Esquire (Spain)

Arturo Valls

Fiestero, currante, divertido, sin prejuicios, con un Goya, valiente, cotilla, familiar, inconscien­te (eso dice), intruso (dicen algunos) y ahora también productor de cosas serias

- Texto ANA TRASOBARES Fotografía ANA RUIZ Arturo Valls (Valencia, 1975) estrena el 25 de marzo Camera Café, la película. Tiene pendiente de estreno en ATRESplaye­r Premium la serie Dos años y un día y la tercera edición del concurso Mask Singer.

Algunos pensarán: “Qué asco de tío: guapo, simpático, triunfador [risas]”. Es broma. Digo esto porque si no he tenido ningún bache

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profesiona­l en mi vida es porque nunca he tenido prejuicios a la hora de aceptar un proyecto u otro, ni tampoco grandes metas ni ambición. Desde que llegué a Madrid con 20 años para trabajar en Caiga quien caiga no he parado. He hecho cosas mejores y otras peores, pero siempre a muerte. De todo se aprende. Hay compañeros, de CQC sin ir más lejos, que se quedaron descolgado­s de la profesión precisamen­te por ese nivel de exigencia, de no bajar el listón. Lo respeto totalmente, ¿eh?, pero yo prefiero hacer de todo con dignidad y alegría.

El Goya como productor me ha sabido a gloria, pero no se lo creía ni mi mujer. Días antes de la ceremonia, le pregunto si le apetece

´ venir a Valencia conmigo, que estamos nominados por el corto Tótem loba, de Verónica Echegui, que se ha destapado como una cineasta increíble. Como me paso el día contándole a mi mujer mis cosas: “Mira este guion qué guay”, “Estaría genial producir esto”, “Me han ofrecido lo otro”... pues no me hizo mucho caso y fui solo. Y a los cinco minutos de recibir el premio, me llama: “Que te he visto en la tele con un Goya en la mano, ¿qué estás haciendo?, ¿por qué?”. Se disculpó y nos reímos un buen rato.

Mi carrera tampoco me ha llevado tan lejos, siempre intento estar cerca de la familia.

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Ahora disfruto más con las fiestas de día y con las

´Como buen valenciano he sido muy amigo de la fiesta en todas sus modalidade­s.

relacionad­as con los viajes: Formentera, Ibiza, Nueva Orleans... Allí estuve con un amigo en el Mardi Gras, el carnaval. Estuvimos un día entero de marcha. Empezamos a las diez de la mañana con un chupito de ron y acabamos de noche en un local superpinto­resco lleno de guiris y de músicos. ¿Y mi fiesta soñada? No faltaría Chimo Bayo, tampoco Lola Flores, ni el cómico Steve Carell, ni Peter Sellers, para que por fin disfrutara de un buen guateque sin accidentes. ¡Ah!, y Gandhi, por si se nos va de las manos [risas].

Nos ha costado muchos años ponerla en pie, reunir a todo el elenco

´Tengo muchas ganas de que se estrene Camera Café, la película.

original, convertir aquel plano fijo con un solo encuadre en una historia donde pasan cosas interesant­es y divertidas más allá de la máquina del café; donde se ve la oficina, las vidas de los empleados y que nada chirríe con la genial sitcom en la que me estrené como actor.

el primero que se disfrazaba en Nochevieja, siempre dicharache­ro, muy sociable y ahora muy

´Mi padre ha sido mi primer referente,

orgulloso de su hijo. Mi padre entra en un ascensor. Se produce la típica conversaci­ón sobre el tiempo y él responde: “Sí, mucho calor. Mi hijo es Arturo Valls”. El otro día unos chicos me enseñaron en Valencia una foto que se habían hecho con mi padre; y yo, flipando: le habían pedido, por favor, que les hiciera una foto y dijo él: “Sí, claro; soy el padre de Arturo Valls”. Y los chavales: “Pues entonces ponte”. Y se puso [risas].

Me encanta la comedia dramática sobre las miserias del ser humano, esa herencia de los Azcona, los Fernán-Gómez. Por eso me hice

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productor, porque no me ofrecían ese tipo de papeles. Soy un inconscien­te, ¿verdad? Pero es que mola mucho poder producir trabajos más serios y comprometi­dos como Tiempo después (2018), de José Luis Cuerda, o el documental de Fernán-Gómez Viaje a alguna parte (2022), y a la vez apostar por una comedia sin pretension­es como Camera Café, la película, que es puro mainstream, mi ADN. Como soy un culo inquieto, me encanta combinar trabajos autorales con mi faceta de presentado­r y actor.

´Me ha contado Joaquín Sabina que se ha hecho muy amigo de Vargas Llosa. Ojalá pudiera hacerme invisible un ratito para cotillearl­es y

enterarme de qué hablan, si sus reflexione­s y debates son de calado intelectua­l o también hablan de bagatelas y fruslerías [risas].

´Soy bastante cachondo, pero también necesito mis descansos. Conozco algunos cómicos que luego son unos setas, no voy a dar

nombres. Pero también los entiendo, porque a veces uno se cansa de ser el simpático. Por ejemplo, cojo un taxi. Si me reconocen, se les suele poner cara de: “Uy, qué bien me lo voy a pasar”. ¿Qué hago? Preguntarl­es cómo son los famosos que han llevado en otras ocasiones. Durante una época incluso los grababa para echarme una risa después con el famoso de turno. Dejé de hacerlo porque solo decían cosas buenas.

´Joaquín Reyes es el mejor comensal de paellas que tengo. Mientras hago el arroz a leña, con su verborrea no para de imitar voces y

poner acentos. Y cuando sirvo, ya no hay Joaquín Reyes [risas]. Somos buenos amigos, compartimo­s mucho, no solo el absurdo y el humor surrealist­a y local. Y con todos los chanantes. Nos une el Levante.

´Algunos me miran como un intruso, pero me da igual. Son prejuicios absurdos. Mi vocación desde niño ha sido entretener. Y creo que

algo he hecho como periodista, reportero, presentado­r, actor y ahora productor. Dirigir es otra cosa. De momento no me lanzo.

´"Hay compañeros de CQC que se quedaron descolgado­s por no bajar el listón. Lo respeto totalmente, pero yo prefiero hacer de todo con dignidad y alegría”

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