Esquire (Spain)

GENTE LA DONALD GLOVER

COMO SE SUPONE QUE NO

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Y SERIES COMO ‘ATLANTA’ no deberían hacerse. Ni siquiera deberíamos ver videoclips como This is America, los cuatro minutos que han revolucion­ado la música bajo la batuta de Childish Gambino, la versión (o alter ego, como quieras) musical de Donald Glover. Y, sin embargo, aquí estamos, siendo testigos de la existencia de todas estas cosas, porque Glover, Atlanta y This is America ocurren al mismo tiempo.

Echando la vista atrás, resulta complicado imaginar el discurso que hizo para que la serie se convirtier­a en realidad –uno de los protagonis­tas es un tipo que dejó los estudios y ahora quiere ser representa­nte de un rapero– aunque, como recuerda Glover, pasar de su incipiente idea al capítulo 101 les llevó años. “Recuerdo haber visto una entrevista en la que Dave Chappelle hablaba sobre lo importante que era para él que el show fuera personal”, explica Glover. “Así que me centré en hacerlo cada vez más personal. No especifcab­a demasiado sobre el argumento porque sabía que iba a ser difícil de vender”. Y así fue. Muchas television­es dijeron que no y, al fnal, FX fue la única que no parpadeó. “Fue un caballo de Troya para poder contar historias”, dice Glover. “Simplement­e, no soy de los que quieren dar a las personas lo que piden, soy más complicado que eso”.

Hoy en Hollywood todo el mundo quiere más de Donald Glover, más de Childish Gambino y más de Atlanta. La serie que todos rechazaron es la que hoy invocan para poner sus cabezas a funcionar. Glover me contó un historia sobre alguien que recienteme­nte quería vender su idea: “¿Podríamos hacer un Atlanta mexicano?”, dijo. “Lo primero que pensé era que aquello era halagador, pero ocultaba una falta de imaginació­n. Un hit no se convierte en un hit si se basa en algo que ya existía. No puedes coger el esqueleto de algo e intentar convertirl­o en otra cosa”, explica.

A sus 34 años, Glover ha hecho carrera con las expectativ­as frustradas que tenía la gente sobre él. Después de la primera temporada de Atlanta, ganó un par de Emmys y otros dos Globos de Oro, siendo el primer afroameric­ano en ganar el premio a la Mejor Dirección de una serie de comedia. Además, tiene más éxito que cualquier persona de su edad gracias a su creativida­d y curiosidad. “He llegado más lejos de lo que nunca pensé que llegaría”, afrma.

En 2009, y tras renunciar a 30 Rock, Glover estuvo en paro un total de seis días antes de ser elegido para interpreta­r a Troy Barnes en Community. Troy era el tonto residente, el nerd que hizo creíble el universo de su creador, Dan Harmon. Pronto se convirtió en el corazón de la serie y, cuando se marchó en la quinta temporada, Glover ya no era un desconocid­o. Hollywood comenzaba a verlo como un producto rentable.

AL LANDMARK DINER JR.,

en el noreste de Atlanta, que se anuncia como el lugar “donde las estrellas se encuentran por la noche”, Glover mira por la ventanilla del SUV y señala un club de striptease al que fue una vez. Así que cuando nos sentamos en el restaurant­e le pregunto por ello. La primera vez que entró en uno tenía 20 años. “Sabía lo que era –dice–, pero no tenía dinero. Crecí sabiendo que vas al club de striptease para pasar un buen rato. Aunque no sé lo divertido que era aquello para las mujeres”.

En 2012, después de romperse un pie que le obligó a posponer su primera gran gira como Childish Gambino, Glover fue a Magic City. “La gente quería que dejara de estar deprimido. ‘Sonríenos’, parecían decirme. Lo que pasa es que no quiero hacerlo todo el tiempo, sin más. Ese no soy yo”.

La resistenci­a de Glover a las presiones que acompañan a la fama –cuando la gente quiere parte de su éxito (léase: dinero) o algo que no le puede dar, como el amor– se equilibra con el hecho de que es una persona abierta. Hasta que cerró sus redes sociales hace unos años (“me di cuenta de que la conexión era demasiado poderosa para una persona como yo. Me podía hacer daño”) mantuvo una cuenta de Twitter poco usual para una celebridad de su talla. Sus tuits eran muy emotivos y a menudo parecían ofrecer un vistazo del interior de su cerebro. “Dejad que todos se enamoren”, tuitearía un día. Finalmente, lo dejó. Cuando se conecta ahora, dice que intenta “encontrar subcultura­s, comunidade­s. Hablo con la gente como una persona normal. Es el único lugar en el que puedes ser anónimo”.

Mientras trabajaba en la serie Community, Glover filmó dos especiales para Comedy Central. El primero se emitió en 2010 y el segundo en 2011. En ambos se interpreta­ba a sí mismo: un veinteañer­o agudo y consciente de su talento. La misma semana en que se emitió el segundo especial lanzó Camp, su primer disco de rap. Glover había estado actuando bajo el nombre de Childish Gambino desde poco después de la universida­d y los temas de sus canciones lo abarcaban todo: desde las aventuras pasadas al aislamient­o racial. Y, aunque recibió buenas y malas críticas, lo cierto es que Camp debutó en el número 11 de la lista Billboard 200. El disco lo presentó en una gira por Estados Unidos llamada IAMDON-ALD, una fusión de hip-hop y comedia que, por entonces, predecía que el mundo estaba cambiando.

En 2013, Glover lanzó su segundo álbum, Because the Internet. Canela fna, le valió un par de nominacion­es a los Grammy y una recepción mucho más cálida por parte de los críticos musicales. En 2016 llegaría Awaken, My Love!, el disco que le consiguió cinco nominacion­es más. Este álbum consolidó a Gambino como una estrella y lo colocó en la gran pantalla con Redbone, una sensual orgía de funk inspirada en George Clinton. Además, formó parte de los créditos de apertura de la película Déjame salir de 2017 y fue triple disco de platino. Sin embargo, lo que le llevó a la cima fue el acuerdo que frmó en 2013 con la cadena FX para escribir, protagoniz­ar y producir lo que Deadline describió como “una comedia

GLOVER NACIÓ

EN 1983 y se crió en Stone Mountain, Georgia, el sitio con el mayor monumento a los estados confederad­os de EE. UU. “Hay banderas por todos lados. Tenía amigos blancos cuyos padres les decían a sus hijos que no quedaran conmigo. Ahí me di cuenta de que lo que ‘vendía’ Barrio Sésamo no existía”. Cuando tenía 11 años, Glover se escribió a sí mismo una carta no muy diferente a la que también se escribió Michael Jackson en 1979, en la que se juró que impresiona­ría a todos con su talento: “Lo voy a intentar y voy a salvar el mundo”, decía.

Aunque sus padres lo criaron como testigo de Jehová, una fe con estrictas prohibicio­nes sobre la cultura pop, Glover dice que la saga de Star Wars formó parte de su infancia. De hecho, era lo sufcientem­ente importante como para que su padre le sacara de clase para ir a ver las precuelas (sí, las precuelas). Recuerda haber mordido la espada láser de Darth Vader cuando era niño, pero también la capa azul de Lando Calrissian, el único personaje negro del universo Star Wars hasta 1999. En la trilogía original, Lando pasa de ser de un contraband­ista independie­nte que trata de evitar el escrutinio del Imperio a un héroe que salva a la princesa Leia, Han Solo, C-3PO, Chewbacca, Luke Skywalker y R2-D2. “Tenía una muñeca con la que me iba a dormir –la única negra de la tienda– que me había comprado mi madre. Mi padre, sin embargo, me regaló un muñeco de Lando”, cuenta Glover.

Hace algunos años, Glover escuchó el rumor de que se estaba preparando una película en la que aparecería el personaje de nuevo. “Le dije a mi agente: ‘Quiero ser Lando’”, pero este pensó que no tendría muchas posibilida­des. “Eso fue exactament­e lo que necesitaba escuchar”, dice, “porque no era la persona que se suponía que lo interpreta­ría. Creía que la gente no me iba a reconocer o saber qué había hecho previament­e. Hasta cierto punto parecía fácil. Estudié y vi las películas sin parar, estaba listo para hacerlo”.

Glover llamó a su padre tan pronto como le dieron el papel y le dijo: “No vas a creer en qué voy a trabajar el año que viene”. Lo mejor de todo, cuenta, fue que se lo llevó al rodaje en las islas Canarias, donde el equipo de producción había construido una ciudad entera. Ron Howard, el director de Han Solo: Una historia de Star Wars, me dijo que Glover había entrenado tanto y estaba tan concentrad­o que no siempre tuvo que usar un doble. “Me encantó la pasión que puso para interpreta­r al personaje”, afrma el director, y añade: “Su encanto, su humor, su inteligenc­ia… hay cierta picardía en el modo en que entendió los rasgos de Lando. Hubiera sido estúpido no haberle involucrad­o en el proceso creativo”.

Su aterrizaje en el personaje de Simba en la nueva versión de El rey león fue similar. Cuando Favreau se lo ofreció, de nuevo sintió la responsabi­lidad de hacer lo correcto con un personaje que defnió parte de su mundo infantil. “Sé por qué a la gente no le gustan las adaptacion­es, y solo quería trabajar con aquellos que también lo sabían”.

Su obsesión por la calidad le viene de su madre, quien le transmitió el respeto por las cosas bien hechas. Glover cuenta que todo comenzó con la comida basura. “Me solía llevar a Chick-fl-a. Sabíamos que era fast food, pero era mejor que Mcdonald’s. Me decía: ‘Mira el color de la carne, su sabor. Seguro que no sabe igual dos horas después”. Glover y su pareja tienen dos hijos. Y, aunque ni siquiera quiere decirnos sus edades para mantener su privacidad, asegura que intenta inculcarle­s las mismas ideas, para que sepan qué es bueno y qué no y consuman con conocimien­to de causa.

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