Uno de cada cinco algecireños justifica el trapicheo con droga
Un estudio sociológico desvela que un 22,3% de los ciudadanos ve “normal” o “bueno” el narcotráfico El 40,4% de los encuestados cree que la inmigración trae más delincuencia
Cualquier joven que haya estudiado fuera del Campo de Gibraltar le podrá narrar la misma historia. Durante los primeros días en la Universidad que sea, siempre hay un momento en el que se le acerca un compañero o una compañera y le dice que se ha enterado que es de Algeciras. Tras responder con un sí, la reacción es común: “¿Me puedes pasar algo?”. A los algecireños, que le pregunten fuera de la comarca por la droga es tan habitual como que a uno de Jaén le pidan una garrafa de aceite. Es una imagen que está normalizada, contra la que a menudo es difícil luchar, por mucho que la mayoría de los protagonistas de este relato mil veces escuchado se indignen y suelten aquello de: “¿Tú que te crees? Todos los campogibraltareños no somos traficantes?”. Si hay una manera de erradicar ese problema hay que encontrarla de puertas para adentro, donde hay vecinos (más de los que uno pueda pensar) que ven como algo normal el trapicheo con drogas e incluso existe un pequeño sector que lo considera algo bueno.
Así lo recoge un estudio sociológico elaborado por Márgenes y Vínculos y desarrollado dentro del programa Un barrio de todos, financiado por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social y cofinanciado por el Fondo de Asilo Migraciones e Integración de la Unión Europea. El informe, denominado El peso de la migración marroquí en la percepción del otro del imaginario colectivo de los habitantes de Algeciras, refleja que la venta de drogas al por menor es una realidad presente en casi todos los barrios sometidos al sondeo y un elemento que viene a distorsionar la convivencia. “Muchos de los vecinos ven cada día cómo en su barrio se trapichea”, se lee en el documento.
Cuando analizaron las encuestas,
los autores del estudio se encontraron con un dato que les sorprendió. Es cierto que el rechazo a esta práctica delictiva es mayoritario entre autóctonos e inmigrantes, un 68,8% de los primeros contesta que la ve mal, al igual que un 60,5% de los segundos. Lo que es más llamativo es que el 18,5% ve como algo normal que un vecino se dedique a vender droga en el caso de los autóctonos y un 14,7%, en el de los inmigrantes.
La investigación de Un barrio de todos consta de una parte cuantitativa y otra cualitativa. Para la primera se realizó una encuesta a 451 habitantes de Algeciras, 260 de ellos nacidos en
la ciudad y 191 de origen extranjero, 146 de ellos magrebíes. La parte cuantitativa fueron 27 entrevistas en profundidad a vecinos e informantes claves con más población migrante.
El estudio considera preocupante que la mayoría de los encuestados autóctonos considera cierto que la inmigración trae más delincuencia. Es lo que opina el 40,4 de los encuestados, mientras que el 38,8% indica que es falso. Un 20,8 por ciento no sabe o no contesta. Por el contrario, los informantes clave entrevistados, incluido un alto mando de la Policía Nacional, afirman que no es cierta la afirmación. Explican que se puede comprobar cómo en los barrios donde ha crecido el rumor, o lo que se llama la inseguridad subjetiva, los datos estadísticos niegan que haya más delitos. Un ejemplo es la zona baja del centro de la ciudad, donde más porcentaje de población inmigrante hay, un 25% de la total, y el número de delitos denunciados es menor que en otros puntos de la ciudad. Estas mismas fuentes añaden que el tráfico de drogas se mantiene en los barrios donde tradicionalmente sucedía y admiten que se ha dado una sustitución entre la población que los dirige o copa los puestos jerárquicos en sus organizaciones. Ahora hay más delincuentes de origen marroquí al frente de ellas.
Este mando policial insiste en aclarar que en La Bajadilla, como en otras barriadas de la ciudad, la mayoría de los habitantes es gente honrada, trabajadora o en paro que desgraciadamente convive con algunas personas dedicadas al narcotráfico. E insiste, como afirman otros informantes claves, que parece que dentro de las organizaciones hay actualmente más marroquíes que españoles entre los jefes: “Dentro del narcotráfico pues parece que los marroquíes están copando jerárquicamente las organizaciones y puede ser que alguna organización haya desplazado a otro tipo de personajes, refiriéndome a etnias o refiriéndome a origen, y estén copando ellos los puestos de más jerarquización dentro de la organización. Sí, sí, eso es extensible a otras barriadas como La Bajadilla o La Piñera. Pero una cosa es por donde entra la droga y otra dónde se le da ya el tratamiento, se guarda y se distribuye y la zona de El Cobre ha sido una zona histórica, luego vino El Saladillo, que es más de afincarse las organizaciones, y El Rinconcillo también es una zona que puede tener percepción de narcotráfico a cualquiera que se dé una vuelta por allí y bueno… La zona, no Algeciras, sino el Campo de Gibraltar, bueno por la situación geográfica pues vamos a tener esa hipoteca de momento. Ojalá eso algún día se termine. Lo mismo se termina con la legalización del hachís, que sería una opción”.
Una integradora social que nació en La Bajadilla reconoce que el problema existe: “Con respecto a la droga es verdad que ha pasado un poco el boom de drogas duras, de heroína, pero el hachís y este tipo de drogas se sigue vendiendo, cada tres o cuatro puertas… Bueno, quizás no tanto, pero el tráfico sigue existiendo”.
Los autores del informe consideran alarmante ese 18,5% de los autóctonos encuestados que ve como algo normal que un vecino se dedique al tráfico de drogas como forma de ganarse la vida. Cierto es que el 68,8% lo ve mal, pero el 18,5% se convierte en 22,3% si se le suma el 3,8% por ciento de los encuestados que lo ven como algo bueno. Entre la población alógena las respuestas son un 60,5% que lo ve mal, un 14,7% que lo ve normal y un 3,7% que piensa que es algo bueno. En el caso de los alógenos el porcentaje de los que han preferido decir que no saben o no contestan es superior al de los autóctonos: un 20,5% frente a un 8,8%.
Un mando policial nota que cada vez hay más extranjeros al frente de las mafias locales
El problema es el chaval que sabes que no trabaja y te aparece con un Audi”, relata un vecino del Saladillo
Las peleas que escucho suelen ser más vinculadas al contrabando que a otra cosa”, afirma una enfermera
El comentario que se realizó a los encuestados es: “el hecho de que un vecino se dedique al tráfico de droga como forma de ganarse la vida lo considero...”. Independientemente de su origen, el 64,6% de los vecinos sentenció que el tráfico de drogas es ilegal y, por lo tanto, la obtención de recursos en el mercado ilegal no es bueno para la vida en comunidad.
“El tráfico de drogas sigue existiendo en muchos barrios de Algeciras, pero según el estudio la mayoría de sus habitantes lo ve de lejos. No significa que no exista, pero no es justo repetir el estigma de quienes ignoran la realidad y reproducen o magnifican el cliché del barrio centrada en el foco del narcotráfico. Porque traficantes de drogas hay en los barrios más exclusivos de Algeciras y sin embargo nadie habla de ellos”, se lee en la investigación, donde destaca una entrevista a una empleada del Servicio Andaluz de Salud en Algeciras, que vive en la colonia San Miguel, zona residencial de la zona norte de la ciudad: “Hombre es que en la zona en la que estamos nosotros una gran parte de la población de inmigrantes se dedica al tráfico de hachís, pero es que una gran población de autóctonos se dedica al tráfico de hachís también. Pero no solo de Pescadores, o del Saladillo”, subraya. “Yo te voy a poner un ejemplo. Tengo a mi hijo en un colegio concertado de Algeciras que es quizás el mejor colegio que hay. Conozco a muchos padres de allí. Bueno, pues hará aproximadamente dos meses, sería este verano, me vinieron unos padres que yo los conozco, que tienen un nivel de vida muy, muy elevado, estamos hablando de un chalet enorme en la colonia San Miguel, coches que yo no me voy a comprar nunca, y entonces vienen, me extrañó verlos allí, que venían a sacarse la demanda de empleo y entonces pues los atiendes. Y cuando los voy a atender y les visualizo, a una persona que tiene unos cincuenta años, la vida laboral, compruebo que ha sido cero vida laboral. Señores de algún lado viene. O sea, unos señores que en la vida han cotizado, que no han estado en alta de vida laboral, que su mujer tampoco, y llevan ese nivel de vida… pues dime de dónde viene. Entonces hay muchísimos, muchísimos de niveles altos. De extranjeros, muchos, muchos”.
Un vecino de El Saladillo describe así la imagen de los nuevos traficantes: “Que además, tú cuando ves a esos chavales con diecinueve o veinte años, que tú sabes que no están trabajando, y los ves, tú ya sabes, y te aparecen con un Audi, pues la primera pregunta que se hace todo el mundo: ¿Cómo ha conseguido ese coche? Ése es el problema, son muy jóvenes y lo que está ocasionando el marroquí es que esos jóvenes, con el dinero que mueven y con el coche, pues les abren los ojos a las niñas y después tienen un problema”.
Un dirigente vecinal del Saladillo habla así de la nueva situación en el mundo de la droga en este barrio: “No se llevan bien, pero ahora mismo por ejemplo los marroquíes diremos controlan más las calles que los gitanos. De hecho hay gitanos que trabajan para marroquíes. Cosas que antes hacían los gitanos, las están haciendo ahora los marroquíes”.
Una enfermera que trabaja en el centro de salud de este barrio, asegura que las disputas no son por conflictos raciales: “Normalmente las peleas que yo escucho suelen ser más vinculadas a que tanto las familias de unos como de otros están vinculadas con el contrabando, con el tráfico de drogas, entonces son disputas más por negocio que por otra cosa. Eso es lo que yo escucho más, esa rivalidad que hay es porque entran nuevas bandas o no sé cómo se llama eso, grupos de personas que manipulan ya el tema de la droga, el negocio y le han quitado un poquito a los otros y por eso ya a lo mejor es por lo que surgen los problemas”.