Irvine Welsh
Hace 30 años, Irvine Welsh nos enseñó a elegir la vida a través de Trainspotting. Tres décadas después retorna a los peores váteres de Escocia y sus personajes con El artista de la cuchilla
En los últimos dos años he ido saltando constantemente de un lugar a otro. ´Ya no sé ni dónde vivo, si en Florida, Edimburgo o Londres.
No sé dónde está mi casa. Supongo que es una mezcla de esos tres lugares. Con la excepción de que ni en Londres ni en Edimburgo tienes el clima de Miami.
Puedo escribir en cualquier lugar. Escribo en el autobús, en el metro, en un café, en el sofá de la casa de mi
´No sigo ningún tipo de rutina.
madre mientras ella mira la tele, en el pub de mi pareja... Escribo en todas partes.
De hecho, ella es un poco pija. Yo me siento mucho más cómodo en Leith [distrito
´Mi pareja tiene un pub en la zona pija de Edimburgo.
portuario de Edimburgo]. Mis colegas del barrio me preguntan constantemente cómo es que me dejo caer por el New Town, que es la zona pija de la ciudad. Y la verdad es que, ahora que lo pienso, cada vez me siento más a gusto dejándome caer por la parte alta.
Me gustaría acercarme a ellos desde una perspectiva
´Me gustaría odiar a Renton, Sick Boy, Franco, Spud... y me gustaría amarlos.
más romántica. Pero no, mi relación con ellos es mucho más fría. No mantengo ningún tipo de compromiso, por mucho que sean personajes que aparecen constantemente en mis novelas. O, dicho de otra manera, son los personajes los que tienen que ponerse al servicio del autor y no el autor el que tiene que estar al servicio de los personajes. Tienen que servir al propósito de la narración. Un escritor no puede ser un comisario de la exposición de sus personajes.
empiezas a interesarte por cambiar de perspectiva y adoptar una voz mucho más
´A medida que vas creciendo como escritor y persona
femenina. De repente empiezas a interesarte por qué oyen y viven las mujeres y las hijas de tus amigos más que por tus propios amigos.
Otros me felicitan por el
´Estoy seguro de que mucha gente del barrio piensa que soy un capullo que se puede ir a tomar por saco.
retrato que hago del barrio en mis novelas. Yo amo profundamente Leith. Con todo, no deja de ser un barrio posindustrial, duro y áspero. Un barrio que, desengañémonos, no se parecerá nunca a Montecarlo. Pero sí que es un lugar vibrante en el que pasan muchas cosas. Ahora hay mucha más diversidad cultural que treinta años atrás, cuando escribí Trainspotting. De hecho, también estamos sufriendo el fenómeno de la gentrificación, en parte por culpa de Trainspotting.
Otros son traficantes
´Muchos de mis colegas del fútbol eran de clase trabajadora y décadas después siguen siendo unos currelas.
y hay quienes son profesores, ingenieros y hombres de negocios. Y todos acabamos encontrándonos en el fútbol. Y tengo amigos que cuando eran adolescentes eran verdaderos delincuentes y, con el paso del tiempo, se han convertido en padres de familia respetables. Gente que no ha huido, sino que se ha quedado en su ciudad y ha acabado prosperando. En el otro extremo, también conozco gente que se ha marchado de Edimburgo para refugiarse en Londres o España huyendo de la policía, y allí han acabado cometiendo los mismos errores del pasado.
Cada vez que estoy en Leith me dejo caer por el estadio. Los hibs
´Todavía soy socio del Hibernian [el club de fútbol del barrio de Leith].
son malísimos, pero ir a verlos es una experiencia que va más allá del fútbol. Antes y después del partido te dejas caer por el pub, bebes, comes, ríes con los colegas de toda la vida. Es muy divertido.
Está muy bien para informarse, pero con respecto a
´Twitter es de idiotas. La peña se toma demasiado en serio lo que escribimos allí.
valores y debate no tiene nada de positivo. Yo, sin embargo, tengo que admitir que me lo paso genial diciendo lo primero que se me pasa por la cabeza [puedes seguirle en @IrvineWelsh]. Tiro bombas y me marcho antes de que estalle la polémica. No me preocupo ni por leer las respuestas que tienen mis tuits. Es como el niño que juega al fútbol, rompe una ventana de un pelotazo y se marcha corriendo.
A sonar arcaico y caduco. Con todo, la manera en que evoluciona el mundo permite
´Es inevitable tener miedo a ser un escritor boomer.
que gente como yo se mantenga al día de lo que pasa. Antes tenías que estar todo el día pisando la calle para saber qué era lo que pasaba. Ahora no. Ahora tan solo necesitamos navegar por Instagram para estar al corriente de las nuevas tendencias.