Esquire (Spain)

WHITE REVIVE

¡YA ERA HORA, TÍO!

- POR ORIOL RODRÍGUEZ

La mitad de The White Stripes, Jack, vuelve tras cuatro años de silencio.

Jack White pone fin a cuatro años de silencio creativo con la publicació­n de su nuevo disco ‘Boarding House Reach’ .Y aún hay más: vendrá en julio para presentarl­o a lo grande.

Jack White salvó el rock’n’roll. A finales de la década de los 90 el rock independie­nte era un enfermo terminal. El grunge se había pegado un tiro en la cabeza y solo ofrecía medianías insoportab­les como Nickelback, Staind o Creed. En Inglaterra las cosas no iban mucho mejor. Graham Coxon abandonaba unos Blur que poco después decidían separarse. Y tras grabar dos discos antológico­s y uno medio aceptable, Oasis nos entregaba trabajos infumables como Standing on the Shoulder of Giants (2000). Y entonces apareciero­n ellos, The White Stripes. Meg y Jack. Blanco y rojo ( y negro). Rock y Roll. Ella casi no sabía mantener el tiempo con las baquetas, pero había algo que la hacia especial. Él, presencia hipnotizan­te, era pura genialidad a las seis cuerdas. Juntos eran irresistib­lemente irresistib­les. Además, había ese halo de misterio que rodeaba su relación: ¿ eran matrimonio? ¿Eran hermanos? Tiempo después, el Detroit Free Press reveló que Jack y Meg se habían casado el 21 de septiembre de 1996, tomando él, John Anthony Gillis, el apellido de su esposa, Megan Martha White. En el mismo artículo se explicaba que la pareja se había separado cuatro años más tarde, el 24 de marzo de 2000. Pero sí, en 1999, cuando todos se habían dejado convencer de que Dios era un DJ, esta pareja de Detroit (¿existe un formato de grupo más cool que una pareja?) irrumpió en escena y salvó el rock’n’roll.

REFERENCIA Y REVERENCIA

The White Stripes debutaron tímidament­e con un álbum homónimo en 1999. Tan solo un año después editaron su segundo y mucho más notable largo, De Stijl (2000). Y entonces todo explotó. Escondite de sencillos imbatibles como Dead Leaves and the Dirty Ground, Hotel Yorba, Fell in Love with a Girl o We’re Going to Be Friends, el disco White Blood Cells (2001), la tercera referencia de estudio de Jack y Meg White, se reveló como uno de los mejores discos de todos los tiempos. Un álbum antológico que del rock de garaje al country, del soul al blues… era como una viaje a través de lo más excelso de la música norteameri­cana del siglo XX. Un título ( que debería ser materia obligada de estudio en todas las escuelas) que descubrió a Jack White como uno de los mayores talentos de su generación e hizo de él una figura de referencia y reverencia. The White Stripes ampliarían su catálogo de incunables con Elephant (2003), disco que se abre con el tremebundo riff de Seven Nation Army (ahora coreado hasta por hooligans afónicos en los goles sur de los estadios de fútbol), Get Behind Me Satan (2005) e Icky Thump (2007),

‘White Blood Cells’ (2001) descubrió a Jack como un talento imprescind­ible

momento en que Jack decidió proseguir su carrera sin Meg.

Antes de separarse artísticam­ente de Meg, Jack ya había sido infiel a The White Stripes con The Raconteurs, banda que formó con sus colegas de Detroit Jack Lawrence, Brendan Benson y Patrick Keeler. Publicaron dos buenos discos de rock garajero: Broken Boy Soldiers ( 2006) y Consolers of the Lonely (2008). Luego formaría los aún en activo The Dead Weather, algo así como un supergrupo en el que también milita Jack Lawrence y que completan Alison Mosshart de The Kills y Dean Fertita de Queens of the Stone Age. Tienen tres álbumes muy recomendab­les de blues rock: Horehound (2009), Sea of Cowards ( 2010) y Dodge and Burn (2015). Pero donde más ha destacado Jack White, también propietari­o de Third Man Records, discográfi­ca con la que publica sus discos y los de sus artistas favoritos en exquisitas ediciones en vinilo, es en su carrera en solitario. En las mismas coordenada­s sonoras que The White Stripe, pero con un lenguaje más sofisticad­o, Jack White se lanzó por libre con Blunderbus­s (2012), disco con el que rozó lo excelente. Como sobresalie­nte fue el siguiente, Lazaretto (2014).

IGUAL QUE MICHAEL JACKSON

“Quería escribir un disco de la misma manera en que lo haría Michael Jackson”, explicaba Jack White en marzo pasado a la revista New Yorker. “En lugar de escribir las partes de los instrument­os por separado o tararear melodías, tenerlo todo en la cabeza y pensar en las canciones en toda su globalidad”. Ya era hora, ¡joder! Tras cuatro años de silencio editorial ( tres si tenemos en cuenta Dodge and Burn, el disco que publicó en 2015 con The Dead Weather), Jack White ha puesto fin a su exilio creativo con la aparición de Boarding House Reach, el cuarto álbum que firma en solitario. Durante el proceso de creación se instaló en un apartament­o de Nashville. Todas las ideas que iban surgiendo las registraba en una vieja grabadora que había comprado con 15 años. Acabó de dar forma al disco en sus estudios Third Man, en Nashville también, y en los icónicos Sear Sound de Nueva York y los Capitol Studios de Los Ángeles. Trece temas de rock independie­nte de cadencia garajera con excitantes devaneos con el blues y el country que el músico de Detroit presentará en directo en España el 12 de julio, cuando recale en el Mad Cool de Madrid.

Su regreso incluye trece temas de rock independie­nte de cadencia garajera

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