalles técnicos, a no ser que formen parte de tu valor añadido. También es importante destacar en qué fase de desarrollo está el negocio o el producto.
¿QUÉ MÁS DEBE AÑADIR?
El equipo: todos los expertos son unánimes en este punto. Interesa más el equipo que está detrás de la idea que la idea en sí, porque de su experiencia, profesionalidad, preparación y compenetración es fácil deducir si el proyecto va a llegar a buen puerto o no. No se trata de incluir aquí el currículum, si no de realizar una pequeña descripción.
Las necesidades financieras y la rentabilidad esperada: no olvidemos que en la mayoría de las ocasiones nos estamos dirigiendo a un inversor, con lo cual es muy importante incluir las cifras y los cálculos que refrenden los números que estamos ofreciendo. No es necesario dar una explicación detallada, pero sí exponer de forma clara cómo y cuándo vamos a obtener beneficios.
Logros, patentes, hitos: cualquier tipo de reconocimiento, hito, logro, premio, subvención y distinción alcanzada debe ser incluida en este apartado.