La Razón (Madrid) - Especiales
El loco del que todos hablan
DeDe «Joker» se puede decir de todo. De hecho, se ha dicho de todo. Manifiesto anarcolibertario para unos, proclama nihilista para otros, excusa incendiaria para «trumpistas», retrato de la degeneración del estado del bienestar... Versiones hay tantas como espectadores, que se cuentan por millones en este 2019 que, se quiera o no, es, en lo cinematográfico el año del «Joker». Y no porque sea (o sí) la mejor cinta del año, que en eso hay donde elegir bien, sino porque ha sido la película que más ha dado que hablar y en volumen más alto. Desde su estreno el 31 de agosto en el Festival de Venecia, el huracán del bromista más bizarro del mundo viene arralo sando cuantas conversaciones en torno al séptimo arte tenemos los que gustamos de la cosa. El León de Oro que recibió días después marca un hito: nunca antes una cinta de superhéroes había logrado no ya competir, sino vencer en un gran festival. ¿Pero es «Joker» una película de superhéroes? Más allá de actuar como precuela de «El caballero oscuro», de la saga «Batman», que ha cautivado a la prensa internacional ha sido su manera de despojarse de la herencia previa y recorrer un camino propio, el del descenso a los infiernos de un enfermo mental al que se le cierran todas las puertas. Joaquin Phoenix, el actor torturado por antonomasia del siglo XXI, ha vuelto a concitar la unanimidad incluso en algo tan del gusto de cada uno como lo es inventar de cero una nueva risa (sincopada, inevitable) del personaje de cómic. Habrá que ver si Hollywood está dispuesto a colocarle la corona definitiva (la del Oscar) a la cinta de Todd Phillips. Tiene buenos competidores: «El irlandés», «1917», «Historia de un matrimonio»... Pero en taquilla ya ha recaudado 1.055 millones de dólares. Costó 62. Para volverse loco.