Código estelar
¿Quién juzga los delitos en el espacio? Hablamos con un abogado experto en derecho extraterrestre (no es coña).
¿De qué nacionalidad será el primer bebé nacido en Marte? ¿Quién juzga un delito cometido en el espacio? Un exclusive grupo de abogados expertos en leyes espaciales están asentando las bases que regirán nuestras relaciones interestelares. En Esquire hmos hablado con uno de ellos es lo que nos ha contado
Anochecer de verano en la playa. Una pareja está sentada sobre la arena tibia mirando cómo se eleva la Luna sobre el mar. En un arranque romántico, una le dice a la otra: “Te regalo la Luna”. No sé ustedes, pero si yo paso por allí, me paro y en tono firme le digo: “Eso no es posible. El tratado de 1967 sobre los principios que rigen la actividad de los estados en la utilización y exploración del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, prohíbe la apropiación de la Luna. Y surge del derecho civil que nadie puede regalar algo que no le pertenece. No les molesto más”. Así inicia su charla TED Juan Cruz González Allonca, uno de los escasos abogados espaciales (según su propio testimonio, cinco o seis) que existen en el mundo. Sí, no es una broma: existen.Y se trata de una profesión a tener muy en cuenta en el futuro próximo. ¿La razón? El propio González Allonca,
desde su despacho en la Universidad de La Matanza de Buenos Aires, donde es docente, nos lo explica: “Actualmente estamos inmersos en la nueva era aeroespacial o New Space, como se denomina en EEUU. Esto implica que la exploración espacial ya no es exclusiva de Rusia y EEUU como antes. Cada vez hay más países en desarrollo, como India, que participan de ella.Y el sector privado ha entrado de lleno. Desde empresas grandes como Google, Amazon o Space X (del CEO de Tesla, Elon Musk) hasta otras más pequeñas que tienen su propio satélite, ofrecen servicios en órbita o construyen cohetes”.
Es el caso, por ejemplo, de la empresa española PDL Space, que recientemente anunciaba que había desarrollado un cohete low cost, al que ha llamado Miura y que asegura lanzará en pruebas desde Huelva en breve. Pero ¿se puede lanzar un cohete al espacio sin más?
“Esa es la cuestión. El espacio se está democratizando, lo que hace que haya cada vez más gente implicada en este sector. A mí cada día me consultan más empresas pequeñas de este tipo, que llegan al espacio gracias a que el desarrollo tecnológico permite ahora construir satélites o cohetes más baratos.Y todo esto tiene consecuencias legales que hay que tener en cuenta. Hay que adelantarse y crear marcos legales para afrontar estos desafíos y otros que están empezando a ser inminentes, como el uso racional y sostenible del espacio”, explica.
ATASCO INTERESTELAR
El 28 de mayo de 2019, medios de todo el mundo se hacían eco de un ‘fenómeno astronómico’ que se había observado en el cielo desde gran parte del planeta. Esta vez no se trataba de una lluvia de estrellas o del paso de un cometa, sino de la visualización de los 60 satélites de StarLink, el ambicioso proyecto de Elon Musk que pretende crear una enorme red de Internet de banda ancha. Otros dos lanzamientos similares después, el pasado febrero (con sus respectivos 120 satélites), provocaron que la prestigiosa revista The Atlantic titulara: “El cielo nocturno nunca volverá a ser el mismo”, en referencia a las luces artificiales que emiten los satélites de Musk y que están enturbiando la visión de la noche estrellada desde la Tierra en muchas partes del planeta. Es un ejemplo muy gráfico de lo que los expertos denominan ‘contaminación espacial’: “La megaconstelación de satélites de Space X obstruyó la visión de las constelaciones de distintos observatorios en la Tierra y generó interferencias en un montón de telescopios de astrónomos. La constelación de Musk está planeada para albergar 42.000 satélites. Solo se enviaron 60 y ya produjeron interferencias.Y, en el futuro, esta sobreexplotación va a generar tres problemas graves: la congestión en la órbita baja de la Tierra, más basura espacial y un alto nivel de contaminación para observar el espacio. Hay que hacer lo posible para que el espacio sea de todos, que lo podamos disfrutar todos y que siempre haya un beneficio para la humanidad de por medio. Además, hay que evitar que su libre disposición haga que algunas órbitas se saturen y después sean intransitables”, apunta García Allonca.
Desde luego, el espacio no se puede convertir en una especie de Oeste americano, en el que quien llegue el primero, tenga derecho de explotación de por vida. Esto, en líneas generales, está regulado desde la década de los 60, cuando la URSS y EEUU, en plena guerra fría, firmaron unos acuerdos vigentes todavía. “Ahora mismo las leyes que regulan el espacio salen de cinco tratados internacionales. El más importante es el Tratado del Espacio de 1967 entre EEUU y la URSS, en el que acordaron que el espacio, la Luna y los objetos celestes no iban a ser objeto de apropiación por ocupación o por reclamo de soberanía. Esto significa que no son de nadie y son de todos, como alta mar o el aire. El derecho espacial es básicamente derecho internacional público, así que la actividad espacial es también cooperación internacional. De hecho, la mayoría de las actividades que hace la agencia espacial de un país, europeo por ejemplo, las hace siempre en coordinación con otros países o empresas. Por eso el enfoque que hay que dar a este tipo de temas ha de ser también de cooperación y de tratados internacionales”, asegura Allonca.
Sin embargo, en los años 70 nadie tuvo en cuenta (tampoco se les pasó por la cabeza) que empresas privadas serían capaces de enviar 42.000 satélites. O que necesitaríamos explotar el espacio en busca de materias primas…
SOY MINERO
“La humanidad está limitada en la exploración espacial porque no puede llevarse de la Tierra todos los recursos que necesita para llegar hasta Marte, por ejemplo, así que va a necesitar encontrar agua y combustible en el espacio, y más concretamente en los asteroides. Estos se van a convertir en una especie de estación de servicio a la que iremos a repostar agua, material para hacer herramientas, etc., para poder seguir explorando el Sistema Solar.Y también es una gran fuente de materias primas que escasean en la Tierra”, explica González Allonca. Pero ¿quién regula el uso y disfrute de estas ‘estaciones de servicio’ y la explotación de estas minas? En los últimos años ha habido cierta polémica al respecto, porque países como EEUU y Luxemburgo han sancionado leyes que permiten este tipo de actividades a sus ciudadanos, aunque no tienen competencias en el espacio, porque este está regido por el derecho internacional.
“La regulación de este tipo de actividad debe surgir del derecho internacional y no de cada país, porque entonces el espacio sí se convertiría en una especie de far west. El que llegue primero a un asteroide podría explotarlo sin más. Pero ¿quién determina quién fue el primero en llegar? Lo más justo es garantizar el uso responsable. Según el Tratado del Espacio, el uso, la explotación y exploración del espacio ultraterrestre debe hacerse en provecho de toda la humanidad. Así que, en teoría, quienes quieran extraer algún tipo de metal pesado de estos asteroides deberán repercutir el beneficio que saquen por el bien común, aunque todavía no sabemos cómo se va a hacer. Es un principio recogido en el Tratado Fundamental, pero no hay una norma que lo reglamente. Este es uno de los debates que tenemos entre manos hoy mismo los abogados espaciales”, apunta González Allonca.
Otra de las obsesiones de Elon Musk y su empresa espacial es la colonización de Marte. Con ese objetivo, está preparando cohetes capaces de llevar 100 personas y 100 toneladas de material.Y es que empezar de nuevo en otro planeta no es nada fácil. Para ello, pedirá voluntarios que es muy probable que no vuelvan y que se establezcan allí para siempre. Fabulando, es fácil imaginar que esa colonia marciana podrá convertirse en un refugio de forajidos, como lo fueron los primeros estados americanos. ¿Y qué nacionalidad tendrá el primer bebé nacido allí?
“Bueno, pues a todo eso es a lo que estamos tratando de adelantarnos los abogados espaciales. Son cuestiones a las
que la academia de investigación en la que trabajo (Alada, Asociación Latino Americana de Derecho Aeronáutico y Espacial) está intentando dar soluciones. Por el momento, sigue rigiendo el Tratado del Espacio, y el bebé sería de donde sea el objeto espacial en el que se produjera el nacimiento. Pero a partir de ahora se van a multiplicar los conflictos y las problemáticas, lo que hace necesario establecer algún tipo de cambio jurídico que pueda resolver todas estas cuestiones, al margen de las legislaciones nacionales de cada país”.
GUERRA EN LA GALAXIA
Otro problema acuciante es la militarización del espacio. Hasta el momento, siempre hubo presencia militar: en forma de satélites espía, de comunicaciones militares y demás, pero este tipo de relaciones también están cambiando. India, por ejemplo, está realizando ensayos con misiles que destruyen satélites y China ha creado un arma, un satélite denominado Kinetic Kill, capaz de destruir satélites ‘enemigos’ chocando con ellos.
“La solución a esta problemática es muy complicada y también está sobre la mesa. No sé qué será más eficaz. Lo que sí que tengo claro es que el espacio debe ser un lugar de convivencia pacífica. No puede dejar de ser un lugar en el que haya presencia militar para convertirse en un campo de batalla, y parece que ahí es hacia donde vamos. Además, hay que tener en cuenta que, al contrario de lo que pasa en las películas de La guerra de las galaxias, cuando se destruye ‘una nave’ (o satélite) enemiga no desaparece, sino que sus restos crean una nube de desechos que empiezan a orbitar sin rumbo, de manera que pueden darle a cualquier otro satélite, incluso a uno propio. Las armas que se están desarrollando buscan destruir satélites por contacto o dejarlos ciegos interfiriendo su frecuencia o sus instrumentos. Esto está prohibido, en teoría, pero como hasta ahora nunca se había hecho, no hay jurisprudencia al respecto.Y lo que ha anunciado ahora Trump, su Spaceforce (una especie de ejército que asegure la supremacía de EEUU en el espacio), no va a hacer más que agravar la situación.Va a haber contestación por parte de Rusia y de China y se va a liar una buena. Eso es otro de los grandes desafíos del derecho espacial: mantener el uso pacífico del espacio”, asegura González Allonca.
EL PRIMER DELITO ESPACIAL
La astronauta estadounidense Anne McClain lo había conseguido. Formaba parte de la tripulación de la Estación Espacial Internacional, como era su sueño desde niña. Para llegar hasta allí había estudiado una ingeniería, había orbitado la Tierra 3.264 veces y tenía más de dos mil horas de vuelo. Pensaba pasar a la historia por todo esto, pero nunca imaginó que lo haría como la primera delincuente espacial. A finales de 2019 recibió una denuncia por usurpación de identidad de su expareja, la agente de inteligencia Summer Worden, por acceder a su cuenta sin su consentimiento. ¡Y lo había hecho desde el espacio!
En un caso como este ¿quién tiene competencias? “El Tratado del Espacio dice que los países conservan el control y la jurisdicción sobre los objetos espaciales. De lo que pase en un satélite argentino tiene la jurisdicción Argentina, por ejemplo. Pero la Estación Espacial Internacional la construyeron entre un montón de países, de manera que lo que se ha establecido para resolver conflictos en estos casos es lo que se llama la ‘jurisdicción de objetos espaciales multimodulares’. Es decir, si la persona que comete un delito está en el módulo estadounidense, se va a aplicar la ley de EEUU, pero si está en el módulo japonés, será la ley japonesa la que entre en acción, así que este caso se está juzgando por las leyes estadounidenses. Lo que suceda pondrá en tela de juicio este sistema o sentará precedente. No sabemos”, sentencia González Allonca.
Para solucionar todos estos conflictos que parece que van a ir surgiendo ¿será necesaria una constitución intergaláctica defendida por una suerte de ejército intergaláctico Jedi neutral, a lo Star Wars?
“Bueno [risas], el Tratado del Espacio de 1967 es un poco eso, la carta magna con la que la humanidad ha regido sus actividades allí desde entonces. Contiene los principios fundamentales, como el uso pacífico, de libertad de acceso y utilización, cuestiones de responsabilidad... Pero ahora estamos en el momento de actualizar este tratado, de completarlo. Hasta ahora nos ha servido, pero necesitamos algo más, así que ha llegado el momento de sentarnos para ver cómo van a ser nuestras relaciones en el espacio. Si va a ser un lugar en el que los distintos países vamos a competir o si vamos a cooperar.Y es el momento de que entren en juego otras ciencias, para resolver los conflictos. Hasta ahora el espacio ha sido monopolio de la física, de las ingenierías... Ahora es el momento de dar paso al derecho, los sociólogos, los filósofos, etc., para ver qué vamos a hacer en Marte, cómo vamos a evitar contaminarlo o saturar la órbita baja de la Tierra”, explica González Allonca.
Y cómo vamos a conservar los servicios que tenemos en la Tierra, porque aunque a menudo se nos olvida y nos parece muy lejano, las cosas que ocurren en el espacio son importantes para nuestra vida diaria. Sin satélites no podríamos ver la tele, hacer una transacción bancaria, llegar a un lugar con el GPS... “Yo, cuando intento explicar la importancia que tiene el espacio en nuestro día a día siempre digo que sin satélites no se podría ni encontrar pareja en Tinder”, dice entre risas.
Y termina: “Eso sí, no se pueden establecer muchas analogías entre lo que sucede en la Tierra y en el espacio. Hay que tener ciertos conocimientos científicos para poder intervenir, para poder dar respuesta. Así que tanto los abogados como el resto de los profesionales que se vayan a enfrentar a estos temas deberían tener un tipo de formación muy específica.Y vamos a tener que ser más, porque se van a multiplicar los problemas, pues cada vez hay más presencia del ser humano, y donde hay hombres hay problemas y donde hay problemas, abogados. Somos un mal necesario”, termina.