“UN CAMINO NO TAN OBVIO PARA EMPRENDER”
Emprendedor desde los 33 años, Ramiro es cofundador y CEO de la plataforma de inversión HeyTrade y la pasarela de pagos MYMOID. Previamente, trabajó como fintech advisor para empresas como Beka Finance o Gala Capital, y como consultor para entidades como Naciones Unidas, Deloitte o Unilever.
Mi inmersión en el mundo del emprendimiento no fue algo vocacional ni esperado. Siempre he tenido mucho interés por aprender, estar formándome constantemente y aunque nunca he tenido el típico plan de carrera donde planificaba cada paso para cumplir mis objetivos, cada dos-tres años he cambiado de trabajo. La razón era sencilla, cuando me surgía una nueva oportunidad en un campo que quizás no conocía pero que me parecería interesante, no lo pensaba y daba el salto.
Esta manera de ver la vida laboral me permitió recorrerme África con Unilever, hacer un MBA en Hong Kong, trabajar en algunas Big4 como Deloitte o EY y ser consultor de Naciones Unidas, visitando prisiones en Centroamérica. Con el paso del tiempo, a este cambio constante de sector o industria cada pocos años, también se sumó una cantidad imprudente de horas dedicadas a crear planes de negocio y compartir ideas con compañeros para convencerles de lanzar un producto. Fue, en ese momento, cuando vi que quería emprender y comprendí que no podía seguir postergándolo porque, a medida que la vida pasaba, los compromisos eran cada vez mayores y no quería arrepentirme en mi 70 cumpleaños de no haberme lanzado nunca a la aventura.
Sin embargo, creo que precisamente toda esa experiencia laboral previa es la que me ha hecho ser el emprendedor que soy hoy. Se ha idealizado la imagen del emprendedor de éxito que triunfó en Silicon Valley con 17 años o recién salido de la carrera. Eso no es lo habitual, y menos en nuestro país. La experiencia es clave y más todavía cuando vas a dirigir y crear un negocio desde cero.
Si algo he aprendido en estos cinco años como emprendedor, es que es imprescindible rodearte de un buen equipo y gente en la que apoyarte en los momentos difíciles. Este equipo no solo está formado por las personas que trabajan en tu compañía. Un buen emprendedor va tejiendo una red de personas de forma natural. Echo la vista atrás y estoy muy agradecido por el ecosistema de personas que se ha ido generando, desde los equipos que trabajan conmigo a diario a otras personas (o ya amigos) que son de mi total confianza y que sé que, si los necesito, estarán a mi lado para ayudarme con todo lo que puedan y siempre puedo contar con sus consejos o reflexiones.
No me gusta sentar cátedra y habrá quien no esté de acuerdo conmigo, pero creo que es importante romper con el mito de que existe un patrón único de emprendedor, generalmente, alguien siempre fuerte y decidido. Un aspecto que al inicio odiaba de mí mismo era el tener dudas y no
tener siempre una opinión formulada de antemano. Con el tiempo, creo haber sabido convertir esto en una fortaleza, generando un entorno en el que compartimos ideas sin miedo y una vez con toda la información tomamos la mejor decisión posible. Por tanto, la primera y más importante tarea como emprendedor y como CEO es conocerte a ti mismo y labrar un equipo que potencie tus fortalezas y compense tus debilidades.
Debes de confiar en tu equipo y sus respectivas fortalezas para el mejor desarrollo del negocio. Honestamente, creo que las funciones de un CEO han de limitarse, generalizando un poco, a estos tres pilares:
Contratar y conseguir formar un buen equipo. Las diez primeras personas que se unan a tu empresa son las que van a marcar la cultura y espíritu de la compañía. A pesar de la guerra por el talento que existe en ciertos sectores, cada vez es más fácil convencer a alguien de unirse a una startup y los jóvenes están más abiertos a probar caminos distintos a los tradicionales de lo que lo estábamos hace 20 o 30 años. Malabarismo constante entre una visión clara y definida del producto y el saber cuándo es momento de adaptarse y cambiar. Escuchar a tus usuarios y a tu equipo, pero creyendo en la base de tu proyecto y siendo capaz de convencer a los demás del valor de este.
Desarrollo y crecimiento de la empresa. Como CEO, tendrás que encargarte del crecimiento y modos de financiación de la compañía, no siendo la financiación de venture capital el único camino posible y ni siquiera el más deseable para muchos proyectos.
Para emprender hay que normalizar la gestión del riesgo. Tener cierta comodidad para abordar desafíos constantemente, con un enfoque proactivo, y ser capaz de desarrollar planes de contingencia sólidos para hacer frente a posibles escenarios adversos. Aunque esta gestión continuada del riesgo es un denominador común en la mayoría de empresas, cobra especial importancia en startups porque tiene una correlación directa con la continuidad y escalabilidad del proyecto. Una continua evaluación de riesgos permite minimizar las amenazas y capitalizar las oportunidades.
Además, la gestión del riesgo fortalece la resiliencia, una actitud indispensable para navegar por cualquier circunstancia desfavorable. Implica mantenerse firme, adaptarse y recuperarse rápidamente. En lugar de derrumbarte ante la adversidad, la resiliencia te permite aprender de las experiencias, encontrar soluciones creativas y seguir adelante con determinación. Esta competencia promueve una mentalidad de crecimiento, tan esencial para la cultura startup. Las personas con una mentalidad resiliente están dispuestas a aceptar desafíos y fracasos como oportunidades para aprender y crecer, en lugar de verlos como obstáculos insuperables. Esto permite desarrollar una mayor capacidad de adaptación, flexibilidad y creatividad ante cualquier problema que surja.
En este sentido, no perder el enfoque en el cliente es fundamental para el éxito. A veces se trata de encontrar el equilibrio entre la famosa frase de Henry Ford: Si hubiera preguntado a mis clientes qué querían, habrían dicho que un caballo más rápido y mantener los pies en la tierra sobre lo que realmente esperan de tu servicio los clientes actuales. Un balance entre innovación, visión empresarial y compromiso permanente con la escucha activa de necesidades y expectativas de los usuarios. Como emprendedor, comprender qué opinan los clientes y por qué es clave para la expansión empresarial. Mediante el feedback constante del consumidor y los análisis de datos puedes anticipar las necesidades de los clientes y ofrecer soluciones que quizás ellos mismos no sepan que desean.
Además, es esencial que toda la organización, desde la alta dirección hasta el equipo de atención al cliente, esté alineada en ese mismo enfoque centrado en el cliente. Porque en última instancia, la rentabilidad a largo plazo de tu empresa dependerá de cómo de satisfechos están tus clientes. Escucha activamente sus comentarios, adapta tus productos o servicios según sea necesario y busca constantemente formas de mejorar su experiencia.
Otra habilidad importante es tener capacidad de autocrítica y de saber cuándo hay que girar el timón. Es muy complicado que seas la única persona que está pensando esa idea que ves disruptiva. Probablemente, haya alguien al otro lado del mundo trabajando en algo parecido. Las ideas, salvo contadas excepciones, están sobrevaloradas. Es importante dejarse asesorar por tu equipo y nutrirte de diferentes enfoques o puntos de vista.
El mundo del emprendimiento es, en esencia, eso: cambio y adaptación a ese cambio. Es lo que me llevó a él: la libertad y el estar en constante evolución. Una vez emprendes, el sentimiento de estar a la vanguardia de una industria o empujando nuevos modelos de negocio es una sensación indescriptible. Por supuesto, también la oportunidad de crear una cultura de empresa propia, con tu equipo, gente que comparte tus valores y tu visión del proyecto. Es algo que me apasiona y que no cambiaría por nada del mundo. Mi vida como trabajador por cuenta ajena acabó hace cinco años y no parece que vaya a volver.
EL MUNDO DEL EMPRENDIMIENTO ES, EN ESENCIA, CAMBIO Y ADAPTACIÓN A ESE CAMBIO