CHEZ GEORGES
Encontrarás de todo en Chez Georges, un auténtico bistró justo al lado de la Place des Victoires. Viudas en Dior vintage, barrenderas devorando el plato del día, banqueros con traje, hipsters con perros pequeños y tontos, estudiantes desaliñados y un puñado de turistas, todos en busca de un almuerzo clásico a buen precio. El menú se escribe a diario, viejos espejos se alinean en las paredes y el suelo está revestido de pequeños mosaicos. Las camareras llevan vestidos negros y delantales blancos, mientras que Arnaud Brouillet, el patrón, luce su propio delantal blanco y largo y vigila todo con una mirada bien curtida. Siempre pido el oeuf en gelée, una gelatina profundamente salada que brilla como el ámbar y tiene encajonado en su interior un huevo cocido envuelto en jamón. Luego, filet au poivre, con pimientos que despejan la nariz y ríos de crema, y una ensalada verde que compensa todo el peso de los lácteos. Y tal vez rábanos con mantequilla y caracoles empapados de mantequilla y ajo o arenque con ensalada de patatas. Sírvete tú mismo.