UNA MEZCLA PERFECTA
LA RELOJERÍA ES UN ARTE EN EL QUE SE FUNDEN LA ALTA TECNOLOGÍA CON LA MÁS PURA ARTESANÍA. PANERAI ES EL MEJOR EJEMPLO
Neuchâtel es una ciudad suiza de poco más de 30.000 habitantes. Su ambiente es distendido, jovial, con gente joven, muchos niños y vida más allá de las seis de la tarde. Quizá por esto fue el lugar elegido por Panerai, frma que nació en Florencia (Italia) en 1860 de la mano de Giovanni Panerai, para establecer su primera manufactura allá por el año 2002, un pequeño edifcio que pronto se quedó escaso para el éxito de la marca. Así que el legendario CEO de Panerai, Angelo Bonati (retirado de tal función el año pasado), decidió apostar fuerte y construir una nueva manufactura a la altura del prestigio y exigencias de una de las frmas relojeras que más seguidores tiene en el mundo (conocidos como paneristi). Así, en 2014, se inauguraron las nuevas instalaciones, un flamante complejo de 10.000 metros cuadrados donde trabajan 250 empleados y que es completamente sostenible: se alimenta con placas fotovoltaicas, tiene un sistema de recogida de agua de lluvia y no emite dióxido de carbono. Es tal la implicación de Panerai con la sostenibilidad que si alguno de sus trabajadores quiere ir en coche al trabajo, tiene que pagar 40 francos suizos (incluso el director se traslada en bici eléctrica). Por dentro, pasear por sus instalaciones es un viaje al futuro y al pasado. Por un lado, una gran sala alberga las máquinas más avanzadas (algunas fabricadas expresamente para Panerai, de cuyo valor no dan datos pero que suponemos en unos cuantos millones de euros) que trabajan con precisión quirúrgica, rodeadas de técnicos que vigilan cada segundo que todo el proceso sea perfecto; por otro lado, en otras dependencias, un pequeño ejército de relojeros se afanan en colocar con mimo cada componente del reloj (hay una sección especial dedicada a las altas complicaciones, donde trabajan seis personas). Uno de los lugares más curiosos es, sin embargo, donde peor se trata a los relojes: son quienes controlan la calidad ‘física’ de cada pieza: pruebas de impacto, hermeticidad, magnetismo o fuerza G que duelen solo con verlas. ‘Torturas’ necesarias para unos relojes acostumbrados por su historia (Panerai fue el reloj ofcial de la Marina italiana durante décadas) a soportar las más duras condiciones. Y es que, si eres un paneristi, cualquier ‘cariño’ es poco para tu reloj.