SE LLAMA DISEÑO, OIGA
HABLAR DE CARTIER ES HACERLO DE SUEÑOS QUE MUCHAS GENERACIONES DESEAN. AHORA LA BOCA SE LES HARÁ AGUA CON LA EXPOSICIÓN ‘PAVILION OF DESIGN’, EN EL CENTRO CULTURAL CASA DE VACAS DEL PARQUE DEL RETIRO DE MADRID
Como toda gran manufactura, el diseño es el alma. Vale, sí, los entresijos mecánicos son fundamentales, pero a la gente le entra por los ojos lo que ve. Sea una joya, un anillo, un reloj o cualquier artefacto pergeñado para sentirse querido o querida. Cartier, nacida en 1847 en París, se dedicó a ello, a almibarar la vida de las personas con bienes de lujo, esas pequeñas cosas que alumbran muñecas, cuellos y cualquier otra parte del cuerpo. Ahora presentan en Madrid un recorrido por sus iconos, esas piezas que han inventado un estilo, tanto en joyería como en relojería. Siete emblemas que hay que conocer para entender la evolución de los objetos de lujo a día de hoy: Santos de Cartier, Tank, Trinity, Love, Juste un Clou, Panthère y Ballon Bleu. Y otras tantas patentes que ya forman parte de la historia.
DEL TORNILLO AL CLAVO
Metámonos en faena. Se apellida Santos el primer reloj moderno diseñado para ser llevado en la muñeca. El pionero de la aviación Alberto Santos-Dumont le dijo a Louis Cartier, allá por 1904, que quería un ‘bicho’ que le permitiera verlo rápidamente cuando volaba. Nada de especímenes de bolsillo. Y el bueno de Louis lo llevó a cabo. Esa esfera cuadrada con ángulos redondeados y sus tornillos ya forma parte del ansia por conseguir uno. Un código estético inconfundible. Patentaron el sistema Quick Switch que permite de manera fácil intercambiar el brazalete de metal y la correa de piel. Cinco años más tarde Cartier registró la patente de invención de la hebilla desplegable. Y Santos Dumont tan contento.
Así podía ver su reloj mientras volaba
La muestra (del 29 mayo al 20 de junio) repasa la historia de Cartier a través de siete de sus iconos
sin necesidad de sacarse un cacharro del bolsillo.
Aparte del Santos, en este recorrido creativo de Cartier se pueden degustar otras delicatessen, como esa otra firma legal llamada Ballon Bleu, una visión creativa que convierte el círculo en una corona (azul, claro), en algo nuevo.
Nació en 2007 y es la burbuja más famosa del mundo de la relojería. Juego de curvas, grosor, sensualidad... En fin, otra patente en 2019 de su hebilla ergonómica en esta pieza.
Otra joya que se puede vislumbrar en la exposición es Juste un Clou, un clavo, nunca mejor dicho, nacido en la década de los 70 con un espíritu provocador, así eran esos años… Un simple clavo se convierte en epítome de la elegancia. Cinco estrías que aluden a las maneras de una ferretería de toda la vida
Dentro de esa querencia de Cartier por los tornillos, aparece por ahí (en la exposición también) la pulsera Love, con esas líneas depuradas dibujadas por Aldo Cipullo, aquel napolitano que tantos diseños regaló a Cartier, un maestro.
Llega el tanque, otro one hit wonder de Cartier, el Tank, un mito femenino
Cartier, nacida en 1847, se dedicó a pergeñar artefactos que nos hacían sentirnos queridos
rectangular y relleno de puro art déco, Su prototipo salió de la barriga de la manufactura en 1917 inspirado en la sección horizontal de los tanques Renault de la Primera Guerra Mundial. Tradicionalmente los relojes de mujer eran redondos, pero la marca hizo uno que rompió las reglas estéticas. Su esfera muestra todos los códigos de la firma de aquellos tiempos: números romanos, minutería de ferrocarril y agujas azuladas en forma de espada.
Otro par de patentes del diseño de Cartier son el anillo Trinity y el reloj Panthère. En realidad este anillo son tres aros de oro rosa, amarillo y blanco, que se ajustan al dedo como un buen abrigo. Por eso Jean Cocteau llevaba dos en el dedo meñique (también porque se lo podía permitir).
El preciado objeto nació en 1924, obra de Louis Cartier, y sigue siendo un icono de la maison copiado por cientos de marcas a lo largo de la historia.
El capítulo que cierra la muestra responde al nombre de Panthère, otro reloj femenino que ya pertenece al universo icónico de Cartier. Da la hora, pero también es una verdadera joya a la que Jeanne Toussaint dio forma en 1933 cuando formaba parte del equipo creativo de la firma.