La Razón (Madrid) - Especiales

El califa que murió como un perro

- ETHEL BONET

AbuAbu Bakr al Bagdadi se había mantenido como el hombre «más buscado del mundo» durante los últimos cinco años. El finado líder y fundador del Estado Islámico (Daesh) vio levantarse y caer el segundo «califato» islámico del siglo XXI, después del «emirato» islámico de los talibanes (1996-2001), que también duró un lustro. Más temido que el propio Osama Bin Laden, Al Bagdadi consiguió llevar adelante la yihad global, algo en lo que su predecesor­a Al Qaeda se quedó corta. El autoprocla­mado «Amir Al muminin» (príncipe de todos los creyentes) auguró el nacimiento de un nuevo imperio islámico a su imagen y semejanza, es decir, tan oscuro como la bandera negra del Daesh. En su macabro «reinado» no faltaron espectácul­os grotescos como el de quemar vivos a prisionero­s, las ejecucione­s públicas, el esclavismo sexual de miles de muvarios jeres, los ejércitos de menores –los «cachorros» del Califato– y hasta un genocidio. El también apodado «califa Ibrahim», en honor al primer califa del Islam después de la muerte de Mahoma, llegó a controlar unos 88.000 kilómetros cuadrados de territorio, desde el oeste de Siria hasta el este de Irak, generando miles de millones de dólares en ingresos por el contraband­o de petróleo, las extorsione­s y los secuestros. Sus tentáculos se extendiero­n al África subsaharia­na, donde ha inspirado a grupos extremista­s afines, y hacia Asia central, Afganistán, Pakistán e Indonesia. Posteriorm­ente, el declive de su reino del terror fue estrepitos­o. Como en una baraja de naipes, fueron cayendo una a una las grandes ciudades del Califato, y sus huestes menguaron hasta quedar un puñado de fanáticos, todavía dispuestos a morir por un líder prófugo que no se enfrentó a ninguna resistenci­a. Acabó escondido en un agujero, y cuando un comando de los Navy SEAL (las fuerzas especiales de EEUU) encontró su madriguera, el 27 de octubre, e iba a abatirlo, como una presa acorralada arremetió contra su propia vida y la de tres de sus descendien­tes, detonando el cinturón de explosivos adosado al cuerpo para ir directamen­te al paraíso. «Murió como un perro, como un cobarde», resumiría Trump.

27 - 10 - 19 Un ataque nocturno por parte de las Fuerzas especiales de EE UU mata a Al Bagdadi

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EFE

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