Objetivo 2030. Siete años para alcanzar el reto del cero impacto
EL CAMINO HACIA LA SOSTENIBILIDAD PASA POR MEDIR EL IMPACTO QUE GENERA CADA NEGOCIO, DISEÑAR UN PLAN DE ACCIÓN PARA REDUCIRLO Y ALCANZAR UN MODELO DE NEGOCIO DE CERO IMPACTO.
En septiembre se cumplieron 7 años desde que las principales economías del mundo se pusieran de acuerdo para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la hoja de ruta de Naciones Unidas para afrontar los grandes desafíos de la humanidad. Quedan otros 7 para seguir trabajando en ellos.
Conviene recordar que en esos 17 compromisos se habla tanto de cuidado del medioambiente como de las personas que habitan el planeta. Así resulta más fácil identificar oportunidades y formas de ser sostenibles como empresa sin encorsetarnos en lo que es exclusivamente medioambiental.
Con las grandes empresas a la cabeza y el apoyo de muchas startups disruptivas e innovadoras, en los planes de sostenibilidad de las empresas se incluyen varias de estas 17 grandes causas: la eliminación de la pobreza, terminar con el hambre, asegurar vidas saludables, educación de calidad, igualdad de género, agua potable y saneamiento, energía sostenible, buenos trabajos y crecimiento económico, innovación e infraestructuras, reducir las desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, consumo responsable, combatir el cambio climático, conservar los océanos, proteger los ecosistemas terrestres, paz y justicia y alianzas globales para conseguir las metas.
Cada empresa, según su grado de madurez en lo que a sostenibilidad se refiere, decide por cuáles quiere apostar. También, a menudo, para paliar los efectos negativos que su actividad causa en el entorno.
Pero también tiene mucho que ver la legislación que se va aprobando desde Europa, principalmente, y que obliga a las empresas a tomar medidas de forma más inmediata, como reducir la huella de carbono o el uso de plásticos. O la propia presión de grupos de interés y de los inversores.
“Hay un interés cada vez mayor de los fondos de inversión y del mundo financiero en general por los ESG (del inglés, environmental, social and governance). Muchas empresas están empezando a adoptar los criterios de ESG para cumplir con los requisitos de esas evaluaciones financieras y mitigar riesgos. Ver cómo el contexto puede afectar a las relaciones financieras de las empresas. Porque es cierto que ante los riesgos del contexto actual, las empresas que estén mejor preparadas van a tener también la mejor valoración”, comenta Pablo Sánchez, director ejecutivo del movimiento Bcorp en España.
MEDIR LOS ODS PARA DISEÑAR UNA ESTRATEGIA
En todo este proceso hace siempre falta una metodología que ayude a medir cómo están las empresas en cada una de las causas en las que quiere mejorar y a partir de ahí trazar una hoja de ruta para ir alcanzando objetivos.
“Las empresas grandes han
tenido que reportar y medir antes los impactos que estaban teniendo sociales y medioambientales y por ahí ha habido una diferencia de velocidad con las pymes en la implementación de prácticas sostenibles. Por otro lado, es verdad que las empresas de producción también se han enfocado antes porque es más fácil medir los impactos en la producción, en la fabricación de bienes de cualquier tipo, que en una empresa de servicios que a lo mejor piensan que no va tanto con ellas pero en realidad hay muchos impactos sociales y medioambientales que pueden medir”, comenta María Calvo, Community and Workspaces Director.
Para medir y diseñar estrategias de sostenibilidad han salido al mercado muchas herramientas públicas y privadas, como Aplanet, Actúa Sostenible (de Impact Hub), Evaluación B Impact Assessment (de Bcorp) o SDG Action Manager (la herramienta gratuita de Naciones Unidas para medir los ODS). Todas ellas ayudan a tener una foto de las distintas áreas de empresa, ver en cuáles tienen más “deberes” pendientes y tomar medidas para ir mejorando en las que consideren conveniente.
También hay herramientas específicas para segmentos concretos de negocio, como Bcome, para la gestión sostenible de marcas de moda y calzado. O para áreas concretas, como Enviroscale, una herramienta que acaba de llegar al mercado para medir si la energía que consumen las empresas es realmente sostenible.
“Hay muchos indicadores pero no hace falta hacerlos todos. Conviene hacer una medición de cuál es realmente el impacto que estamos generando en el planeta y en las personas y con ese diagnóstico plantearse pequeñas mejoras. Mejoras que puedes implementar en tus productos, por ejemplo, con un tipo de envases que a lo mejor sean de múltiples usos. También procesos internos, logísticos, cambiar la flota de transporte con modelos eléctricos… Cambios para mejorar el ratio de impacto y luego ya en fases más avanzadas generar un cambio más radical con líneas de productos más sostenibles, nuevos procesos, etcétera”, apunta David Alayón, cofundador y responsable de estrategia de Innuba.
UN MODELO DE NEGOCIO DE IMPACTO
El objetivo final de todo ese proceso, para las empresas más ambicionas, es llegar a tener un modelo de negocio completamente sostenible, como las empresas que tienen la certificación Bcorp. “Es una forma de identificar a empresas que quieren generar un impacto positivo a través de su actividad empresarial”, explica Pablo Sánchez. Es decir, “no es una evaluación del producto o de procesos, sino de toda la compañía. Además requerimos una modificación de los estatutos sociales de la empresa para incorporar ese compromiso social y ambiental y de impacto a través del modelo de negocio. Ese requisito hace que muchas empresas entiendan que esto va a afectar a su modelo de gobernanza porque en su toma de decisiones y su rendición de cuentas van a tener un peso importante los elementos sociales y ambientales”, comenta Pablo Sánchez.
O dicho de otro modo. En una empresa Bcorp los objetivos de desempeño social y ambiental están al mismo nivel que los resultados económicos.
EVITAR EL GREENWASHING
“Queremos alejarnos mucho del greenwashing porque lo que queremos es que una Bcorp se identifique como tal por su propia actividad empresarial. No es una cosa de buenas prácticas. Además de que tenga buenas prácticas su actividad empresarial
debe tener también un impacto positivo, que su propia actividad sea lo que esté generando ese impacto positivo en la sociedad y el medioambiente. Un ejemplo: la startup Hannun vende muebles, pero son muebles con maderas certificadas, muebles con maderas recuperadas y utilizan una red de artesanos locales de toda España. El modelo de negocio en sí mismo genera impacto. La clave es identificar ese modelo empresarial que es capaz de dar soluciones a retos sociales y medioambientales a través de su modelo de negocio”, añade Pablo Sánchez.
Un objetivo en el que a menudo tienen ventaja las pymes, que nacen ya con la sostenibilidad en su ADN. “El 72% de las empresas Bcorp tiene una estructura de hasta 20 trabajadores. Las grandes compañías tienen mejor diseñados los procesos y las políticas a nivel de cumplimiento, políticas de igualdad, políticas de compras a proveedores, políticas medioambientales… pero las pequeñas tienen más avanzado el modelo de negocio. Es decir, mientras el techo de impacto en las grandes está más en las operaciones, en las pequeñas está más en el modelo de negocio. Y las grandes también empiezan a entender que tienen que desarrollar ese propósito empresarial para generar un modelo de negocio de impacto asociado a él”, continúa Pablo Sánchez. “El gran reto está en empresas familiares o empresas que han nacido hace 50, 60 o 70 años, que ya están haciendo su proceso de reflexión y de transformación”.
ESTRATEGIAS REGENERATIVAS
Otra clave para avanzar en la sostenibilidad es idear estrategias circulares y regenerativas, para conseguir un impacto cero.
Muchas empresas están viendo que “la sostenibilidad no es suficiente. Que necesitamos estrategias regenerativas. Es decir, no solamente ser sostenibles en el tiempo, sino buscar estrategias que regeneren tanto los ecosistemas como nuestra sociedad. En definitiva, buscan estrategias positivas netas. Eso es un nicho y hay algunas empresas que ya están empezando a tener estrategias regenerativas. Los supermercados Veritas, por ejemplo, están empezando a trabajar con estrategias de agricultura regenerativa. Ya no solo trabajo con agricultura ecológica, sino que busco que mis proveedores introduzcan técnicas de agricultura regenerativa que permiten recuperar la calidad de los suelos y la diversidad del ecosistema donde se hacen esas producciones. Avanzan más allá de que sean productos que no utilicen fertilizantes o insecticidas”, comenta Pablo Sánchez.
Otro ejemplo de impacto es Impub Hub, “una red de comunidades de emprendimiento con impacto. Tenemos un ecosistema donde ofrecemos espacios de trabajo, eventos, espacios de encuentro para avanzar hacia ese impacto, y una serie de recursos y de acompañamiento para que las empresas sean más sostenibles. Trabajamos internamente para asegurar que nuestros espacios no solo son sostenibles como espacios, sino que también todos nuestros procesos incorporan criterios de sostenibilidad: compras, proveedores, políticas de cooperación de personas, procesos de reciclaje y de gestión de residuos en los espacios, etc. Pero luego trabajamos mucho con todos los usuarios de los espacios que nosotros llamamos miembros de la comunidad para ayudarles a ir avanzando hacia la sostenibilidad, identificando qué recursos tienen las organizaciones que realmente se plantean ir mejorando día a día y les ayudamos compartiendo conocimiento, herramientas, herramientas de medición del impacto y trabajando en grupos donde la colaboración les permita abordar de manera conjunta todos estos retos”, apunta María Calvo.
La tendencia ahora es avanzar en las mejoras de sostenibilidad hasta cambiar el modelo de negocio mismo, para tener cero impacto