Esquire (Spain)

¡Tiembla, Olivia Rodrigo!

A medio camino entre el grunge y el pop, la jovencísim­a LYD irrumpe en el panorama musical nacional sin pelos en la lengua, cantando a la ansiedad y a la frustració­n que sufre la generación Z

- POR ANA PÉREZ

Que más da, si ya nada me espera y mis mierdas giran 360. Aquí ya no hay nadie que me entienda. El mundo, en general, me la pela”, dice Lydia Carré (Avilés, 2004) en su último single, Radioactiv­a, que forma parte de su primer EP, recién estrenado el 25 de marzo. Cuatro canciones que suenan a Red Hot Chili Peppers, Nirvana o Avril Lavigne, y también a otros artistas de su generación tocados con la varita, como Olivia Rodrigo o Girl In Red.Y no solo en lo musical: también en la rabia, el descaro y la forma de contar las cosas. Incluso se ha permitido el lujo de hacer un guiño a Australian Blonde, con su particular Chup chup (la original tiene ya 30 años, aunque no lo parezca), con la colaboraci­ón del rapero cántabro Manu Cort. Una canción que, sin estar yo ni cerca de esta generación, no he podido parar de escuchar en bucle. Así que siento la necesidad de saber de dónde sale este talento que, vaticino, dará mucho que hablar.

ESQUIRE: ¿Cómo llega a grabar un EP una chavala de 18 años sin haber pasado por OT, La voz, ni ningún reality de talentos?

LYD: [Risas] Siempre he sabido que la música y el baile eran lo mío. Mi padre es músico, tiene una academia de música moderna en Avilés y yo siempre estaba por allí. Hace un par de años llegó a dar clase Jorge Villaboy, el cantante de Morrigans, y me ayudó produciend­o una canción mía. Ese fue el inicio. Él es amigo de Juan Ewan (exguitarri­sta de El Sueño de Morfeo), le habló de mí y Juan decidió ayudarme. Desde entonces se ha convertido en mi padre musical. Me ha presentado a toda la gente que ha podido, ha peleado por mí y si no llega a ser por él, yo no estaría aquí ahora mismo.

ESQ: Llama mucho la atención, al escuchar tus temas, que se detectan referencia­s muy alejadas de tu generación.

LYD: Es que yo con tres años ya escuchaba Queen, Muse o a los Red Hot Chili Peppers, porque era la música que ponían mis padres. Además, me gusta mucho el grunge de Green Day, Blink, Avril Lavigne y también Jaden u Olivia Rodrigo. Es gente superinspi­radora que escucho a diario. Además, gracias a mi educación musical también escucho bossa nova, soul... ¡Hasta Eminem! Me gustan tantas cosas y tan diferentes que espero que eso alguna vez también se vea reflejado en la música que hago. Ahora estoy encontrand­o mi sonido y creo que, al principio, es bueno seguir una línea de cara al artista que quieres ser. Pero después no descarto nada. Me encanta hacer cosas diferentes y probaré mucho, seguro. ESQ: Tienes un par de colaboraci­ones en este EP. Si pudieras pedir con quién hacer la próxima, ¿a quién elegirías?

LYD: A Madison Beer. Es salirme de mi zona de confort, pero es una artista a la que admiro mucho y con la que creo que encajaría.

ESQ: A tú generación se la acusa de pasar de todo. ¿A ti qué te mueve?

LYD: A mí muchas cosas. Para empezar, estoy estudiando Filosofía y cuando no estoy cantando o bailando, estoy leyendo. Creo que la filosofía te da muchas herramient­as para no dejarte llevar por algunas cosas, pensar muchas otras... Una de las cosas más guais que he descubiert­o es la asignatura de Estética, que está muy relacionad­a con la música. En cuanto al pasotismo de mi generación, creo que hay gente que piensa que, como hemos nacido con un móvil en la mano, no nos interesan otras cosas. Sin embargo, somos más abiertos de mente y mucho más curiosos de lo que nos pintan...

ESQ: Tus mensajes son cañeros. ¿Qué quieres transmitir con tu música?

LYD: Mi último tema habla de la ansiedad y la soledad que puedes llegar a sentir rodeado de gente. En general intento enviar un mensaje de amor propio, de disfrutar lo bueno, pero también de aceptar los sentimient­os negativos y de cómo afrontarlo­s.

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