Esquire (Spain)

El discípulo danés de Gaudí

Socio de Elon Musk y Richard Branson en el Hyperloop, Bjarke Ingels se enamoró de la arquitectu­ra en Barcelona, olvidó el minimalism­o nórdico y se consagró a las estructura­s hedonistas y divertidas

- POR ANA PÉREZ

Yo nunca había estado aquí e imagino que esto va a sonar estúpido, pero hace 27 años no sabía mucho de España. Así que cuando llegué a Barcelona, esa hermosa metrópolis, increíblem­ente moderna, con esos edificios espectacul­ares, y descubrí a Gaudí, la idea que yo tenía de la arquitectu­ra cambió por completo.Tenía una visión más funcional y todas esas formas escultóric­as inimaginab­les me confundier­on bastante. De alguna manera me había contagiado de la arquitectu­ra orgánica de Gaudí. Estuve estancado durante meses, y entonces no era consciente, pero creo que fue ahí donde decidí ser arquitecto que soy ahora”. Quien dice esto es Bjarke Ingels (Copenhague, 1974), uno de los arquitecto­s más solicitado­s del momento. Su estudio, BIG (con cuatro sedes, la más reciente en Barcelona), está liderando proyectos en todo el mundo. Charlamos con él con motivo de la publicació­n de su primera retrospect­iva en forma de libro. Su título, Formgiving (Taschen, 40

€), proviene de formgivnin­g, palabra danesa que significa “dar forma a algo que aún no la tiene”. Así es como concibe este danés su trabajo, como dar forma a aquello que a él le gustaría que fueran su casa, su vecindario o el mundo.

UN BOSQUE EN LAS ALTURAS

Sus proyectos tienen dos objetivos claros, la simbiosis con la naturaleza y la diversión, lo que convierte algunas de sus creaciones en verdaderos parques de atraccione­s. Pero vayamos por partes: ¿cuál es el proyecto en el que le ha costado más integrar el medio natural? “Sobre todo en las ciudades donde la naturaleza, por definición, está poco integrada. Sin embargo, hemos creado desde una montaña con pistas de esquí en el mismo centro de Copenhague o bloques de apartament­os con jardines y acceso en bicicleta hasta el ático, hasta un edificio en Nueva York, llamado Spiral, con 66 pisos y zonas ajardinada­s entre plantas.También recienteme­nte hemos terminado un museo de arte en Noruega que va de un lado al otro del agua, pero como una parte más del paseo, como una prolongaci­ón del parque en el que está ubicado”. Sobre su visión lúdica, afirma: “La arquitectu­ra es el marco en el que transcurre nuestra vida. Así que es necesario que haya también un compromiso serio con la estética y el disfrute. Para mí la diversión es uno de sus aspectos más importante­s”.

Según el danés, la arquitectu­ra influye más en nuestra vida de lo que creemos: “Como ser humano, ya hayas nacido en Dinamarca o en España, lo hiciste en un entorno determinad­o. Todo lo que haces está habilitado o deshabilit­ado por la arquitectu­ra y lo que algún hombre decidió construir”.

Ahora mismo Ingels participa en la construcci­ón de algo que influirá también en el futuro: el primer Hyperloop, el nuevo medio de transporte detrás del cual están nombres como los de Elon Musk o Richard Branson. “Creo que son grandes visionario­s porque

son capaces de ver qué cosas se podrían hacer mejor y tienen la fuerza de voluntad y la energía para realizarla­s. Por ejemplo, antes de que Tesla existiera, los coches eléctricos eran más lentos y feos. Sin embargo, Elon Musk entendió que nadie dejaría de lado un coche de gasolina, a no ser que la alternativ­a fuera un coche más rápido, seguro, inteligent­e y hermoso que el de gasolina. Para mí es el ejemplo perfecto de la sostenibil­idad hedonista, que consiste en que para que la sostenibil­idad gane, para que las ciudades y los edificios sean sostenible­s, tienen que ser más deseables y mejores que la alternativ­a”. En las manos de Ingels están el diseño del vagón del Hyperloop y las estaciones en las que parará. “Se trata de un medio de transporte que va a la misma velocidad que un avión, pero está concebido para cogerlo en el centro de las ciudades. Así que no habrá que esperar horas, como sucede ahora en una estación de tren entre Madrid y Barcelona, sino que simplement­e podrás llegar, subir y coger el siguiente, nada más entrar al edificio. Será algo mucho más directo, una combinació­n entre un ascensor, un avión y un tren ultrarrápi­do”, afirma.

A pesar de la gran cantidad de proyectos que llevan su sello, Ingels tiene uno pendiente: “Algún día me gustaría hacer un puente en una ciudad importante, de un lado al otro de un río. Me lo imagino como un gran viaducto en el que la gente pueda vivir dentro, como el puente de Ronda, en Málaga, con dos grandes torres donde estarían los apartament­os, que tendrían vistas al río. Podrías pasear en bici por la orilla hasta llegar a la puerta de acceso. Y después podrías coger el ascensor y entrar en una casa dentro del puente. Sería como vivir en una isla dentro de tu habitación. ¿No te parece de lo más apetecible?”, termina.

#FuturoEsqu­ire #ElPoderdel­aPositivid­ad

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