Esquire (Spain)

20 AÑOS DE ‘OZ’: LA SERIE CARCELARIA CON LA QUE EMPEZÓ TODO

A Tom Fontana, su creador, le hizo gracia la reseña que definía su hoy mítico trabajo como “una serie que ofendía a Dios”. Solo estaba demostrand­o que con violencia y sexo también se podía hacer televisión.

- POR ALBERTO REY

El edifcio de Friends y el de Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York son paradas obligadas para los seriéflos de turismo en Manhattan. Y eso que son solo fachadas, pues ambas series se grababan, como casi todas, en platós y decorados. Curiosamen­te, los que durante su visita a Nueva York paran a reponer fuerzas en alguno de los locales del concurrido Chelsea Market ignoran que ese lugar es otra localizaci­ón seriéfla mítica: Oz se hizo allí. Las primeras temporadas de la serie creada por Tom Fontana se grabaron en el espacio que hoy ocupan tiendas, restaurant­es y riadas de visitantes diarios. Una buena metáfora también para HBO, la cadena que confió en Fontana para su primera serie dramática, a mediados de los 90. En julio de 1997 se emitió el primer episodio de Oz; el último, en febrero de 2013. Muchos de los que participar­on en la serie admiten que no han vuelto a sentir aquella sensación de libertad creativa, de hito, aunque es probable que entonces pensasen “¿qué demonios estoy haciendo con mi carrera?” al verse en un enorme almacén neoyorquin­o convertido en la penitencia­ría Oswald, grabando una serie que no se parecía a nada. Veinte años después, Oz es icónica y HBO la referencia televisiva máxima.

LA LEY DE LA SELVA

La cárcel de máxima seguridad en la que se desarrolla­ba Oz funcionaba casi como un reality show moderno: el espacio estaba acotado, pero en su interior las normas eran pocas y básicas. Impe- raba la ley de la selva. Tobias Beecher (Lee Tergesen), condenado por atropellar borracho a una chica, lo descubre pronto, cuando su compañero de celda le humilla tatuándole una esvástica en el culo. Los arios son una de las tribus de Oswald, a la que ambos pertenecen. Así empieza la serie con la que HBO se lanzó al drama. Con una cárcel en la que ocurría de todo. Y casi nada bueno.

A Fontana, experiment­ado creador televisivo, le hizo gracia la reseña que defnía Oz como “una serie que ofende a Dios”. Poco imaginaba aquel crítico que la televisión de pago norteameri­cana se volvería una máquina de romper barreras y, según él, ofender deidades. Tras Oz llegaron Los Soprano, A dos metros bajo tierra, The Wire y Sexo en Nueva York, las series que hicieron del cambio de siglo algo real en televisión. Pero fue Oz la que abrió la puerta.

El ario que vejaba al novato es hoy un actor con tratamient­o de estrella. J. K. Simmons, oscarizado por Whiplash, protagoniz­a ahora la sofsticada Counterpar­t. Y Tergesen, el condenado ( en toda la extensión de la palabra) Beecher, es uno de los intérprete­s de reparto más fables de la televisión. Por no hablar de Rita Moreno, leyenda viva que se prestó a interpreta­r a una monja en una serie que supuraba testostero­na bruta. En eso Oz fue también pionera: su universo hiper mas culinizado supo moverse siempre bien entre la crudeza y la autoconsci­encia. Incluso cuando ya se había convertido (era inevitable) en un culebrón carcelario, no perdió su capacidad de escandaliz­ar al espectador.

Tom Fontana consiguió revolver a los espectador­es en sus asientos muchas veces durante las seis temporadas que duró Oz. Pocos han olvidado, por ejemplo, a Chris Keller, el psicópata que interpretó el hoy también estelar Chris Meloni. El manipulado­r Keller y Beecher vivieron un tormentoso romance que todavía hoy nutre algunas páginas de fan fction consagrada­s a la pareja. Pareja con principio y fnal: no es demasiado spoiler decir que la relación no terminó demasiado bien. Para el recuerdo quedaron, eso sí, algunas de las secuencias más osadas vistas en televisión. Violencia y sexo. Con las escenas tórridas de Keller y Beecher, Tom Fontana demostraba que aquello sí podía hacerse en televisión. Simplement­e no se había hecho antes. Aquello y todo lo demás. Todo empezó en un edifcio vacío del neoyorquin­o barrio de Chelsea. Dos décadas después, el Chelsea Market es una atracción turística de primer orden, HBO la creadora de contenido televisivo más prestigios­a del mundo y Oz su mito fundaciona­l.

“La cárcel en la que se desarrolla­ba ‘Oz’ funcionaba casi como un ‘reality show’”

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