Esquire (Spain)

NO OLVIDAR

- @joralcalde / @alcalde.jorge Jorge Alcalde

Los que me conocen saben que no me gusta el autobombo.Y vosotros ya me vais conociendo. En estas páginas por las que mensualmen­te me despeño al modo en que Ramón Gómez de la Serna denunciaba que se despeñaban los malos oradores, no abundan tanto los mensajes de autopromo como en otros lares (y como a lo mejor a mis jefas les gustaría). No voy a negar que de vez en cuando se me escapa un dato allá o una noticia acullá sobre lo bien que se nos da hacer algunas cosas. Nunca fui de los que opinan que el buen paño en el arca se vende, quizás porque crecí al cobijo de un padre publicitar­io que me enseñó que ‘vender’ es el oficio más bello y casi el más antiguo de la historia.

Reconozco que el pudor de escribir a la sombra de mi firma y de mis gafas me coarta la pulsión de gritar a los cuatro vientos los éxitos. Me los guardo mejor para el cara a cara, para esa reunión de las que antes de la pandemia eran casi diarias con el amigo anunciante, para esa presentaci­ón con el comité de dirección, para seducir una vez más a la pareja (no hay que dejar de seducir a la pareja nunca). “Os enseñaré a ser modestos, pero no gilipollas”, nos soltó un día en clase el padre Tomás, un agustino regordete y sabio que nos descubrió dos cosas: a Góngora y que, al parecer, decir tacos en clase no era pecado del todo.

Esta carta sí va a ser (atención, spoiler) autocompla­ciente.Voy a hacer promoción, voy a sacar el paño del arca y anunciarlo y celebrarlo. Esta carta ya no es una carta, es un spot publicitar­io. El que avisa no es traidor.

Tengo que anunciar que el equipo de Esquire me ha dado probableme­nte la mejor lección de periodismo, profesiona­lidad, unidad y relevancia de toda mi carrera profesiona­l (está claro que el padre Tomás falló en lo de modesto, espero que no en lo otro).

No se os escapará que el número que tenéis en las manos se ha producido en las circunstan­cias más difíciles en que puede producirse una revista de calidad como es Esquire.Y no solo porque hemos repartido la redacción en docenas de casas desperdiga­das por la geografía nacional, nos hemos tenido que poner de acuerdo en largas discusione­s mirando a la pantalla del Teams, hemos tenido que inventar inopinados mecanismos de control de los textos, las fotos, las ediciones, las correccion­es sin tenernos los unos a los otros físicament­e. Millones de españoles habéis hecho lo mismo con éxito los últimos meses. No es un mérito exclusivo.

Una revista de estilo de vida es una mezcla de música y letra, de tono y ritmo, de razón y corazón, de olfato y estado de ánimo.Y todo eso (la música y el tono y el corazón y el estado de ánimo) iba y venía al tiempo que el virus se esforzaba en dibujar un escenario de distopía de serie B al otro lado de la ventana.

Sé que Teresa, Javier, Álvaro, Álex, Ana, la otra Ana, Carol, Soledad, Carlos, el otro Álvaro, Gonzalo, Rafael, Blanca, Juanjo, Jorge, Samuel, Gustavo y Tor han sufrido y han tenido miedo y se han desesperad­o porque no conectaba el Sophos, y han dudado y se han sentido solos, o demasiado acompañado­s, y han pensado a veces que así no se puede hacer una revista. No lo sé porque me lo hayan dicho, lo sé porque a mí también me ha pasado.

Lo que también sé es que han hecho uno de esos números de Esquire que conservaré en casa toda mi vida (confieso que conservo todos, pero me perdonaréi­s el entusiasmo, ya me entendéis). Un número para olvidar que nunca olvidaré.

Durante estos meses han corrido ríos de tinta sobre la nueva forma de editar revistas. Con medio mundo encerrado en casa, los grandes popes de la edición se han devanado la sesera para encontrar nuevas vías de producción, nuevas formas de generar material, de escribir, de acceder a las tendencias en moda o en tecnología, de relacionar­se con los colaborado­res de prestigio... y es posible que nunca antes se haya invertido tanta creativida­d en este objeto de deseo de papel impreso pegado al lomo.

Enhorabuen­a a todos los compañeros de todas las revistas de la competenci­a que habéis logrado que este medio haya sido, según las encuestas, uno de los preferidos por los ciudadanos confinados del planeta. Hemos aprendido mucho viendo lo que hacíais, pero para llevar al quiosco este número con Jim Parsons en exclusiva en portada en pleno lockdown global, para sacar adelante el primer editorial de moda completame­nte autogestio­nado, para seguir buscando la mejor versión de la vida en mitad de la peor pesadilla y ayudarnos a pasar página, como es nuestra obligación, solo hacía falta una herramient­a que (¡ah, se siente!) únicamente tenemos aquí: la lista de nombres que aparece en la página 8. Esa que nosotros llamamos staff. ¡Gracias!

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