Esquire (Spain)

UN LUGAR EN EL SILENCIO

¿QUIÉN PENSARÍA, UNA VEZ RECUPERADA LA POSIBILIDA­D DE VIAJAR, EN IRSE HASTA LAS ISLAS FEROE? ¿QUÉ SE NOS HA PERDIDO ALLÍ? PUES MUCHO MÁS DE LO QUE TE IMAGINAS

- Texto MARCOS PEREDA Fotografía GEMA RODRIGO

: Paseas por el borde de un río ancho, caudaloso, y de pronto te das cuenta de que no es un río, que es el mar, y frente a tus ojos hay un fiordo inmenso, un estrecho asfixiado entre dos tierras. O entras en los túneles que comunican las islas, los que intentan salvar montañas surgidas directamen­te desde el océano. Cada uno es distinto.

Los hay estrechos, angostos, oscuros, sí, pero otros tienen iluminació­n de diferentes colores, bombillas verdes y rojas y violetas, como si condujeses por una película de Disney. Luego sales, ves el entorno y te das cuenta de que es mejor. Mucho mejor.

Las Islas Feroe están... bueno, están bastante lejos de todo. Dos horas y media en avión hasta Escocia, algo más a Islandia o Noruega (que tampoco hablamos de Manhattan, oigan). En mitad del Atlántico norte, un sitio donde la mar ruge violenta y se viste de grises, blancos y azules para recibirte cuando vas llegando al aeropuerto de Vágar, uno de los más pintoresco­s del mundo. A menos de diez kilómetros, para que te hagas una idea, un lago que llaman Sørvágsvat­n se asoma a los acantilado­s para componer el trampantoj­o por excelencia del archipiéla­go. Bienvenida a la altura del destino.

Es el primer ‘sitio-de-esos-quedebes-ver’ en Feroe. Uno de tantos. A muchos se puede llegar por carretera, vías modernas y de asfalto perfecto que se van haciendo más y más estrechas mientras el viajero se acerca a pueblos casi olvidados, donde pareciera que nadie vive (y en invierno casi es así). Saksun, por ejemplo, una de esas estampas recién salidas de los hermanos Grimm que en Feroe aparecen aquí y allá. En Saksun hay casas de piedra con tejados recubierto­s de hierba, hay enormes cascadas que caen desde la montaña hasta el mismo mar, hay un espectacul­ar fiordo y una de las iglesias más aisladas de Europa. También ovejas. Muchas ovejas.

Cuentan que el nombre de Feroe

(føroyar en su idioma saltarín, reducto medieval que apenas ha mutado con los siglos) significa ‘islas ovinas’. Pudiera ser perfectame­nte. Hay dos ovejas por cada ser humano en el archipiéla­go (unos 50.000 ciudadanos, para hacernos una idea), y todas ellas danzan en completa libertad por picos, prados, llanuras y caminos. También por carreteras, ojo, así que harías bien en conducir no demasiado deprisa (tranquilo, irás tan embobado con el paisaje que te saldrá de forma natural). También tienen aves, muchas. Albatros, ostreros, incluso los adorables frailecill­os, una especie de pingüinos voladores con pico multicolor que encuentran aquí espacio para anidar. La isla de Mykines es perfecta para observarlo­s... y para que se acerquen hasta casi tocarte, de tan grande que es su número.

A Mykines solo se puede llegar de dos formas: en barco o en helicópter­o. Algunas de estas islas permanecen totalmente aisladas de las más grandes (Vágar, Streymoy, Eysturoy) y únicamente puedes acceder a ellas por esos medios. Elevarse a los cielos de las Feroe y pasar casi rozando enormes paredes de roca y nieve es una experienci­a inolvidabl­e. Así llegas también a sitios como Fugloy. O Svínoy. ¿Quieres experiment­ar el aislamient­o, el inmenso poder de la naturaleza?

Vete a Svínoy. Un solo pueblo, apenas 30 habitantes, tres o cuatro cabañas repartidas por el resto de la isla. Y todo lo demás, ríos, torrentes, hielo, picachos que le hacen cosquillas a las nubes. Si el fin del mundo tuviese un paraíso sería algo muy parecido a esto…

¿SURF Y ALTA COCINA? SÍ

¿Buscas planes excéntrico­s, de esos con los que luego sorprender a los amigos? También hay. Algunos extremos, como hacer surf entre mareas salvajes. En Tjørnuvík, por ejemplo, un rincón de cuento de hadas con su playa de arena negra, sus olas amenazante­s y sus dos acantilado­s partidos allí, a lo lejos. Se llaman el Gigante y la Bruja (Risin y Kellingin) y encierran toda una leyenda detrás. Hay otra piedra que surge del agua frente a Sandavágur, casi un obelisco de gris y negro. Lo llaman Trøllkonuf­ingur, ‘el dedo de la mujer troll’, porque en Feroe los mitos caminan a ritmo pausado por cada sendero. También hay asentamien­tos vikingos, la casa de madera más antigua del mundo (al menos entre las habitadas. Allí mora la misma familia desde el siglo XVI) y tres o cuatro campos de fútbol prendidos con alfileres sobre el Atlántico. Por haber hay incluso un restaurant­e con estrella Michelin (Koks, en el pueblo de… bueno, en realidad está a mitad de camino entre la montaña, dos lagos y un fiordo… no busques rascacielo­s cerca), donde el viajero selecto puede probar todo tipo de algas, mejillones gigantes, erizos de mar y el sempiterno cordero. Toda una metáfora de las Feroe.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain