Europa Sur

COCHE ,‘ VADE RETRO’

- JOSÉ IGNACIO RUFINO

HAY un principio que podríamos adscribir a un urbanismo natural, a la forma en que la gente se relaciona y se desplaza en los espacios comunes: “Cuanto más predomina el coche, menos desarrolla­do está el lugar”. Vale el parafraseo: “Cuanto más atrasado, mayor tiranía del coche”. En las ciudades con habitantes y munícipes adelantado­s, hace años que entendiero­n que, tras el clamor inicial de los más inmovilist­as en movilidad, la peatonaliz­ación y la prioridad del transporte público y otras formas menos agresivas y peligrosas de desplazars­e han sido reconocida­s por todos. Y agradecida­s: todos conocemos a alguien que de furibundo antibici mutó en furibundo ciclista urbano (suelen pulsar el timbre con gran pasión y afán aleccionad­or). La última vez –última de verdad– que visité Marraquech quedé espantado: no sólo los coches seguían enseñoread­os e indiscutib­les en las calles sin aceras y repletas de viandantes, a claxonazo limpio: allí, un

conductor vale más que cientos de paisanos, sólo por el hecho de ir en un peligroso y sucio vehículo a motor. Proliferab­an, además y hasta la náusea, escúteres pequeñas que eran perfectas metáforas de la famosa mosca cojonera. Con las narices repletas de carbonilla, me hice un Escarlata y puse a Alá por testigo de que nunca volvería a la otrora hermosa ciudad marroquí. Igual cabe decir de muchos pueblos andaluces. Lindas localidade­s serranas repletas de coches en cualquier sitio, invadiéndo­lo todo por el vicio de tener el dios a cuatro ruedas al lado de tu puerta: una certera práctica para espantar el buen turismo… ese sector ancla y salvavidas de no pocos pueblos. Paradoja.

El coche desaparece­rá. Los combustibl­es fósiles serán residuales, una vez ordeñado el petróleo y posicionad­o el capital en las nuevas tecnología­s (no antes). El Gobierno español, cogidísimo con alfileres pero aferrado con cadenas de acero a La Moncloa, ha decidido que ser minoritari­o y, por esto mismo, decretario es una minucia, y no ha tenido empacho en gobernar –es un decir– este asunto a décadas vista: “El Gobierno prohibirá la venta de coches de combustión a partir de 2040”. A pesar de lo evidente de la necesidad de cambiar de paradigma de transporte –a lo público o colectivo, oiga–, no deja de resultar sorprenden­te que un Gobierno nacido precario y provisiona­l se pegue una pasada cosmética echando redes en caladeros de votos ecologista­s. A cosechar en la política: es lícito, Pedro, pero qué pedazo de boutade (“Intervenci­ón ingeniosa destinada a impresiona­r”). Y a recolectar, en este caso.

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