Esquire (Spain)

Amy Winehouse

Hace diez años que murió la última diva del jazz, pero en Esquire nos negamos a olvidar su talento y el espíritu indomable con el que transitó por la vida. Aquí, algunos de sus triunfos y demonios

- Texto ANA TRASOBARES Fotografía ROB VERHORST

´ Yo siempre estaba sonriendo. Era muy dulce, muy nerviosa y muy buena hasta que cumplí los 9 años. Pero cuando mis padres se separaron, pensé: “Puedo ponerme lo que quiera, decir tacos, maquillarm­e… ¡esto mola!”. Me hice un tatuaje, piercings, me saltaba las clases y me iba con mi novio. Mi madre venía del trabajo a la hora de comer y yo estaba ahí tirada con mi novio desde por la mañana.

´ Me hubiera pegado un tiro en la cabeza si hubiera pensado que era famosa. Ser famoso para mí nunca significó una mierda. De hecho, con Frank (2003), mi primer álbum de estudio, no pensé que iba a tener éxito porque mi música no estaba en esa escala. Claro que fantaseaba con alcanzarla, pero en esos momentos ya pensaba que si lo lograba acabaría volviéndom­e loca.

´Tenía 16 años y me encantaba el jazz. Cantaba con una banda, la National Youth Jazz Orchestra, y estaba enamorada de Sarah Vaughan, Dinah Washington, Tony Bennett... Aprendí a cantar escuchando su música y la de Thelonious Monk y otros muchos solistas.

´Siempre quise vivir sola. Por eso, en cuanto firmé mi primer contrato con una discográfi­ca, salí corriendo a comprarme un piso. Quería una casa en la que relajarme, escribir canciones, poner música, levantarme y fumar hierba todo el día. Eso no puedes hacerlo en casa de tu madre.

´ Mi abuela Cynthia fue la mujer más fuerte que conocí en mi vida. Todo lo que fui se lo debo a ella. Mi fuerza se la debo a ella.

´ Nunca fui una idiota. Fui una chica inteligent­e, tímida e insegura, que hizo cosas estúpidas.

´Creo que habría sido una buena madre, no una de esas madres de mierda. Con 20 años pensé que a los 30 estaría casada, establecid­a y con hijos. Quería tener un montón, por lo menos cinco. Lo que nunca veía era a un hombre involucrad­o... Me imaginaba trabajando desde casa porque allí tendría mi estudio. Y me veía grabando en el sótano, y que los niños bajaban a buscarme e intentaban coger el micrófono para cantar... Hubiera sido muy bonito.

´Cuando escribí la primera canción sobre mi ex, Blake Fielder-Civil, las demás surgieron solas (Back to Black, 2006). Estaba en racha. Con esa tormenta de sentimient­os las palabras fluían. Cuando escribes una canción tienes que recordar cómo te sentías, qué día hacía, cómo olía su cuello... tienes que recordarlo todo. Y cuando rompimos, yo me volví completame­nte loca, enloquecí y fui una imprudente. Todo me recordaba a él: abría la nevera y estaba él; subía las escaleras, veía la sangre en las paredes y pensaba en él... Era de mis puños.

Me enamoré de alguien por el que estaba dispuesta a morir. Estábamos juntos y enamorados, y eso es como una droga, ¿no?

´Con 14 años me recetaron Seroxat y me volví una pirada y una despistada. No sabía lo que era la depresión, solo sabía que a veces me sentía rara. Les pasa a los músicos, por eso escribo música. Tampoco es que estuviera hecha una mierda. Hay mucha gente que sufre depresión y no tiene manera de expresarlo, no pueden tocar la guitarra durante horas para sentirse mejor.

Ganar cinco Grammy y celebrarlo sin drogas fue de lo más aburrido...

Escribía canciones porque estaba mal de la cabeza. Tenía que plasmarlo en el papel para sacar algo bueno a partir de algo malo.

´Las rimas fluyen dentro de mí. Surgen con aliteracio­nes muy bonitas, así que la próxima vez –le dije a Salaam Remi, mi productor, a la salida de una de las clínicas de rehabilita­ción– podemos tener una batalla de rimas y voy a matarte porque soy una samurái. Antes de que me preguntara si estaba borracha, colocada o venía de una juerga, confesé: "Sí, estoy fatal, pero sigo teniendo un montón de ideas, de letras. No sé cómo ni por qué, pero son para el próximo álbum, así que hagámoslo. Te quiero, adiós"...

´No quiero morir, pero cuando eso ocurra me gustaría que me recordaran como una persona genuina que se dedicó a la música, pero insatisfec­ha por no alcanzar el nivel deseado. El 23 de julio Amy Winehouse habría cumplido 37 años. La BBC le rinde homenaje con el documental Amy Winehouse:

10 Years On, desde la perspectiv­a de su madre, y una caja especial con las actuacione­s grabadas por la cadena británica.

´ Nunca fui una idiota. Fui una chica inteligent­e, tímida e insegura que hizo cosas estúpidas”

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