La mujer, en el centro
Seguro que lo primero que has pensado al ver esta portada es: “Qué previsible. Hacen un número dedicado a la mujer y la portada es rosa”. Razón no te falta, en efecto. Con los ojos de 2021, la asimilación del color rosa con todo lo que tenga que ver con lo femenino es, cuando menos, arcaica (o ‘cuñada’, como suele gustar decir ahora). Pero fíjate bien: el titular es azul, el color, ejem, de los niños. Así que la palabra women está en azul y en el centro de la portada. Genial. Pero volvamos al salón de nuestra típica casa americana, con el niño jugando con trenes de madera en el suelo mientras en la tele Art Fleming presenta Jeopardy! si algo ha caracterizado a ¿Un número dedicado a la mujer? ¿En Esquire? Sí, porque Esquire desde su nacimiento es ir siempre un paso por delante. Lo que ahora es natural (tienes en tus manos, de hecho, el número anual que dedicamos a la mujer como epicentro de la revista), en 1973 era una apuesta arriesgada que, sin embargo, teniendo a Harold Hayes, uno de los padres del New Journalism, como editor, no solo no era arriesgada, sino pertinente. Dentro, contenidos que podrían ser perfectamente actuales, ausentes de cualquier ñoñería y dirigidos, de verdad, a escenificar el protagonismo de la mujer en la sociedad. Artículos, por cierto, escritos en su mayoría por mujeres, salvo uno de ellos, de Otto Friedrich, titulado Reflexiones desde el punto de vista un padre, donde el autor señala que “cuando veo a mis hijas, me veo a mí mismo”. Pues claro.