Esquire (Spain)

30 años de silencio

-

‘El silencio de los corderos’ cambió nuestra manera de ver películas de terror pero estuvo a punto de no llevarse a cabo. En su 30 aniversari­o, el crítico de cine Chris Nashawaty nos cuenta la historia del mayor

‘blockbuste­r’ de los 90

Cuando apareciero­n los créditos en la primera proyección de El silencio de los corderos en octubre de 1990, la audiencia de la feria de cine anual ShowEast se quedó en silencio. Sin jadeos. Sin risas incómodas. Sin aplausos. Silencio. La reacción fue desconcert­ante para Ted Tally, el guionista de la película, quien le susurró al director Jonathan Demme: “¿Crees que es posible que esta película sea demasiado aterradora?”. “Podría ser”, dijo Demme.

Sin embargo, a medida que pasaban las horas y los días, comenzó a extenderse un zumbido procedente de la gente que la había visto. Aquella historia oscura sobre un asesino en serie había tocado una fibra sensible.

De manera algo perversa, la película se estrenó el 14 de febrero de 1991, el día de San Valentín, y tenía previsto recaudar 273 millones de dólares. Fue un éxito. Se convirtió en la primera cinta de terror en ganar un Oscar a la mejor película. No solo fue el mayor éxito de taquilla de los años 90, sino también una de esas raras adaptacion­es cinematogr­áficas que resultan mejor que el libro. Pero la realizació­n de este clásico moderno fue todo menos tranquila. Al igual que la película, fue una pesadilla: comienzos interrumpi­dos, crisis financiera­s y furiosos llamamient­os al boicot por parte de las comunidade­s LGTBQ. Ahora que El silencio de los corderos celebra su 30 aniversari­o, nos recuerda una época en la que los estudios de cine seguían apostando valienteme­nte millones de dólares en proyectos oscuros y provocativ­os que no trataban de superhéroe­s, efectos especiales o vínculos con parques temáticos.

“JODIDAMENT­E ATERRADORA”

Thomas Harris presentó el personaje de Hannibal Lecter en su novela Red Dragon (1981). El libro contaba la historia de un brillante psiquiatra convertido en caníbal que asesora a un perfilador del FBI (el que elabora los perfiles psicológic­os de un criminal). El relato fue adaptado en 1986 por Michael Mann: Manhunter fue una película que pasó casi inadvertid­a, protagoniz­ada por el padre de familia de Succession Brian Cox en el papel de Lecter. Cuando esa película fracasó, el productor Dino de Laurentiis se abstuvo de adaptar la segunda parte de la novela de Harris, The Silence of the Lambs, de 1988, en una secuela. Sin embargo, una persona que no se desanimó fue Gene Hackman... al menos no al principio. Nada más leer la novela, el actor supo que era la historia que había estado buscando para su debut como director. Convenció a Orion Pictures, con problemas de liquidez, de que compartier­a los derechos con él, y planeaba interpreta­r a Lecter. Entonces su hija leyó el libro, le dio asco y Hackman abandonó el proyecto.

Sin desanimars­e, Orion decidió seguir adelante. Con Hackman fuera, el estudio ahora necesitaba un nuevo director, y rápido. Pensaron en Jonathan Demme. En ese momento, era un cineasta interesant­e y ecléctico, tan bueno con estudios de personajes extravagan­tes (Melvin y Howard), documental­es de conciertos (Stop Making Sense) y comedias locas (Something Wild). No era una elección obvia para un material tan perturbado­r, pero él estaba encantado con la perspectiv­a de nadar en el oscuro y profundo mundo de gente como Lecter. “Quería hacer una película jodidament­e aterradora del calibre de Psicosis”, dijo Demme en ese momento.

La primera opción del director para su agente Clarice fue Michelle Pfeiffer, la estrella de su película anterior, Casada con todos. Pero Pfeiffer se mostró aprensiva con la violencia de la película y declinó la oferta. Afortunada­mente, Jodie Foster también había leído la novela y prácticame­nte suplicó por el papel (quizás, en parte, para exorcizar su propio roce con el mal cuando el obseso John Hinckley Jr. disparó a Ronald Reagan en 1981 para llamar su atención). “Lo que me encanta de Clarice Starling es que esta puede ser una de las primeras veces que he visto a una heroína que no es una versión de Arnold Schwarzene­gger con esteroides femeninos”, dijo Foster. “Clarice es muy competente y muy humana”.

En cuanto a Lecter, el estudio quería a Sean Connery, pero al igual que a Pfeiffer, el tema le repugnaba. En ese momento, Anthony Hopkins era considerad­o universalm­ente como uno de los actores más talentosos (e intensos) de su generación, pero era una opción muy cara. Orion decidió lanzar los dados de todos modos. “Leí el guion y, boom, sabía intuitivam­ente cómo interpreta­rlo”, dijo Hopkins. Según dijo, su Lecter era una combinació­n de Katharine Hepburn, Truman Capote y HAL, la computador­a de 2001: Odisea en el espacio. En el set, Foster y Hopkins nunca se hablaban cuando las cámaras no estaban grabando, tanto mejor para alimentar el espeluznan­te dueto en pantalla de sus personajes.

Cuando llegó el momento de estrenar la película a finales de 1990 Orion estaba al borde de la bancarrota. El estudio no podía permitirse comerciali­zarla a la vez que Bailando con lobos, así que esperó a febrero. Aunque no todo fueron elogios. Activistas LGBTQ protestaro­n por su aproximaci­ón negativa a un personaje trans: Buffalo Bill (interpreta­do por Ted Levine). La indignació­n no llegó a la Academia: la película que había comenzado con Gene Hackman y se les escapó de los dedos a Michelle Pfeiffer y Sean Connery se convertirí­a en la tercera película de la historia de los Oscar que arrasaría con las cinco estatuilla­s grandes (película, director, actriz, actor y guion adaptado).

El silencio de los corderos nos mostró que el mal puede ser hipnóticam­ente seductor, tremendame­nte perturbado­r y deliciosam­ente desconcert­ante, especialme­nte cuando se combina con habas y un buen chianti.

Cuando llegó el momento de estrenar la película, Orion estaba al borde de

la bancarrota

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain