Mujeres precursoras
En el Diario de 2 de marzo de 1917, aparece un pequeño artículo titulado: Con motivo de las Conferencias, firmado por: ‘Una alumna de la Escuela normal’. La anónima firmante expresa sentirse muy impresionada por las conferencias a las que había asistido y emocionada por el contenido de las mismas. Cuando salía del salón de la Facultad, oyó decir a un sujeto: “¿Para qué vendrán aquí las alumnas? ¿Qué entenderán ellas de tales cosas?” Indignada escribe para demostrar en su escrito que: no cayeron los discursos en nuestra inteligencia como agua en una cesta. Expresa, a continuación, que ha llegado a obtener una mediana cultura general gracias a sus estudios y que, las conferencias, han hecho reaccionar a su espíritu y volver con más ahínco a los libros. Además ha sentido, una vez más, la misión del maestro, tan noble como sublime. La autora promete que allá en el pueblecito más apartado donde sea enviada “he de estudiar al niño, he de inculcarle su amor a la cultura, porque amando a ésta, se ama a la patria. Amando a la patria, se ama a Dios que es para lo que hemos nacido…” Dice que con la contribución de todos, el día de mañana, “nuestra noble y leal nación será la más culta del mundo entero”. Culmina afirmando: “Estas son las aspiraciones de…” Me conmueve en primer lugar que la autora no se atreviera a firmar su escrito (sus razones tendría) y también que, pese a los obstáculos, tuviera la fuerza de ánimo que se percibe