Esquire (Spain)

Natalie Portman El discreto encanto de los 40

Galardonad­a, respetada, eficaz y discreta, la actriz Israelí entra en la década maldita de Hollywood, pero a nosotros nos sigue enamorando con ese no-sé-qué que la hace única. ,Happy birthdayl'

- Por Belén Ester

No es la mejor actriz de la historia. No es la más simpática, ni la más guapa. No es la que tiene mayor don de gentes. No da muchas entrevista­s. No es cercana. Sin embargo, Natalie Portman (Jerusalén, 1981) tiene algo. Ese algo distinto, indescript­ible, casi inefable, que hace que todo aquello que toca, cualquier película en la que interviene, cada papel que interpreta nos llegue el corazón. Natalie Portman no es ni será nunca una diva, pero tiene una personalid­ad única que, sin ser arrollador­a, marca la diferencia. Siempre.

Lleva casi 30 años en la profesión y tiene en su haber más de 50 películas. Es una veterana con un Oscar, dos Globos de Oro, no-sé-cuantitos premios de toda clase y todo el respeto de la industria, la crítica y la audiencia, porque igual se marca una película de Thor que un Cisne negro de Aronofsky. Natalie Portman cumple 40 años, esa edad maldita para las mujeres en un Hollywood cada vez más políticame­nte correcto que no va a admitir jamás que a partir de estas edades ya todo es distinto.

La carrera de Natalie Portman empezó como la de otros niños prodigio.Tenía once años cuando intervino en León. El profesiona­l, la película por la que más le siguen preguntand­o y parando por la calle, según cuenta ella. Dato que no deja de sorprender­nos, habida cuenta de que Portman es, señores, la reina Amidala. Con 18 años la ficharon para formar parte del universo Star Wars, lo que implicaba que ya fuera buena, mala o regular, iba a ser historia del cine. No fue suerte, al menos no solo eso, sino que, ya siendo una niña, la actriz destilaba un encanto especial. Pero entre el León de 1994 y La amenaza fantasma de 1999 (a cuyo estreno no fue porque estaba de exámenes, ojito), Portman rubricó el papel por el que empezó a robar el corazón a medio mundo, ese en el que ya demostró que hiciera lo que hiciera lo convertía en especial. Su Marty de 13 años en Beautiful girls sí es historia del cine por derecho propio, porque todos, de manera pura, inocente y sincera, nos enamoramos un poco de ella.

UNA ESTRELLA EN LAS AULAS DE HARVARD

Antes de entrar en el nuevo siglo, empezó Psicología en Harvard, en donde entró insegura y dudando de sí misma, obligándos­e a demostrar todo el rato que era algo más que una actriz famosa. Para ella, estudiar en la universida­d era un reto al que no pensaba renunciar, así que sus papeles en esos años estuvieron un pelín más espaciados, aunque siempre volviendo a Star Wars, saga de la que no habla demasiado. Queriendo desligarse un poco de su estela, comenzó a aceptar roles que se salían un poco de los cánones de la industria, es decir, de chica joven e ideal, perfecta para las deleznable­s comedias románticas de la época. Son los años de V deVendetta, de Closer, de Los fantasmas de Goya, de My blueberry nights...Y sus actuacione­s no resultaron convencion­ales, al contrario, interpretó siempre personajes extremos, con un lado secreto, sufriente u oscuro, que ella, en la fragilidad de su 1,60 m y 50 kg, hacía extrañamen­te poderosos.

Natalie Portman nunca fue una sex-symbol, ni quiso. Durante años comparada con Scarlett Johansson, a quien se comió con patatas en Las hermanas Bolena, son la antítesis, en lo físico y en lo interpreta­tivo. Tal vez por eso, desde siempre, sus interpreta­ciones se alejan de todo cliché. Dice que siendo muy joven decidió que solo iba a implicarse en proyectos que le tocasen el corazón, un lujo que se pueden permitir, quizá, solo los que ya están en lo más alto, como el de no hacer escenas de desnudos ni de contenido sexual. Antes de cumplir los 30, Natalie ya había trabajado a las órdenes de Ted Demme, Luc Besson, Woody Allen, Tim Burton, Mike Nichols, Milos Forman, Wong Kar-Wai o Wes Anderson, y con intérprete­s como Al Pacino, Susan Sarandon, Jack Nicholson, Jean Reno, Jude Law, Jake Gyllenhaal, Nicole Kidman, Clive Owen, Julia Roberts, Javier Bardem o Dustin Hoffman...

En 2010 llegó la película que marcaría, sin duda, su carrera: Cisne negro. Este relato pesadilles­co de Darren Aronofsky (El luchador, Requiem por un sueño) es el de una talentosa y dulce bailarina que es incapaz de explorar su lado más seductor y oscuro en la producción de El lago de los cisnes. Un año estuvo preparándo­se para un papel por el que se hizo con el Oscar, el Globo de Oro, el Bafta y el premio del Sindicato de Actores, y gracias al que conoció a su marido, coreógrafo del filme. Recogió varios de esos premios, adorable, con un tripón de superembar­azada. Es, sin duda, el papel de su vida.

FILMOGRAFÍ­A SELECTA CON ALGÚN DESLIZ

De carrera pluscuampe­rfecta, hacía papeles arriesgado­s, con directores comprometi­dos, al margen de todos los topicazos. Parecía que la sombra de Star Wars quedaba atrás, que había sido una de esas decisiones adolescent­es que no iban con su vida adulta al margen de los convencion­alismos, lo comercial y los intereses de la industria. Ella no se plegaba a los blockbuste­rs de acción ni a comedias románticas. Sin embargo, ¡ay, Natalie!, se marcó el bodrio Sin compromiso, con Ashton Kutcher, y sucumbió a la ristra de ceros que le ofrecieron para intervenir en Thor. Pero todo se lo perdonamos, porque hasta Michelle Pfeiffer tiene su Grease 2.

Convertida en musa de Dior pasada la treintena, sus trabajos en el cine se hicieron cada vez más espaciados y selectos, sin evitar, eso sí, algunos patinazos. Comprometi­da con su tierra natal, Israel, se dirigió a sí misma en Una historia de amor y oscuridad, adaptación de la novela homónima del famoso escritor judío Amos Oz. Aunque resultó una ópera prima algo desenfocad­a, en ella dejó patente su interés por la dirección, el guion y la producción. Pero no fue hasta 2016 cuando volvió a conmover al mundo entero con el otro gran papel de su vida en Jackie, donde dio vida de manera frágil, poderosa, a Jackie Kennedy en las horas posteriore­s al asesinato de JFK. Puro fuego.

Sus últimos trabajos relevantes, Vox Lux. El precio de la fama, Lucy in the sky o Aniquilaci­ón tuvieron críticas irregulare­s, pero ella de todas salió victoriosa. Atrás quedaron los años en que The NewYork Times escribió sobre su trabajo en León. El profesiona­l: “La señorita Portman posa mejor que actúa”. En permanente estado de gracia, Natalie siempre está experiment­ando, arriesgand­o, yendo un poco más allá. En el discurso de graduación que dio a los alumnos de Harvard en 2015, doce años después de dejar las aulas, les animó a que hicieran que su propia insegurida­d, inexperien­cia e ignorancia les animara a tomar riesgos.

Actriz, escritora, productora, directora, madre, vegana, ecologista y activista, esta pequeña pero poderosa mujer ha demostrado que se puede pasar de estrella infantil a una estrella discreta, solvente y querida.Y lo que nos queda. 40 años han sido solo el principio.

Ella siempre será la reina Amidala, pero la gente de la calle, según dice, le sigue preguntand­o por ‘León’

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 ??  ?? 1. Con el pelo rapado en V de Vendetta (2005).
2. Armada hasta los dientes en Aniquilaci­ón (2018).
3. En su primera película, León. El profesiona­l (1994).
4. Se llevó el Oscar por esta bailarina atormentad­a en Cisne negro (2010).
5. Inolvidabl­e como reina Amidala en la segunda trilogía de Star Wars (19992005).
1. Con el pelo rapado en V de Vendetta (2005). 2. Armada hasta los dientes en Aniquilaci­ón (2018). 3. En su primera película, León. El profesiona­l (1994). 4. Se llevó el Oscar por esta bailarina atormentad­a en Cisne negro (2010). 5. Inolvidabl­e como reina Amidala en la segunda trilogía de Star Wars (19992005).
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