La Razón (Madrid) - Especiales
Las venas abiertas de un continente
ÁNGEL SASTRE
LasLas primaveras latinoamericanas aún están en gestación con un final impredecible. En un continente con enormes diferencias y con las venas todavía abiertas, las revoluciones suelen estar teñidas de sangre, acometidas por estudiantes y reprimidas por tiranos. No suelen ser marchas del hambre, más bien las protagoniza la clase media, cansada de Gobiernos corruptos e injustos que fustigan al pueblo. Es una herencia de la colonia que la sociedad no ha sabido revertir, volviendo una y otra vez, recurriendo a modelos liberales donde «no hay chorreo» pese a ciertas etapas de bonanza, o a mandatarios populistas de la peor calaña. En Chile, las protestas que comenzaron en octubre no han parado. Decenas de muertos y un presidente, Sebastián Piñera, que hincó la rodilla y aceptó modificar la Constitución de Pinochet. El fenómeno se viralizó alcanzando a Colombia, donde Iván Duque negocia negocia con los sindicatos. Otros vecinos miran de reojo, como Perú, donde la corrupción y la pobreza son endémicas, o Brasil, donde Jair Bolsonaro ha frenado ciertas reformas ante el riesgo de que los indignados vuelvan a las calles. La que parece dormida es Venezuela, tras las protestas de 2017 y un tercio de la población emigrada, Nicolás Maduro se aferra al poder de manera indefinida sin importale las amenazas de EE UU y un presidente interino, Juan Guaidó, que no encuentra su hoja de ruta. No ocurre lo mismo en Bolivia. Evo Morales huyó a México –luego se instaló en Argentina– después de que la OEA auditara el fraude electoral en las presidenciales.
06 - 10 - 19 Estudiantes chilenos salen a la calle en protesta por la subida del precio del metro