CUATRO DÍAS SIN ‘SMART’ EN EL ‘PHONE’
¿Está pasando la emoción de estrenar un teléfono nuevo? No, obviamente. Apple, Google y Samsung han tomado el volante de la sociedad y ya no van a soltarlo. Pero algunos jóvenes (de entre 16 y 24) están usando sus smartphones algo menos que hace un año (seis minutos menos al día, concretamente), así que no está de mas pensar un poco. Inspirado por esto, hace poco cambié mi iphone por el nuevo Nokia 3310, una actualización del icónico modelo del año 2000 que vendió 126 millones de unidades. ¿Qué ofrece este revival? Una batería que dura un mes; cuatro colores, el mítico juego de la serpiente… y ya. Ni email, ni apps, ni redes sociales. El primer día, jueves, estuvo plagado de miradas de sorpresa y comentarios mordaces. “¿Pero qué demonios es eso?”, fue la pregunta más repetida. La gente no podía entender por qué no llevaba un smartphone, pero les divertía que tuviera el juego de la serpiente. Durante la cena, el camarero señaló el teléfono y dijo: “Qué bonito… ¿es vintage?”. No estoy seguro de qué quiso decir. Más tarde intenté pedir un taxi, pero no pude, así que me fui en metro. El viernes, día de f esta, fue una prueba más real. No tenía forma de ver el tiempo que iba a hacer, saber cuándo iba a llegar el autobús o a qué hora ponían Star Wars en mi cine favorito. Tenía que ir ‘a la aventura’, como se había hecho durante siglos. Y tampoco fue un drama. Cogí una gabardina por si acaso llovía, consulté los horarios en la parada de autobús y llegué al cine y pregunté en la taquilla. No me ocurrió nada malo, y si de repente pensaba en consultar mi Instagram, pues me dedicaba a hacer otra cosa. Dado que toda la correspondencia se hace ahora a través de las redes sociales y aplicaciones de mensajería, solo recibí tres llamadas y un par de mensajes de texto en todo el fn de semana. El amigo con el que iba a ir al cine me había mandado unos cuantos wasaps y, como no le contesté, se quedó preocupado. Me llegó a preguntar si estaba muerto, aunque lo cierto es que tardó cinco horas en llamarme para saber si realmente seguía vivo. Quizá eso sea lo mejor que tiene este Nokia: obliga a la gente a llamarte. Tras cuatro días, la conclusión que saqué es que la tecnología no es mala, ni la vida antes era mejor. Solo se trata de usar tu smartphone un poco menos. Con que tus amigos y familiares sepan que no estás muerto es suf ciente.