LECCIONES DE ESTILO
HABLAMOS CON ALESSANDRO SARTORI, DIRECTOR CREATIVO DE ERMENEGILDO ZEGNA, SOBRE LAS REGLAS DEL ‘TAILORING’, LOS ‘MUSTS’ DEL ‘DRESSING’ MASCULINO Y EL MAGNETISMO DE JAVIER BARDEM, PROTAGONISTA DE SU ÚLTIMA CAMPAÑA.
Son las ocho de la mañana. Todavía no hemos tomado ni un espresso, pero Alessandro Sartori ya ha abordado la manera de anudar una pajarita, el tipo de calcetines que hay que llevar en una ocasión formal, la largura ideal de los pantalones cuando se combinan con zapatos, cuándo se deben dejar los gemelos en casa y si se puede llevar un esmoquin a una boda (respuesta: no). Para el director creativo de Zegna, el tailoring es, más que un trabajo, una pasión. Su destino, casi. Con un apellido que significa “sastre” en italiano, Alessandro nació en Trivero, al norte del país, la misma ciudad en la que Ermenegilo Zegna fundaba, en 1910, su legendario lanificio. Hijo de una modista, cursó sus estudios en el milanés Istituto Marangoni. Tras graduarse en 1989, su primer trabajo fue precisamente en Zegna,
donde, finalmente, pasaría ocho años como director creativo de Z, la segunda línea de la marca. Hasta que Berluti, la firma propiedad del grupo francés LVMH, se decantó por él para diseñar sus colecciones de prêt-à-porter. Tras cinco años en París, el diseñador está, desde 2016, de vuelta en Zegna, esta vez como director artístico de la mainline. Con semejante pedigrí, no es de extrañar que sus conocimientos sobre tailoring sean enciclopédicos. Pero, en una época en la que todo el mundo vive por y para el streetwear y en la que una sudadera de Supreme puede llegar a costar más que un traje hecho a medida, ¿podría la sastrería quedarse obsoleta? “Las prioridades han cambiado. En prêt-à-porter vendemos menos trajes. Sin embargo, nuestros talleres de Su Misura nunca han estado tan ocupados”, confiesa Alessandro. “Antes nuestros clientes igual compraban tres trajes por temporada. Ahora necesitan menos pero, cuando lo necesitan, lo quieren personalizado. Igual nos piden un traje de cachemir en un color tabaco muy particular, o una chaqueta en mohair de lana que no se arruga. El otro día, un chico de unos 30 años me pidió una réplica de un abrigo de su abuelo. Curioso, ¿no? Muchas veces los abuelos son los verdaderos referentes de estilo de esta generación”, comenta con entusiasmo.
DE GIACOMETTI A MILLEPIED
Los iconos de estilo siempre han tenido un lugar clave en el imaginario masculino (más incluso que en el femenino). Según Alessandro, esto se debe a que “nos gusta admirar cómo una persona hace de lo que lleva un look irresistible, a través de su forma de moverse o de su carácter.” Entre los iconos del italiano están el escultor Alberto Giacometti y el artista alemán Joseph Beuys, pero también el bailarín y coreógrafo Benjamin Millepied y, desde hace años, Javier Bardem. Tanto que, esta temporada, le pidió que protagonizara, junto al británico Dev Patel, la campaña de la marca. “Quería dos personas de distintas generaciones y backgrounds, pero con referentes comunes. Javier no solo es una persona fascinante dentro y fuera de la pantalla, además tiene una manera de interpretar la masculinidad a través del estilo muy suya. Cuida mucho su aspecto, pero nunca se deja llevar por tendencias. Para los últimos premios César, por ejemplo, vino al taller y optó por una chaqueta de esmoquin color marfil. Una elección audaz, pero discreta a la vez, porque no escogió el jacquard más brillante ni más barroco, sencillamente una seda con subtonos un poco rosados. Para él, la ropa es una manera más de expresar su carácter.”
La delgada línea roja entre corrección e incorrección sartorial es algo que fascina a Alessandro. “Lo de que las reglas están hechas para romperlas es aún más verdad en moda”, afirma. “Pero, antes de romperlas, hay que conocerlas a la perfección. Para eso hay libros y revistas masculinas, expertas en cuestiones técnicas. Una vez que se dominan, se pueden romper: combinar un traje con deportivas puede ser el colmo del chic o un desastre total, dependiendo de cómo se haga.” Y es que las reglas del tailoring han cambiado. “Antes, un traje era un traje. Hoy se mezcla de manera orgánica con el sportswear: un pantalón puede tener la forma de un chándal pero estar hecho con un tejido exquisito”. Respecto a los básicos que todo hombre debería tener en su armario, el diseñador es rotundo: “Un abrigo estupendo, parka, trench o cazadora. Un buen jersey. Un pantalón ajustado en los tobillos. Unas zapatillas de deporte y unos zapatos clásicos, quizá de suela gruesa.” Él mismo sigue sus propios consejos. “Al principio de cada temporada hago una selección de piezas que llevo a mi modista preferida, Angela, para que me las altere un poco según lo que se lleva. Es una manera sostenible de renovar y, además, el toque humano de lo hecho a mano añade mucho encanto a una pieza”. ¿Es ese el no va más de la elegancia? “Es el no va más del lujo. La verdadera elegancia consiste en ser fiel a uno mismo, y en saber estar y comportarse en cualquier ocasión”, afirma Alessandro antes de añadir, entre risas: “Más simple dicho que hecho, ¿no?”.