¿Paramos un momento?
Cuando el CEO de Apple, Tim Cook, te recomienda una aplicación, ¿qué otra cosa puedes hacer que salir corriendo a descargarla y probarla, aunque la aplicación sea un sistema de creación automática de paisajes sonoros para hacer mindfulness y tú no hayas practicado jamás mindfulness? ¡Qué demonios! Es el CEO de Apple, quizás el hombre que más sabe de apps del mundo, y está sentado delante de ti concediendo en exclusiva para Esquire España la única entrevista que dará a una revista internacional en mucho tiempo. Todos los detalles de la conversación los tienes el interior. A mí me parece realmente significativo que una de las mentes más influyentes del mundo te mire a los ojos y te hable de mindfulness. De los millones de aplicaciones que puedes encontrar en el mercado, quizás habría esperado que termináramos hablando de un programa de monitorización del consumo energético, de apps de asesoramiento en inversiones internacionales, de rastreo de noticias tecnológicas, de mejoras en la productividad de las empresas, de interfaces de relación consumidor-cliente en red...
Pero el CEO de Apple, no en una, ni en dos, sino en tres ocasiones, me estaba recomendando parar un rato a pensar. Relajarnos, conocernos mejor, meditar. Que levante la mano quien, ahora, no esté de acuerdo con ello. A lo mejor resulta que el mundo ha llegado ya a ese punto de inflexión en el que lo único que nos queda es echar el freno. Que todas las revoluciones posibles llevan tanto tiempo en marcha que ya empiezan a chirriarles los engranajes. Hemos ajustado todos los tornillos: hemos repensando a qué llamamos libertad y a qué libertinaje, nos hemos cargado la unidad de la vieja Europa, el trumpismo salta por los aires en EEUU y ahora triunfa la bidenomic, de repente mola hablar de impuestos y de peajes, la ciencia hace experimentos con miles de personas acudiendo a un concierto a bailar y a abrazarse, los Globos de Oro son el nido del nuevo motín del star system contra el star system, las encuestas electorales se ponen a acertar como locas (bueno, menos una) y la figurita de Lladró más vendida es ahora la Princesa Leia. Cuando a nuestro alrededor ya todo es distinto (y que conste que a mí me parece que para bien) solo nos queda cambiarnos por dentro. Así que me he suscrito a la aplicación de mindfulness y ahora tengo un paisaje sonoro que me ayuda a concentrarme en los cierres de la revista. Tañen en mis oídos unas campanitas digitales y la pantalla del teléfono me ofrece una colección de mandalas techies. ¿Seré tonto? ¿Pues no me siento mucho mejor ahora? Será eso, o será que no dejo de leer al pobre Caballero Bonald, que se pasó la vida, él sí, haciéndonos parar a pensar sobre nosotros mismos con ese mindfulness milenario de carne y hueso al que antes de la revolución llamábamos poesía. “En vano recorremos la distancia que queda entre las últimas sospechas de estar solos, ya convictos acaso de esa interina realidad que avala siempre el trámite del sueño...”. Y así hasta el infinito.