La Razón (Madrid) - Especiales
Castigo para los más crueles
NoNo hay Código Penal que pueda contemplar un castigo proporcional al daño que ocasionan algunas personas. Hay percentiles de dolor que revientan las tablas que fijan la responsabilidad civil subsidiaria. Es así: la Justicia no siempre alcanza a aliviar ciertos vacíos. No existe consuelo. Quizás en una suerte de gesto simbólico hacia esta realidad y las devastadoras consecuencias de la brutalidad del comportamiento humano, el Código Penal español contempla desde marzo de 2015 la prisión permanente revisable (PPR). Se puede aplicar, entre otros supuestos, cuando se comete un asesinato hacia un menor de 16 años o cuando, antes de asesinar, se somete a la víctima a un delito contra la libertad sexual, como es el caso de los dos sujetos de la imagen: Ana Julia Quezada (asesina del niño Gabriel Cruz) y José Enrique Abuín Gey, «El Chicle», (agresor sexual y asesino de Diana Quer). La constitucionalidad de la PPR aún está por ver –el TC debería pronunciarse en breve– y sus detractores sostienen que puede vulnerar los derechos humanos y que en los países donde ya existe la cadena perpetua no han disminuido las tasas de criminalidad. Así, el debate sigue abierto: ¿tiene efecto disuasorio y evita que se produzcan nuevos casos o «solo» sirve para el castigo posterior? Para Juan Carlos Quer, que llevó al Congreso tres millones de firmas para evitar la derogación de esta ley, el hecho de que «El Chicle» no vuelva a pisar la calle es un consuelo: «Este individuo no volverá a atentar jamás contra la vida y la libertad sexual de una mujer. Hoy mi hija Diana sonríe desde el cielo», dijo el día que le declararon culpable.
30 - 09 - 19 La Audiencia de Almería condena a prisión permanente revisable a Ana Julia Quezada