La Razón (Madrid) - Especiales
La bendita o maldita cuenta atrás
►Decía Talavante el día de la presentación en Madrid que no le quitaba todavía el sueño sus cuatro compromisos de San Isidro, que «disfrutaba de cada día de preparación», de esa puesta a punto, de los entrenamientos, del campo, de la puerta cerrada, de la intimidad antes de esa exposición pública que dan las 24.000 almas de Las Ventas. Ya se acerca la hora de la verdad. La del mal cuerpo, la falta de sueño, los nervios, el miedo, la soledad incomprendida, la mirada perdida, el silencio que duele de la Monumental, sus tenebrosos ruidos, las desairadas protestas y quien sabe si ese rugido que hace un tiempo, no tanto encumbró a Alejandro Talavante cuando lo vieron, siendo aun novillero, torear al natural. Los misterios del toreo siguen siendo eternos. Y únicos. Y se repiten, a pesar de que la tauromaquia sea un espectáculo anacrónico en un mundo de locos.