¿Pero qué precio lo pongo a mi producto?
Definir el precio de los productos o servicios es algo que a la mayoría de emprendedores les cuesta muchísimo, sobre todo cuando empiezan. Tienen miedo de devaluar lo que venden, o de pasarse y que nadie quiera comprarles. Para que no andes perdido, la Escuela Marketing and Web, ofrece algunas estrategias:
Precios dinámicos.
Esta estrategia se basa en precios flexibles, que varrían según la demanda que existe en el mercado. Así trabajan los hoteles, las aerolíneas, las empresas de servicios públicos, o el ocio nocturno.
Precios freemium.
Supone que la empresa ofrezca una versión limitada del producto de forma gratuita, para que el usuario lo pruebe y, con ganas de utilizar más funcionalidades, acabe suscribiéndose a la modalidad prémium para poder utilizar todas las funcionalidades.
Precios skimming.
Consiste en cobrar el precio más alto posible al lanzar un producto, y luego ir bajándolo progresivamente, a medida que éste pierde popularidad y demanda.
Precios premium.
Los precios altos se asocian con calidad y lujo, por lo que algunas empresas apuestan por un precio alto en sus productos con la idea de aumentar el valor percibido.
Precios paquetizados.
Consiste en ofrecer un pack de dos o más productos o servicios que se complementan entre sí, vendiéndolos a un precio único especial. Cada uno por separado tiene un valor, y unidos ese precio se ve reducido.
Por ubicación geográfica.
Los precios varían en función de la ubicación del cliente. Es decir, que en unas zonas sea más caro y en otras más barato. Tiene sentido, por ejemplo, cuando es una empresa que opera a nivel internacional y los precios varían dependiendo del país y la zona.