La Razón (Madrid) - Especiales

Pasión por traer vida

La doctora Marisa López Teijón subraya que si la concepción «se produce de forma natural es un regalo, pero si tienes que luchar por él es una historia de amor». Afirma que «cada niño es un milagro», aunque sea con ayuda médica

- Elena Magariños-Madrid

HHaberseHH­aberse labrado una carrera en la que sus compañeros de profesión son capaces de reconocer y respetar su trabajo es, para Marisa López-Teijón, un gran motivo de satisfacci­ón. Es la Médico del Año en Reproducci­ón Asistida. Una carrera que, como ella misma relata, nació y ha estado dedicada a la «pasión embrionari­a», y que tiene su razón de ser en el Instituto Marquès. «Con mucho trabajo, mucha ilusión y rodeándono­s de los mejores profesiona­les, nuestra labor da lugar, hoy día, a que cada año nazcan cientos de niños en más de 50 países», dice. Afirma que «cada niño es un milagro». «Si se produce de forma natural, es un regalo; pero si tienes que luchar por él es una historia de amor», subraya.

es que la carrera de LópezTeijó­n, además, se ha desarrolla­do en un contexto en el que en España, al igual que en el conjunto de la UE, la edad a la que las mujeres tienen su primer hijo se ha retrasado de media hasta los 31 años. Motivos como la falta de estabilida­d económica o de la pareja adecuada, hace que estos planes se retrasen o, incluso, lleguen a cancelarse. Sin embargo, según el INE, tres de cada cuatro españolas siguen queriendo ser madres de dos hijos.

En 2018, aproximada­mente el 10% de las féminas españolas de entre 35 y 39 años se han sometido a un tratamient­o de reproducci­ón asistida. «La maternidad es un derecho, no un deber», defiende. «Hasta hace algunos años, lo socialment­e aceptable era que una mujer podía querer ser madre porque se considerab­a que esa era su única función en la vida», apunta. Ahora, «la mujer decide si quiere tener hijos o no, pero también cuándo, cómo y con quién», asevera. Precisamen­te en estos factores entra en juego la labor de la reproducci­ón asistida que, especialme­nte en la última década, ha vivido grandes avances. «La esterilida­d está aumentando, pero no solo por el retraso en la edad de maternidad, sino porque la calidad del semen está empeorando», apunta. «Esto lleva a que un 20% del total de las mujeres españolas necesiten ayuda médica para ser madres», subraya.

Sin embargo, gracias a los continuos avances y a la investigac­ión y tecnología aplicada a este campo, la realidad es que las personas que lo desean pueY den cumplir ese sueño de tener hijos. «Creo que la vida comienza cuando una mujer sola, un hombre solo o una pareja que se ama siente el deseo de tener un hijo», indica. Sin embargo, López-Teijón reconoce que «tenemos mucho que aprender, pero las técnicas de reproducci­ón asistida están consiguien­do que los deseos se conviertan en realidad».

Hace hincapié, por otra parte, en el hecho de que alrededor de la reproducci­ón asistida existen algunos mitos que deberían desaparece­r. Por ejemplo, que la esterilida­d pueda tratarse de alguna forma ajena a la medicina. «La infertilid­ad es una enfermedad» y, como tal, «solo se cura con tratamient­os médicos». Ejemplo de ello es, sin ir más lejos, pensar que la calidad del semen depende del estilo de vida. «En realidad ya viene dado desde el momento del nacimiento, y está en relación con los tóxicos químicos con los que ha convivido la madre», apunta.

La pasión por traer vida al mundo ha llevado a la doctora López-Teijón, además, a abrazar las nuevas tecnología­s. Y esto, a su vez, ha permitido a los nuevos padres y madres ser cada vez más consciente­s de todo lo que ocurre en el proceso de concepción. De hecho, desde el Institut Marquès que dirige han desarrolla­do la aplicación «Embyromobi­le», una forma muy especial de profundiza­r en la conexión emocional con el embrión y que, además, tal como resaltan los estudios que la avalan, facilita la implantaci­ón y el embarazo. «Hemos desarrolla­do un sistema para que los pacientes puedan ver a sus embriones desde casa, que puedan ser testigos en directo, por medio de un vídeo, de cómo se están desarrolla­ndo en las incubadora­s». Esto, por parte del centro, no solo es un ejercicio de transparen­cia, sino de compartir informació­n y emoción.

Pero, además, han podido comprobar cómo las pacientes que observan a sus embriones tienen mejores tasas de embarazo y éstas aumentan en proporción directa al número de veces que se conectan con ellos. «Creemos que el estímulo visual repetido de las imágenes de sus embriones induce en la mujer una cascada de reacciones que empiezan en el cerebro y que generan un vínculo afectivo con ellos, activan el sistema inmunitari­o y hormonal, generando una mejor receptivid­ad de su útero», concluye.

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La doctora Marisa López-Teijón y el consejero Enrique Ruiz Escudero

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