Esquire (Spain)

El ‘man’ de moda.

MANS, LA MARCA ESPAÑOLA MASCULINA MÁS ESPECIAL DEL MOMENTO, ATERRIZA EN LA PASARELA DE MILÁN. HABLAMOS DE MODA Y DE LA VIDA CON JAIME ÁLVAREZ, SU CEO Y DIRECTOR CREATIVO

- POR CRISTINA RHODES

Jaime Álvarez, el creador de Mans, nos pone al día antes de su desembarco en la Semana de la Moda de Milán.

“Los más sostenible­s eran nuestros abuelos. Aquello sí que era amortizar la ropa”

Llegó a Madrid desde su Sevilla natal para estudiar moda. Se interesó por el diseño desde muy pequeño, y aunque había planeado enfocarlo al mundo femenino, algo tan cotidiano como comprarse un traje para la boda de su hermano le topó de bruces con las carencias de las firmas masculinas: o diseños ultraclási­cos o modernismo exagerado.

Como no encontró el término medio, se propuso crearlo él mismo.

EL NICHO

Mans surgió de aquella anécdota y de un sorprenden­te trabajo final de carrera. Jaime desarrolló la colección y la imagen corporativ­a, fabricó hasta las etiquetas y muy poco tiempo más tarde se lanzó a vender las prendas. Desde entonces han pasado cinco años. Un corto periodo que en realidad ha dado para mucho. Vanguardia, premios y un gran volumen de ventas, sobre todo internacio­nales. Ahora hace irrupción estelar en el place to be de las tendencias. Este mes de junio, la semana de la moda de hombre de Milán incluye a la firma Mans dentro de su calendario. Su colección llegará inspirada en la cultura scout, en cuanto a apariencia exterior, sentimient­o de diversidad y hermandad. Se presentará en formato fashion film, combinando una historia con el desfile de modelos. La cosa promete. Auguramos que esta primera vez italiana no será la última.

ESQUIRE: ¿Cómo definirías Mans?

JAIME ÁLVAREZ: Diría que es una firma que busca el equilibrio entre la sastrería, uno de los oficios más antiguos del mundo, y la vanguardia de nuevos cortes y tejidos.

ESQ: ¿Qué significa para ti desfilar en Milán? JA: Pues un shock y un subidón tremendo. Estamos hablando de la cuna de la moda masculina y de la sastrería. Compartir cartel con Ermenegild­o Zegna o Prada, a los que tanto admiro por su trabajo técnico, es un sueño.

ESQ: Equilibrar lo tradiciona­l con la vanguardia ¿es complicado?

JA: La clave reside en hacerlo sin miedo. Respetar el saber hacer de la sastrería, pero llevado al día a día. Antiguamen­te los trajes se utilizaban solo para llevarlos un domingo a misa o para ocasiones especiales. Yo busco vestir en todos los momentos.

ESQ: ¿Te sentiste inspirado por tu abuelo? JA: Aprendí de él muy inconscien­temente. Me fijaba mucho en su estilo porque le preocupaba la imagen. En aquella época y en un pueblo como el mío, en Sevilla, era arriesgado ponerse ciertas prendas, pero él lo hacía y nunca le importó ser juzgado. Llevaba trajes, gemelos y corbata a diario. Su influencia en mis tejidos y mi obsesión por ofrecer prendas bien hechas viene de él. No me importa tanto ser transgreso­r como que cada pieza esté impecablem­ente confeccion­ada y que dure en el tiempo. Tengo chaquetas suyas, muy bien conservada­s, que llevan en el armario cincuenta o sesenta años.

ESQ: Vamos, que él es tu icono de estilo.

JA: Sí. Mi abuelo, James Dean y los patinadore­s de los setenta de California. Allí se originó el movimiento, y actualment­e tengo bastante reconocimi­ento entre los skaters. Me hace muy feliz que les guste mi trabajo porque ellos me inspiran mucho.

ESQ: Tu negocio actual surge de un trabajo de final de carrera.

JA: Surgió sin querer. Jamás pensé que terminaría comerciali­zándolo. Creo que parte del éxito nació de probar cosas sin demasiada presión, de forma casual, con mucha inercia. De hecho, cuando terminé aquel proyecto estuve trabajando un tiempo en una firma en Madrid, pero David Delfín me recomendó presentarm­e a la 080 de Barcelona, y aposté por ello. Todo vino rodado.

ESQ: Sin embargo, contigo se cumplió el tópico de que nadie es profeta en su tierra, ¿no?

JA: En Madrid he empezado a ser reconocido hace un año. Parece que lo de la fuga de cerebros es verdad, que primero tengas que irte fuera para después triunfar aquí. Partiendo de la base de que España no es un país de cultura de moda, donde se piensa que esto es más un hobby que un trabajo. Yo me he identifica­do siempre con Japón o Inglaterra, lugares que entienden la moda como una parte más de la personalid­ad de cada cual. Un japonés puede ir vestido entero de Comme des Garçons o Yamamoto y solo saberlo él. En Mans busco ese valor que cada uno le otorga a su armario.

ESQ: ¿Dónde crees que está la clave de tu éxito?

JA: Es un conjunto de detalles. Por un lado hemos dedicado un gran esfuerzo a la imagen de marca, tenemos una estética muy concreta. Y también en que mis prendas por separado funcionan muy bien. El hombre español era clásico y cerrado, pero gracias a compañías de masas como Inditex han trasladado la moda de París a las tiendas asequibles y eso es genial.

ESQ: Diseñas de manera práctica o eres más elevado. ¿Quieres mandar algún tipo de mensaje?

JA: La verdad es que no soy nada místico, ni desarrollo coleccione­s inspirándo­me en una sola cosa. De hecho, se me da fatal explicarla­s. Detrás de cada creación hay un porqué, pero no un tratado de filosofía. Mans nació de la practicida­d, y la marca continúa esa línea.

ESQ: ¿Cuál es tu perfil de cliente?

JA: Mi abanico de cliente es inmenso, sobre todo porque también hay que pensar en las ventas. La moda también es un negocio.

ESQ: ¿Te preocupa esa parte económica? JA: La verdad es que no me la planteo mucho. Desarrollo lo que yo sí me pondría y lo plasmo para el resto. Cuando un diseño funciona, lo repito encantado varias temporadas. Presto más atención a innovar con tejidos y tintes que a cambiar de patrones constantem­ente.

“Parece que lo de la fuga de cerebros es verdad, que primero tengas que irte fuera para después triunfar aquí”

ESQ: Desarrolla­s prendas formales. ¿No te sumas a la fiebre pandémica del chándal?

JA: Lo máximo que hago de sport es alguna camiseta o un cortavient­os para ir a correr, aunque yo lo he adaptado para irte a cenar [risas]. No me llama nada la atención la estética trapera.

ESQ: ¿Qué opinas de la competenci­a?

JA: No me asusta. Aquí cabemos todos. Además, no conozco ninguna marca española que haga lo mismo que yo.

ESQ: ¿Qué opinas de este boom de hombres que se atreven a ponerse cosas tradiciona­lmente femeninas o a pintarse las uñas, tipo Harry Styles?

JA: Me parece muy bien, pero no creo que hayan inventado nada. Ahí tuvimos a David Bowie o Liberace, que fueron mucho más transgreso­res. Por otro lado, cuando ahora veo chicos de mi pueblo con las uñas pintadas me parece flipante. Creo que avanzamos, y que la imagen de Harry Styles haya calado implica evolución y es muy positivo.

ESQ: Tus prendas perduran en el tiempo.

Es algo que tiene que ver con la sostenibil­idad, ¿no?

JA: Una vez más, no la busqué de manera consciente, pero es verdad que, de alguna manera, la estoy apoyando. Desde que te pones a trabajar con materias primas de primera y tintados con productos respetuoso­s consigues ese efecto. Los más sostenible­s eras nuestros abuelos. Aquello sí que era amortizar la ropa.

ESQ: Siempre creando. ¿No te da miedo quedarte bloqueado?

JA: No porque antes de tener ninguna idea de nada, primero miro tejidos. Y cuando ya elijo las telas, me sale el resto. El punto de partida siempre es el tejido.

ESQ: ¿Qué has aprendido en los últimos cinco años?

JA: He aprendido a tratar con clientes y a tomar decisiones de manera más consciente, pero donde más aprendo es en el taller. Es el antiguo taller de David Delfin.

ESQ:¿Qué sientes cuando vuelves a tu pueblo? JA: Cuando me fui a Madrid, regresaba menos a menudo de visita, pero ahora me encanta ir y pasar tiempo con mi familia. Además, hago mucha producción de camisería en Sevilla. Disfruto del contacto con las costureras, hablo con ellas... es genial. Tengo dentro esa cosa de volverme al pueblo a trabajar.

ESQ: ¿Dónde te gustaría verte en el futuro, dentro de otros cinco años, por ejemplo?

JA: Me encantaría tener punto físico en Japón y vender en sitios de culto como Dover Street Market. Sé que es complicado, aunque no imposible, así que por soñar que no quede.

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