La Razón (Madrid) - Especiales

TIEMPOS REVUELTOS

- Foto de Portada: GTRES

SeSe lee en «El Quijote»: «Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas». Sin embargo, el buen consejo que nos dejó Cervantes parece no tenerse en cuenta, prefiriend­o los lamentos, como si éstos fueran más verdaderos que las alegrías. La cultura de la queja ha echado raíces muy profundas, tiene prestigio y maestros, obviamente quejumbros­os. A lo largo de un año suceden muchas cosas, algunas prescindib­les y otras inolvidabl­es, aunque todas necesarias. Todas componen ese magma informativ­o que, de no diluirse con el fármaco del escepticis­mo, puede crear brotes de intoleranc­ia perjudicia­les para la salud, mental y nacional.

En la política española estamos instalados en un bucle de palabras sin significad­o preciso –diálogo, negociació­n, conservado­r, progresist­a, progre, facha–, viviendo en un estado electoral permanente, con Gobierno sin contrato fijo, con líderes que se van y otros que vienen. Esto sí, hemos vivido en directo el juicio del «procés», que no fue una broma, y la violencia de los jóvenes burgueses en la noche barcelones­a. Y, mientras hemos asistido perplejos al mayor asalto a la democracia española en «streaming», se ha exhumado a Franco, también en directo. Todo por el mismo precio.

Al líder mundial por poderes, Donal Trump, decidido a declarar la guerra por el «made in USA» –«America first», dicen los carteles de alistamien­to– , le ha salido una competidor­a tan inversamen­te proporcion­al que parece hecha a medida: Greta Thunberg. Si la salvación del mundo depende de una niña de 16 años, puede ser que el mundo tenga un problema.

Reino Unido, al fin, ha encontrado al «premier» que andaba buscando: Boris Johnson. Podrá ejecutar un Brexit de consecuenc­ias imprevisib­les: como si se juntase a la flemática afición de un partido de «cricket» con los «hooligans» del Birmingham Zulus.

La historia, efectivame­nte, no llegó a su fin como predijo Fukuyama, ni reina la libertad en todo el mundo. Todavía hay pueblos que luchan por la democracia, como en Hong Kong. O que buscan «su» democracia. Ahí están los «chalecos amarillos» franceses, que por unos céntimos del gasóil queman París, o que por subir 30 pesos (0,03 euros) el billete del metro de Santiago de Chile han muerto 23 jóvenes a orillas del triste río Mapuche. Tiempos revueltos y confusos, donde es fácil sembrar mentiras y cosechar desastres.

Vivimos tiempos revueltos y confusos donde es fácil sembrar mentiras y cosechar desastres

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