Una fatal coincidencia Casi un año en prisión por pescar junto a narcos
del cuartel de la Guardia Civil en Málaga.
De allí pasó al Juzgado de Instrucción número 4 de Marbella, donde se le acusó de un delito contra la salud pública y se dictó su ingreso en prisión, con una petición inicial de cuatro años y medio de cárcel que e fiscal elevó a siete años y medio y 13,5 millones de euros. Relata con los ojos empañados su paso por la cárcel: “Allí la vivencia es dura, es un sitio conflictivo, hay que intentar sobrevivir, procurar no salir mal parado” y “estar allí intentando evitar conflictos con los presos y los funcionarios”. En total, 356 días en los que su mujer y sus hijas eran las que le daban “fuerzas para seguir adelante”.
Su paso por el penal de Alhaurín le ha dejado secuelas psicológicas que todavía intenta superar, ya que tiene diagnosticado un “trastorno adaptativo”, tendrá que recibir tratamiento durante años, toma pastillas para dormir y sueña que se encuentra
verse implicado por error en una operación antidroga La familia pide una indemnización de 218.000 euros y critica la actuación judicial
en prisión. Los efectos a nivel social también se han hecho notar, y la familia ha perdido “muchas amistades” y “familiares que han prejuzgado”, y nadie le contrata para trabajar. Por ello, la familia pide una indemnización de 218.000 euros por daños y perjuicios y critica la actuación de la Justicia. Este largo proceso bajo secreto de sumario, ha supuesto más de siete años de espera para recibir la sentencia, y por el camino, la familia de Tomás ha perdido la vivienda, su coche y ha vivido de la “caridad” y del apoyo familiar, según narró su esposa, Lorena Hernández.
A ello se añaden daños colaterales como ver a su marido como un “zombi”, tomando pastillas, con “un trastorno adaptativo del sofá a la cama”. Además, sus hijas, de 9 y 11 años de edad por aquel entonces, han sufrido acoso escolar por los constantes cambios de municipio.