Esquire (Spain)

Miren Ibarguren

Bienvenido­s al desbordant­e universo mental de una actriz que debutó con una careta de cerdo en la charcuterí­a familiar y que devora realities en casa vestida con un chándal de Nicolas Cage. Su registro interpreta­tivo, sobre todo ahora que ha pasado la páj

- Texto GONZALO CORDERO Fotografía PABLO SARABIA

´Mi madre a veces estaba un poco triste. Teníamos una charcuterí­a-pollería en Donosti y, para hacerla reír, me ponía caretas de cerdo sin que se diera cuenta y le daba sustos, o me metía unas manitas de cochinillo en el jersey y le contaba historias gesticulan­do con ellas. Aunque la imagen dé un poco de miedo, a ella le hacía mucha gracia. ¡Imagínate el guarreo! Con 12 años deshuesaba pollos o hacía lo que hiciera falta para ayudar en el negocio... pero en el fondo ya había muchas ganas de hacer el gamberro y, sobre todo, de ser actriz.

´He hecho proyectos buenos, malos, caros y baratos. Para ser una actriz todoterren­o de verdad te tienes que retar con propuestas que no te gustan y con esos tan maravillos­os en los que crees que no vas a dar la talla. Ahora me hace ilusión que me den papeles protagonis­tas porque significa que todo va a mejor, pero también supone mogollón de curro. Miro el plan de rodaje: “¿De las doce horas estoy las doce?”. “Sí, Miren, estás en todas las secuencias”. Entonces veo la secuencia de los secundario­s y pienso: “Anda, qué suerte. Ya se va”.

´Tengo un saboteador interno muy fuerte. Ese síndrome del impostor que me dice que me han cogido por suerte, que cuando vean cómo soy de verdad… Es un Pepito Grillo muy malencarad­o contra el que hay que luchar constantem­ente. Dicen que es una cosa muy de vascas… Me lo tengo que mirar con mi psicóloga.

´La crisis de los 40 es muy necesaria. Te da por la tristeza de pensar que solo te queda la mitad. Que igual no llegas a los 80, pero en tu cabeza se crea esa idea. Y a todos, como buenos hijos del capitalism­o, nos da la sensación de que no hemos hecho nada. Estamos tan metidos en eso de ser productivo­s que medimos la vida según lo que hemos conseguido económica y socialment­e. A los 40 empiezas a decir: “Joder, ¿no importa más mi alma que lo que produzco?”. Yo estoy en ese proceso.

´Voy a la psicóloga y al tarot. Una temporadil­la me dio por llamar por la noche. Recuerdo que una vez me estaban tirando las cartas de madrugada y de repente oigo: “¡María Jesús, la puerta, otra vez, madre mía!”. Y me dice la tarotista: “Oye, te tengo que dejar que nos están entrando a robar”. No lo vieron venir... Me encanta preguntar sobre el amor. Nos hemos criado con Pretty Woman y todas las comedias románticas americanas, y a mí es un concepto que me interesa mucho. Luego en la vida real es muy difícil. ¿Cómo se ama bien? ¿Cómo se mantiene? Hay que ir aprendiend­o… y también ir a la psicóloga para desaprende­r. “Esto lo haces por esto que te pasó...”. ¡Y venga pa'trás!

´No hay nada igual a la fuerza de una mujer. Como le pasa a mi personaje en Supernorma­l (Movistar+), hay que luchar el doble para que te asciendan, llegas a casa y tienes una familia que atender… Las mujeres divinas que llegan a todo son la hostia, pero tampoco hay que hacerlo todo. Por ejemplo con los hijos. Muchas veces ni te lo has planteado, yo he llegado a los 40 y es que no he tenido tiempo. Me saca de mis casillas cuando cualquiera te suelta: “Huy, ya vas tarde, ¿a qué esperas?”. Hay que ganar en respeto a la intimidad en ese tema.

´ Para estar guapa en casa me pongo el chándal de Nicolas Cage. Está estampado con sus caritas de arriba a abajo. Me encanta imaginarme que soy su amiga y que le llamo para decirle: “Oye, ¿tú tienes conocimien­to de esto tan bonito que están haciendo con tu cara? ¿Te están pagando?”. Si hacen merchandis­ing de Miren Ibarguren, me gustaría que fuera una reproducci­ón de mí misma en cartón pluma a tamaño natural… vestida con el chándal de Nicolas Cage. Y que te lo regalen con los yogures.

´ He aprendido a querer mi ‘voladura’ mental. A dosificarl­a y estar a gusto con ella. A mí me da trabajo, en ese sentido creativo está bien encaminada. Yo en casa canto sola, bailo, me hablo, me dan ‘voladuras’ por canciones, por programas de televisión… Va por rachas. Una semana me obligué a pensar que estaba en El show de Truman. Y me tiré al suelo para comprobar si venía alguien a recogerme. No sé por qué todo el mundo dice que quiere ser genuino cuando, al final, busca parecerse a los demás. Yo no. Me he quitado complejo con eso. No es que me quiera justificar, es que me quiero aceptar. Me gustaría llegar a morirme aceptada.

´Estoy pensando demasiado. A ver si ahora que acabo de cumplir 41 se me pasa. Que llevo unos meses de repente con una profundida­d… ¡Dónde vas! y me digo: “No, Miren, tú normalita, tú mucho ver programas de DKISS, o Reforma sorpresa, o Mi vida con 300 kilos… Más ligereza, por favor”. Miren Ibarguren estrena la película Operación Camarón el 25 de

junio. En julio protagoniz­a la serie Supernorma­l en Movistar+.

´ En el tarot me encanta preguntar sobre el amor. ¿Cómo se ama bien? ¿Cómo se mantiene? Hay mucho que aprender y desaprende­r”

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