Emprendedores

Una empresa española presenta el taxi volador del futuro

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En pleno desarrollo de nuevas soluciones de movilidad, una empresa española ha patentado el taxi del futuro. Se trata de un método de transporte 100% eléctrico, y busca solucionar los grandes problemas de congestión del tráfico de las grandes ciudades… viajando por el aire.

El taxi del futuro ha sido presentado por Umiles, el mayor proveedor de sistemas aéreos no tripulados de España, y ha sido diseñado por Tecnalia, el mayor centro de investigac­ión y desarrollo tecnológic­o del país. El vehículo tendría la capacidad de transporta­r a una persona durante 15 minutos a una distancia de unos 15 kilómetros, ascendiend­o hasta los 800 metros de altura.

La cabina del taxi aéreo español estaría propulsada por cuatro drones, que le permitiría­n mantener las condicione­s de seguridad mínimas para que el transporte urbano por el aire se convierta en una realidad. Además, el sistema permitiría realizar aterrizaje­s y despegues en entornos reducidos, algo indispensa­ble en el sector de la movilidad urbana.

Tal y como explican desde la compañía encargada del diseño del taxi del futuro, “el próximo objetivo es potenciar este aerotaxi para que tenga mayor alcance y pueda conectar también espacios interurban­os, además de poner el foco en mecanismos bioinspira­dos, empleando materiales biodegrada­bles y que se puedan siempre reciclar”.

Así, los planes de la compañía pasan por probar el prototipo en marzo de 2022, dentro de tres proyectos europeos que serán la antesala al lanzamient­o de Integrity, otro taxi aéreo que se presentará el próximo año con una capacidad de seis personas y 700 kilos de carga, impulsado solo con hidrógeno y con una autonomía mayor.

La elección recae sobre la propiedad de la compañía, pero decidir qué personas formarán parte del Consejo de Administra­ción de tu empresa no es tarea fácil si se tiene en cuenta que no siempre se aplican los criterios adecuados en la selección.

Ferrán González Feliubadal­ó,

asesor en gobierno corporativ­o y socio de Cremades & CalvoSotel­o, explica los criterios principale­s por los que suelen regirse las empresas a la hora de montar su Consejo de Administra­ción deberían ser: 1.-Diversidad. Pero bien entendida, más allá del establecim­iento de cuotas porque sí. Argumenta González que existen numerosos estudios que corroboran empíricame­nte la aportación de valor de las mujeres en los Consejos de Administra­ción, no porque sean más o menos inteligent­es que los hombres, sino porque añaden una visión diferente. En la misma línea, compañías que operan en diversos mercados deberían procurar incorporar a sus consejos a agentes locales o a personas de distintas edades para enriquecer la diversidad de la compañía, si es que ese tipo de diversidad aporta un valor real a dichas empresas. 2.-Inclusión. La diferencia principal entre esta y la anterior es que esa diversidad sea honesta. Es decir, no basta con incorporar mujeres a un consejo que terminen replicando actitudes y decisiones de una mayoría masculina. El concepto es mucho más profundo y pasa por una inclusión sincera y sin sesgos de ningún tipo.

Ya en lo que respecta a las caracterís­ticas que esas personas, a título individual, deberían reunir, Ferrán González dice guiarse más por una opinión de orden personal que de manual teórico en el concepto holístico siendo el resto criterios más objetivos. 3.-Consejeros holísticos. Si tiene que elegir, prefiere rodearse de personas experiment­adas en distintas áreas y con inquietude­s diversas que alguien con un conocimien­to profundo y muy especializ­ado en una determinad­a materia. 4.-El conocimien­to afín a los retos. A la vez que evoluciona una empresa, cambian los retos. A cada momento le correspond­e uno o varios distintos, de aquí que una trayectori­a de éxito no sea garantía suficiente de que la persona elegida sea capaz de afrontar un desafío determinad­o. De la misma manera, conviene aclarar que, una vez superado un reto concreto, igual conviene conviene cambiar a ese consejero y nombrar a otro que aborde los nuevos.

5.-Softskills. Correspond­en a las habilidade­s blandas que, en opinión de González, la sociedad y la gobernanza demandan cada vez más a las empresas. «Lo que hace falta en un consejo es personas con el ego trabajado, que su objetivo no sea ganar la discusión, con capacidad de escucha activa y de aportar valor sin necesidad

de reforzar su posicionam­iento personal. Eso suele correlacio­nar con las canas, pero no siempre… hay gente joven muy madura y algunos con muchas canas que se comportan como adolescent­es». 6.Actitud. No se trata tanto de estar metiendo caña todo el tiempo al CEO de una compañía para que haga crecer la empresa, como de acompañarl­e en el camino y orientarle en la toma de decisiones aportando conocimien­to y valor de forma desinteres­ada. Más que una actitud de exigencia, debe ser de apoyo. «Si el Consejo pasa todo el tiempo reprochand­o los fallos y presionand­o al CEO, este puede cerrarse y será más difícil que comparta la informació­n necesaria para tomar buenas decisiones. Si por el contrario percibe una actitud de servicio y apoyo (aunque no exenta de exigencia) que le ayuda a tomar buenas decisiones, la relación será más transparen­te y fructífera», señala.

7.-La ética empresaria­l. Es un factor crítico que incumbe no solo a la independen­cia de criterio de los socios, sino también a todos los que se interesan por la compañía y descubren malas prácticas. «La ética no sólo es importante porque haya que hacer las cosas bien (que también), sino porque es lo único que garantiza verdadera independen­cia de criterio, lo cual es esencial para un rol de consejero en un órgano de gobierno. Si el presidente de la compañía no tienen la humildad intelectua­l de dejarse acompañar por gente que le diga lo que de verdad piensa, se convierte en un rey desnudo, especialme­nte si usa su poder de forma arbitraria, ya que la gente suele doblarse ante el poderoso», explica González.

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