L

os dos tipos con barba que están sentados tranquilamente en un bar de la madrileña calle Fuencarral frente a un periodista con una grabadora son los responsables de Cuerpo de Élite. Pero casi nadie conoce las caras de los creadores de la serie que la noche anterior fue líder de audiencia, así que ni selfies ni fans para Cristóbal Garrido y Adolfo Valor. Los guionistas de televisión, ausentes de los photocalls y las alfombras rojas, son desconocidos para un público que, sin embargo, sigue fielmente sus series. “En la tele es imposible que se te alimente el ego”, cuenta Valor, que forma con Garrido uno de los tándems profesionales más rentables del sector. “Nosotros no somos autores per se – reconoce este–. Tenemos una visión comercial de la comedia y eso en las cadenas lo saben”. Por eso lo suyo conecta con millones de espectadores. Garrido vendió su primer guion, una película, a los 20 años. Valor, como tantos otros guionistas, escribía para programas de todo tipo antes de llegar al mundo de las series. Ahora sus nombres son muy respetados dentro de la industria. Y como tantos otros van de dos en dos: en televisión escribir a cuatro manos funciona.

NUEVA FICCIÓN PARA ESPECTADORES PREPARADOS

Es probable que mientras Cristóbal y Adolfo se terminan sus bebidas tranquilamente, a muy poca distancia otros dos creadores televisivos sí estén hartándose a firmar autógrafos: Los Javis. Podría decirse que Javier Ambrossi y Javier Calvo han irrumpido en el panorama como elefantes en una cacharrería si no fuese porque su humildad lo pone difícil para utilizar ese símil. Los responsables de La llamada ( la obra teatral, la película, el fenómeno) sorprendieron con su primera serie, esa Paquita Salas cuya segunda temporada están ya rodando. Popularísimos gracias a eso y a su participación en la última edición de OT (otro megaéxito inesperado), Los Javis son como un pedazo de movida madrileña revivido en pleno siglo XXI. “Nosotros hacemos nuestras cosas”, es como define el chispeante Calvo su universo creativo. Ambrossi se reconoce más analítico. “Yo soy el pesado que se compró todos los libros de guion”, dice tras hablar con insospechada madurez de lo mucho que aprendió de su fracaso como actor. Pero Calvo y Ambrossi no olvidan cuando comenzaron las representaciones de La Llamada en Madrid: “Dábamos las buenas noches a todo el mundo que venía”. Ahora trabajan para Netflix, una marca global.

Plataformas como esa deberían refrescar un sector en el que, como confiesa Marta Sánchez, “hay un tapón que impide la llegada de muchos escritores jóvenes”. Guionista de series míticas como Siete Vidas o Aída, Sánchez recuerda los tiempos precrisis en los que los equipos de guion eran más amplios. No es lo único que ha cambiado. “Ahora el espectador tiene más educación audiovisual”, dice. También hay menos paciencia por parte de las cadenas para dejar que una ficción encuentre su público. Está convencida de que “si ahora se estrenase Siete vidas, la habrían retirado al cuarto episodio”. Por suerte eso no ocurrió y la serie engendró a Aída, en la que Sánchez coincidió con su compañera actual de escritura, Olatz Arroyo. “Un día nos dejaron solas e hicimos una escena en nada”, recuerda Marta. De ahí a compartir cuatro temporadas de Allí abajo. Como tantas mujeres, Marta y Olatz echan de menos “más series no de mujeres, sino con mujeres”