La Razón (Madrid) - Especiales
El camino hacia el futuro
► Andalucía aspira a mejorar sus servicios públicos y la competitividad de sus empresas a través de los avances vinculados a la Inteligencia Artificial
LaLa historia de Andalucía está marcada por varios hitos. Uno de ellos, desde el punto socioeconómico, fue el escaso impacto que tuvo el desarrollo industrial en la región durante el siglo XIX, la época de la industrialización por excelencia. Ese momento histórico marcó una diferencia que aún perdura entre los países ricos –los que se industrializaron-y industrializaron-y los países pobres -los que no lo hicieron–. Incidiendo más en el tema, también surgieron diferencias entre territorios de un mismo Estado, donde aparecieron zonas más favorecidas frente a otras. Andalucía no salió bien parada.
Ese fenómeno se conoce como el «atraso histórico» andaluz y, aunque existan muchos matices que no conviene obviar, existe cierto consenso en que marcó el desarrollo posterior de la comunidad. El Atlas de Historia Económica de Andalucía señala que el cambio estructural decisivo del sistema productivo no sucede sino hasta el último tercio del siglo XX arrastrándose hasta entonces un «atraso» sustentado en la «debilidad del sector industrial y la limitada modernización del sector agrario». Hasta los años setenta del siglo XX la posición de Andalucía en el contexto nacional y europeo sufre un deterioro progresivo en términos comparativos de producción y renta. Diversos análisis fijan a partir de ese decenio el momento en el que empiezan a reducirse esos diferenciales, produciéndose el cambio estructural decisivo del sistema productivo en el último tercio del siglo XX.
En la época actual, la economía andaluza es perfectamente homologable a la del resto de España, aunque existan matices diferenciales con otras regiones, especialmente en cuanto a la alta tasa de paro existente. La nueva economía, caracterizada por la irrupción de las tecnologías digitales, constituye una oportunidad clave para dar el salto cualitativo y no quedarse atrás como ya ocurrió en el siglo XIX. Se trata de un desafió colectivo, en el que la Administración juega un papel importante, basado fundamentalmente en crear un ecosistema favorable al desarrollo de las capacidades tecnológicas como la Inteligencia Artificial, cuyo impacto es y será significativo en todas las esferas: en la empresa, en la administración, en la salud o en la educación, por citar solo algunos de ellos.
La Junta de Andalucía aprobó el pasado 20 de junio la Estrategia Andaluza de Inteligencia Artificial (IA) 2030, un documento que aspira a convertirse en el instrumento general de planificación para las políticas de Inteligencia Artificial. Esta Estrategia pretende mejorar la competitividad y posicionamiento del tejido empresarial productivo mediante el uso y desarrollo de la Inteligencia Artificial, incrementar su confianza en su desarrollo y utilidad y dar ejemplo desde la propia Administración Pública a través de la mejora de los servicios públicos.
A diferencia de otros momentos históricos, sí existe en Andalucía el ecosistema empresarial y de investigación adecuado para tener presencia relevante en el desarrollo de la Inteligencia Artificial. El «Informe sobre las capacidades andaluzas en el ámbito de la IA» elaborado en 2021 señala que en la comunidad existen al menos 189 entidades, de las que 110 son de ámbito empresarial (Empresas TIC con establecimiento operativo en Andalucía que desarrollan actividad en el ámbito de la IA, así como empresas no TIC que han incorporado tecnologías de IA en sus procesos, productos o servicios), 56 entidades generadoras de conocimiento y 23 infraestructuras científicas y/o tecnológicas. Además, hay una vertebración adecuada de todo el territorio, toda vez que las las provincias andaluzas cuentan con al menos un parque tecnológico, existiendo un total de 11 repartidos por toda la región.
En este sentido, y de manera más específica, existen diversos Centros y hubs tecnológicos con especial foco en IA como el AIR Andalusia y el Aimpulsa en Granada, Agrotech DIH en Córdoba o la Fundación Instituto Ricardo Valle de Innovación en Málaga.
Las bases de la Inteligencia Artificial (IA) se remontan a la década de 1950 si bien está viviendo un desarrollo exponencial en los últimos años, capaz de resolver todo lo que se proponga y de aplicarse a cualquier ámbito. Parece un proceso irrefrenable porque la Inteligencia Artificial ha creado una nueva interfaz hombre-máquina, basada en pedir lo que queremos en lenguaje natural y esa nueva relación supone un cambio completo de paradigma.
Aún desconocemos el impacto real que tendrá la Inteligencia Artificial en el futuro de la sociedad, de ahí que también haya voces que reclaman que se tenga en cuenta cuenta los aspectos legales, éticos y sociales de su aplicación generalizada, así como los riesgos de su uso: sesgos discriminatorios provocados por datos mal empleados, deshumanización, la opacidad en la toma de decisiones introducida por los propios algoritmos o bien la vulneración de la privacidad. En el siglo XIX hubo movimientos sindicales que rechazaron el trabajo de las máquinas durante la industrialización de las fábricas; la Inteligencia Artificial tiene el reto de acompañar su desarrollo al bienestar del conjunto de la sociedad. Y, en este camino, Andalucía no quiere perder el tren.
En el siglo XIX, el desigual proceso de industrialización provocó la aparición de zonas ricas y pobres
En la actualidad, sí existe en Andalucía un ecosistema empresarial altamente capacitado