Esquire (Spain)

Aún tengo pesadillas con Stephen King

Su último libro, Después, es tan jodidament­e oscuro que no me lo quito de la cabeza. Pasada una semana desde que lo acabé, su final aún me persigue. Analizamos sin spoilers el libro del verano

- POR PILAR MANZANARES

El terror tiene muchas caras. La más real, la más cruel, es la que se ha pegado a mí como una sombra. Desde que el pasado mes de marzo salió la edición en inglés de Después, con el sello Hard Case Crime y su estética pulp, le tenía ganas. El terror es uno de mis géneros favoritos, ya sea en cine o en literatura, y Stephen King es un imprescind­ible. El tipo es capaz de saltarse todos los clichés y aún le sobran recursos para dejarte clavado en el sitio.

Esperar a que la edición española estuviera a punto para poder destriparl­a (sin spoilers) no ha sido fácil: los guiños a It de esta historia –realmente no son guiños, es más bien como si te lanzaran un zapato a la cabeza– me provocaron unas tremendas e inmediatas ganas de compartir en plan: “Ey, ¿habéis visto cuando dice lo de...?”. Pero tenía que esperar a que llegara a los estantes de las librerías el 10 de junio. Tampoco me pareció muy correcto despertar de madrugada a alguno de los fans de King para calmar mis ansias. Así que me mordí los dedos, porque uñas ya no me quedaban, y seguí leyendo sin parar hasta llegar a un final que es #comounaput­abombaatom­ica. De seguro será polémico y habrá quienes lo odien o quienes, como yo, se arrodillen ante él. Junto a la definición de la palabra ‘terror’ debería salir, en Wikipedia y de una vez por todas, la foto de Stephen King.

¿DE QUÉ VA?

Es la historia de un chaval que vive con su madre, una agente literaria (que King utiliza para dar un poco de caña al mundillo editorial, en ocasiones con bastante mala leche y mucha gracia). El chico, en adelante Jamie Conklin, es capaz de hablar con los muertos. Es más, ante sus preguntas, estos se ven obligados a decir la verdad. Una lástima que ellos no puedan desvelarle el secreto que su madre calla y él se muere por conocer.

Cuando creemos saber por dónde va la historia, King pega un volantazo y... una inspectora de policía involucra a Jamie en la investigac­ión de un asesino con ganas de jarana después de muerto. La cosa se complica y Jamie, que desde el comienzo nos cae genial, sufre cosas que ningún chaval debería sufrir. Pero el chico además de majo es duro y aguanta el envite.

DESPIERTA TUS MIEDOS INFANTILES

A estas alturas yo creía haber experiment­ado todos los terrores que es capaz de aguantar un ser humano. King se había encargado de remover algunas angustias infantiles y de sembrar otras que me acompañará­n hasta la vejez. Este original thriller de fantasmas que tuve que leer del tirón, incapaz de soltarlo, produjo en mí una sensación ya conocida: la de esa ansiedad que te crece en el pecho cuando quieres llegar al final de la historia, pero no que acabe tan pronto.Y en esas andaba cuando otro giro –es increíble que haya tantos y todos funcionen– recrudece la historia. En un único párrafo, sin estridenci­as, King es capaz de hacernos ver algo que podría herir la sensibilid­ad del espectador más duro apelando únicamente a nuestra imaginació­n. No quiero decir más. Luego, comienza a desacelera­r. El rey del terror sabe que una montaña rusa no funciona si solo hay picos. Y estalla la bomba...

El final de Después es tan oscuro y tan desolador que tardé en reponerme. Cuando lo hice, di marcha atrás, lo releí y allí seguía esa sensación de horror. El verdadero terror. Definitiva­mente, King sabe cómo coger una pala y pegarte con ella en la cara.

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Después, Stephen King (Plaza y Janés)

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