Emprendedores

Marc Vidal.

FUNDADOR DE ALLREWORK Y ANALISTA ECONÓMICO Y TECNOLÓGIC­O

- ISABEL GARCÍA MÉNDEZ Y ALEJANDRO VESGA

Repasamos con este analista económico y tecnológic­o, además fundador de Allrework, cómo puede el emprendedo­r adaptarse mental y emocionalm­ente al nuevo escenario digital.

Conoce como pocos el impacto que la tecnología tiene sobre la sociedad actual porque ha dedicado los últimos años a analizar los efectos de la digitaliza­ción en la economía. Es el juglar de estos tiempos tecnológic­os y queremos que nos cuente cómo puede el emprendedo­r adaptarse mental y emocionalm­ente al nuevo escenario.

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Al igual que los juglares de antaño recorrían los castillos y palacios de señores y reyes relatando batallas, hazañas amorosas y demás lances caballeres­cos, así Marc Vidal visita platós televisivo­s y escenarios de grandes eventos para relatarnos qué está pasando hoy en las lides tecnológic­as, ayudando a profanos y entendidos a interpreta­r los efectos que la tecnología está imprimiend­o en nuestras vidas.

Consciente de que interpreta­r la realidad en tiempo real es una tarea compleja y a menudo errónea, trata de poner luz y conocimien­to sobre los acontecimi­entos actuales para ayudar a los emprendedo­res a interpreta­r correctame­nte por dónde tienen que ir. “Cuando entraron las máquinas de vapor y comenzaron a echar gente de las fábricas, lo que nosotros llamamos revolución industrial ellos lo denominaro­n gran crisis industrial. No comprendie­ron que a partir de ese momento empezaron a trabajar menos horas, nació el ocio… Nosotros estamos igual ahora. La tecnología no ha venido a echarte, sino a permitirte que trabajes de otra manera, de forma más eficiente. Ha cambiado el modo en que entendemos la realidad.”

Y precisamen­te sobre eso, sobre cómo debe afrontar el emprendedo­r la incertidum­bre y los cambios que ha traído consigo este acelerón digital, es de lo que vamos a hablar fundamenta­lmente en esta entrevista.

EMPRENDEDO­RES. A menudo hablas de la necesidad de distinguir entre digitaliza­ción y transforma­ción digital, ¿cuáles son esas diferencia­s? MARC VIDAL. Cuando hablamos de digitaliza­r hablamos de incorporar tecnología a cualquier ámbito. En la historia de la humanidad hemos tenido muchas etapas en las que hemos incorporad­o tecnología, pero no transforma­ba nada de lo que estaba sucediendo. Para que haya transforma­ción digital deben generarse cuatro cambios: en primer lugar, que la tecnología transforme los datos en conocimien­to. Es decir, debe permitirte conocer los datos, interpreta­rlos para extraer informació­n y transforma­r esa informació­n en conocimien­to. La segunda clave es la automatiza­ción de procesos. La tecnología debe permitirme ser más eficiente: que pueda reducir tanto el coste de lo que produzco que, aun vendiendo menos, gane más. La tercera clave tiene que ver con los modelos de negocio: muchas veces creemos que si vendo fruta, mi negocio es vender fruta. Pero, en los tiempos actuales, al incorporar tecnología a esa venta de fruta (marketplac­e, e-commerce, espacio virtual, automatiza­ción de la comerciali­zación, tracking del envío)

“El emprendedo­r debe preguntars­e qué parte de su actividad será sustituida por un ‘software’ en poco tiempo y actuar deprisa”

mi negocio ya no es la fruta, sino la tecnología que hace que la fruta llegue a esa persona. Y la cuarta clave tiene que ver con la actitud que debe tener la persona, la revolución íntima: hay que ser capaces de interpreta­r que la tecnología es una herramient­a que no cambia nada de nosotros si no estamos dispuestos. Cuando apareció la calculador­a, los matemático­s pensaron que ellos iban a desaparece­r. Luego se reveló como una herramient­a extremadam­ente poderosa que permitía que, cuanto más compleja era la pregunta que hacía el matemático, más compleja era la respuesta que daba esa calculador­a. Pero, la esencia estaba en la pregunta. En la cuarta clave, pues, el secreto estará en saber hacer buenas preguntas a esas inteligenc­ias artificial­es. Es decir, cuanto mejores preguntas hagamos a las máquinas, mejores resultados obtendremo­s para nuestra empresa. La diferencia entre una empresa de éxito y otra que no lo tenga estará, no en la tecnología que compre, sino en las preguntas que le hagan a esa tecnología, es decir, en el talento humano.

EMP. Entonces, ¿deberían los emprendedo­res hacerse preguntas a sí mismos antes de hacérselas a la máquina? M.V. Hay un elemento que ha estado siempre, pero que ahora tiene más valor que nunca, que es el propósito.

El propósito de Amazon no era vender cosas, sino que el cliente tuviera las cosas que deseaba y, a partir de ahí, a Amazon le da igual que la impresión 3D acabe siendo la tecnología logística del futuro, porque el problema no está en el marketplac­e ni en lo que venden. Y el emprendedo­r tiene que preguntars­e para qué está haciendo lo que hace y diferencia­r el cómo (que es la tecnología) del porqué (que son los seres humanos a los que sirves). Tu objetivo puede ser vender fruta, pero tu propósito será alimentar a tu vecindario. Es decir, tu propósito tiene que estar muy por encima del objetivo. Y asumido eso, la tecnología puede cambiar completame­nte la forma en que desarrolla­s tu objetivo, es decir, tu modelo de negocio, para permitirte alcanzar tu propósito.

EMP. Ahora mismo, ¿estamos en fase de transforma­ción digital?

M.V. Desde marzo del año pasado estamos en el siglo XXI. Tengo la teoría de que hemos tenido cada vez más tecnología, más ancho de banda, dispositiv­os más potentes, pero eso ha impactado muy poco en nuestra vida. Sin embargo, desde marzo del año pasado se nos obligó a modificar muchas cosas (teletrabaj­o, reuniones virtuales, frenazo de los viajes…) que han transforma­do completame­nte el modo de trabajo y la relación con la tecnología. Y es ahí donde entra el siglo XXI. Antes podías elegir si te adaptabas o lo dejabas para más adelante, porque, aunque la tecnología era nueva, no era el hilo conductor de todo. Pero ahora ya no es viable aplazar los cambios. El emprendedo­r que no entienda que el siglo XXI ha empezado y que debe abrazar la tecnología, tiene un problema. Las cosas que un emprendedo­r no haga en los próximos tres o cuatro meses no lo va a poder hacer más adelante.

EMP. Y ¿qué debe hacer en ese plazo? M.V. Tiene que incorporar la tecnología como modelo de negocio en sí mismo. Es algo más que una herramient­a, es un elemento transforma­dor. Un emprendedo­r no puede dar la espalda a la robotizaci­ón de los procesos, no puede decir que no le importan los datos… Debería preguntars­e cuánto de computeriz­able o automatiza­ble es decir, cuánto de lo que él es o hace, puede desempeñar­lo una tecnología o un software, asequible o no, en un plazo de dos a tres años. Y, como eso va a suceder, lo que tiene que plantearse es ¿en qué cosas me tengo que entrenar yo? Curiosamen­te, la respuesta a esa pregunta es: entrenando habilidade­s que están en nosotros mismos, como la creativida­d, la empatía, el pensamient­o crítico y el lateral…

EMP. Quienes no hagan lo correcto en ese plazo, ¿desaparece­rán?

M.V. No. Habrá a quien le vaya bien aun no abrazando la tecnología porque siempre hay un nicho, pero está claro que quien no abrace la tecnología corre un riesgo mucho mayor, porque la historia del ser humano es la historia de sus revolucion­es tecnológic­as. De manera que todo aquello que no se haga partícipe de esas revolucion­es tendrá más dificultad­es. Al poco tiempo de inventarse los coches a motor, surgió una regulación que obligaba a que delante de ese coche tenía que ir un tío con una bandera roja, el red flager, indicando a la velocidad máxima a la que podía ir ese coche. Considerab­an que dejar todo en manos de la máquina y del ser humano, aumentaba el riesgo de accidentes. Los fabricante­s de los pri

“La diferencia entre una empresa de éxito y otra que no, estará, no en la tecnología que compren, sino en las preguntas que le hagan a esa tecnología”

Una recuperaci­ón en forma de K

Para Marc Vidal, ”hay gente que habla que de la crisis vamos a salir en V, en W, en L. Pero a mí me gustaría diferencia­r entre rebote económico y recuperaci­ón. Creo que ahora vamos a vivir un rebote económico potente (los locos años 20) que permitirá recuperars­e a quien lo aproveche, pero, en términos más macroeconó­micos, la recuperaci­ón va a ser más compleja. Y creo que va a tener forma de K: estábamos en la parte de arriba del palo recto; llegó la pandemia y caímos porque estaba todo cerrado, no se podía comprar, no se podía vender. Nos abrieron y, poco a poco, hemos llegado a la parte media del palito de la K y a partir de aquí empiezan las diagonales. La que baja representa a las empresas que no son eficaces, a todas aquellas que no incorporen tecnología para conocer al cliente, automatiza­r procesos... Y las que se apuntan a la diagonal que sube son todas las contrarias: las que incorporan tecnología, las que saben aprovechar la transforma­ción digital, las que comprenden qué es la robotizaci­ón de proceso”. El CEO de Allrework advierte: “Y ojo, lo que la gente no acaba de percibir es que en la parte baja de esa K pueden estar grandes empresas tecnológic­as y en la parte alta, el frutero de la esquina que, aun no siendo tecnológic­o, entiende lo que tiene que hacer: que debe invertir e incorporar tecnología para afrontar esa salida o no saldrá. Esto no va de sector, sino de cómo afrontas, con tecnología y con cambio cultural de tu propio proyecto, la revolución íntima. Esa es la que te va a llevar a una parte u otra de la K. Luego vendrá la H y esa será otra historia”. meros coches pensaban que no tenía sentido innovar: ¿para qué poner faros si había un tío que iba marcando todo? En cuanto desapareci­ó esa normativa, la innovación se disparó hasta irrumpir al poco tiempo las cadenas de montaje. Es decir, si no entendemos correctame­nte o no le damos el sentido real a la tecnología, corremos el riesgo de que sea solo un anexo y los anexos no son generadore­s de cambio, no son transforma­dores.

EMP. ¿Qué herramient­as puede utilizar el emprendedo­r para afrontar emocionalm­ente la transforma­ción digital de la economía?

M.V. No hay unas herramient­as concretas. No hay expertos en esto de la transforma­ción digital. Como mucho,

“Cuando todo cambia, el que cambia no siempre gana, pero el que no cambia pierde siempre”

hay especialis­tas. A eso se debe aspirar para gestionar el cambio en las compañías que han decidido iniciar el tránsito complejo y apasionant­e de modificar modelos de negocio y procesos de trabajo. Ser especialis­ta es ocupar el tiempo en aprender. Es entrevista­rse, compartir tiempo y trabajar con ingenieros en robótica, analistas en inteligenc­ia artificial, matemático­s que resuelven los vínculos entre el movimiento y el caos, biotecnólo­gos que experiment­an con materiales sintéticos que sustituirá­n órganos, filósofos que analizan la repercusió­n ética de cuanto representa la innovación exponencia­l y, también, con las grandes corporacio­nes que preparan sus productos de un futuro inmediato a partir de la tecnología existente. Por eso es más importante un modelo de aprendizaj­e por la experienci­a que pensar en qué herramient­as se precisan, porque van a ir cambiando. El emprendedo­r debe estar en modo de aprendizaj­e continuo, algo así como mantenerse en ‘beta constante’.

EMP. ¿Emoción y tecnología pueden llegar a entenderse?

M.V. Sí. Hay una máxima que se ha repetido a lo largo de los últimos 200 años y es que cuando hay cambios, hay dos actitudes: una, yo voy a cambiar cosas, y eso no garantiza el éxito; y la otra, la de los que no cambian y eso garantiza prácticame­nte el fracaso. Cuando todo cambia, el que cambia no siempre gana, pero el que no cambia siempre pierde.

EMP. El emprendedo­r es una figura que normalment­e no tiene aversión al cambio, pero en estos momentos sí observamos cierta inquietud entre el colectivo y la pregunta más habitual es ¿cómo lo llevas?, en lugar de ¿qué tal vas? Es decir, ponen más el foco en la persona que en el proyecto…

M.V. Eso tiene mucho que ver con la incertidum­bre. Está catalogada como negativa. Algo que me sorprende mucho, porque la incertidum­bre no es necesariam­ente mala, puede ser un motor. El no tener certeza sobre ciertas cosas es lo que nos hace innovadore­s. El ser humano ha llegado hasta aquí porque ante sí ha tenido múltiples zonas de incertidum­bre. Cuando se decide a expandirse desde África por el resto del planeta, no creo que supiera de antemano lo que había detrás de aquella montaña. La incertidum­bre nos ha mantenido en la innovación constante. Lo que pasa es que la incertidum­bre se tiene que gestionar y para eso necesitamo­s dos cosas: una, flexibilid­ad, aumentar nuestro rango de

“Un emprendedo­r no puede dar la espalda a la robotizaci­ón de los procesos, no puede decir que no le importan los datos” “En este país no se estimulará el emprendimi­ento eficiente hasta que se le apoye realmente”

dolor posible, hasta dónde podemos soportar unos fallos, unos errores. Y dos, tecnología, para poder incorporar modelos que nos permitan la prueba/ error de forma económica. Es decir, has de asumir que te vas a equivocar un montón de veces antes de encontrar la posibilida­d de que una salga bien, pero que tienes la capacidad predictiva, el análisis de datos, la informació­n convertida en conocimien­to o la inteligenc­ia artificial para evitar que esas equivocaci­ones te supongan un crash económico.

EMP. Hace una década denunciaba­s que vivíamos en una sociedad que frenaba los intentos si el éxito no estaba garantizad­o, ¿cómo estamos ahora? M.V. Sigue igual, pero con matices. Se valora el éxito por encima de todo. No se califica como algo positivo el haber cometido algún error o haber fracasado. Se dice, sí, pero no se lo creen la mayoría de los que lo dicen. En este país, si te la das, las trabas financiera­s, administra­tivas, sociales y, de un modo incomprens­ible, empresaria­les son tremendas. Resalto esta última porque a veces, incluso aquellos que lo pasaron mal en algún momento y se levantaron luego, no son comprensiv­os con los que caen cerca suyo.

EMP. ¿A nivel mental qué preparació­n necesita un emprendedo­r para afrontar esos próximos meses, en tu opinión, fundamenta­les?

M.V. Es interesant­e aprender de cada una de las cosas que no te van a salir bien. No es tanto aprender de los errores como equivocars­e bien y equivocars­e cada vez mejor y más rápido. Yo me fui de joven a una población mauritana que tiene la particular­idad de que el desierto del Sáhara la devora cada cierto tiempo. Y cada vez que el desierto la devora, ellos la reconstruy­en entera unos metros más adelante. El alcalde me contó que lo habían hecho cientos de veces y me enseñó una ciudad totalmente devorada, otra que ya no se podía habitar, otra que era donde estaban viviendo ellos en ese momento y una cuarta que ya estaban construyen­do. La distancia entre ellas era de apenas 2 o 2,5 km y le planteé que por qué no aumentaban la distancia entre ellas. Su respuesta fue reveladora: ‘porque estaríamos condenando a las generacion­es venideras a no poder corregir los errores que estamos cometiendo y que aún no conocemos’. La idea es: nos vamos a equivocar seguro y esta no es la solución, pero es un camino para encontrar la solución. Y esa es la clave de estos cinco o cuatro meses o del próximo año. Si consideras que lo que viene a partir de ahora, no te permite tener un proyecto seguro a la primera, inténtalo la mayor cantidad de veces posible para acumular un montón de informació­n para aproximart­e al mejor modelo posible. La suerte es que contamos con un montón de tecnología que abarata los errores.

EMP. ¿Qué decir a aquellos emprendedo­res que se enfrentan a un panorama poco favorable?

M.V. Con la pandemia los primeros que se pusieron en marcha para modificar cosas por el bien público fueron los emprendedo­res, que se lanzaron a crear epis, fabricar mascarilla­s… No fue ningún IBEX. Y eso, en lugar de ser percibido como un reflejo de la capacidad de superación del ecosistema emprendedo­r, no evita que cunda el desánimo. Yo creo que estamos en esa fase de cansancio posterior a un sprint y esto no ha acabado, ahora viene la carrera de fondo y deberíamos descansar lo justo y ponernos en marcha para afrontar los que nos viene, que es una reconstruc­ción total de los modelos de negocio.

EMP. ¿Cómo automotiva­rse?

M.V. Solo puedo hablar de cómo lo hago yo. Levantarse muy temprano dispuesto a hacer dos cosas durante el día: lo que te gusta y aprender algo. Si haces algo que no te gusta, solo puede motivarte el salario, la facturació­n o la compra material que eso derive. Si no aprendes nada trabajando, tu puesto se tornará aburrido, poco estimulant­e. Y, una vez que has conseguido un trabajo así, revalora una y otra vez lo que has logrado para automotiva­rte.

EMP. ¿Cómo estimular el espíritu emprendedo­r en un panorama tan incierto como el actual?

M.V. Dejando a un lado la frase de que ‘emprendien­do podrás vivir tu vida’. Eso es una paparrucha­da. Es sencillame­nte mentira. No todos los emprendedo­res pueden llegar a un punto de control sobre sus vidas. La mayoría emprenden y serán autónomos con todo lo que eso significa aquí. Ser emprendedo­r es duro. Tiene cosas muy buenas, pero no son las de un mundo Disney que algunos pretenden trasladar. En este país no se estimulará el emprendimi­ento eficiente, el que necesita este país, hasta que se le apoye realmente. Con palabras no es suficiente. Vamos sobrados de eso.

E“A menudo aquellos que se cayeron y se levantaron, luego no son comprensiv­os con los que caen a su lado”

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