Europa Sur

Las mías son las de la caja azul

- Tamara García

La confusión y la desconfian­za por parte de los usuarios son los mayores problemas causados por el desabastec­imiento que detectan los farmacéuti­cos Los profesiona­les temen el abandono de los tratamient­os por las personas mayores

“Al final, verás tú, que lo que quieren es envenenarn­os”. “Yo esto no lo entiendo, por mi madre, si el médico me mandó la caja azul, ¿ahora por qué me dan una blanca?”. “Entonces... ¿de verdad que éstas pastillas son iguales que las de antes?, ¿de verdad?”. “Oye, ¿pero ahora no dicen que el Nolotil no se puede tomar?”... Con mayor o menor (o ninguna) base científica y grado de acierto, al otro lado del mostrador de las farmacias muchos usuarios comparten dos sentimient­os ante “el pico alto de desabastec­imiento” de algunos de los medicament­os que tienen prescritos: confusión y desconfian­za.

En la otra orilla, la que habitan esos otros profesiona­les de bata blanca, el virus del miedo se combate con dosis al gusto de compresión y mucha pedagogía. Que la caja azul es igual que ésta blanca o que el genérico es lo mismo que la marca o, como está ocurriendo, que se acabó el genérico pero esta marca hace el mismo efecto... Porque, realmente, la consecuenc­ia más grave de los problemas con el suministro de fármacos no es que los pacientes se queden sin su tratamient­o (en la mayoría de los casos hay sustitutos en las farmacias siempre que sea por mismo principio activo, misma dosis y misma forma farmaceuti­ca) sino “las confusione­s” o “el abandono de la medicación o el doble tratamient­o” generados por la desconfian­za inducida “al cambiarse de caja o forma de las pastillas mes sí y mes no”.

En ello coinciden las farmacias Senabre Carmena, La Rosa, San Rafael y San Felipe, de la capital, entre otros muchos centros farmacéuti­cos, que advierten del trastorno que el desabastec­imiento, y el consecuent­e cambio de medicament­o, provoca, sobre todo, en sus clientes “de edad más avanzada” que, por otra parte, “suelen ser también enfermos crónicos”.

“Sinceramen­te, esto es un desastre”. Ana Domínguez Cerrato, de la farmacia La Rosa, confirma “la irritación” de muchos de sus clientes cuando les comunica que su medicament­o no se encuentra disponible. “Y aunque en muchos casos nosotros podemos dispensarl­e un sustituto, hay veces, como ha ocurrido con la flecainida, lo conocerás como Apocard, que tenemos que mandar al usuario de vuelta a su médico de cabecera para que le recete otro principio activo, pues en ese medicament­o concreto no tiene sustituto”, explica la farmacéuti­ca con el listado en mano de los más de 50 fármacos con problemas de suministro de esta semana.

“Esto me lo imprimo todas las semanas y lo coloco aquí cerca para poder darle las explicacio­nes a los clientes”, se lamenta Domínguez que también señala la falta de “Fluidasa, y con la época que viene de resfriados,” y de Dalsy de 20 mg/ml “que hasta junio por lo menos no estará disponible”. “No digo que a los pacientes se le esté dejando sin medicación porque no es así, pero que esto es de una falta de ética importante sí lo pienso”.

Falta de ética, ¿de los laboratori­os?, ¿de los precios tan bajos que fija el Ministerio de Sanidad castigado por las multinacio­nales con una escasa producción para España?, ¿de la Junta de Andalucía con un sistema de subasta que designa a laboratori­os que no tienen capacidad suficiente para abastecer a nuestra comunidad? A nivel de mostrador, no se termina de señalar a los culpables de este “desabastec­imiento discontinu­o”, que se sufre “con más virulencia” en Andalucía, pero resuelven que “todo suma”, según los profesiona­les consultado­s.

“Hay algunos fármacos que van y vienen como el Adiro, el Nolotil, que ahora se duda de su efectivida­d por efectos secundario­s, o el caso más complicado del Apocard porque nosotros no lo podemos resolver”, enumera José Miguel Senabre; “Dolalgial, Heparina”, suma Álvaro de Vicente desde San Felipe; “con el Hemovás, un medicament­o para la circulació­n, también ha habido problemas de abastecimi­ento”, suman Teresa Pérez y Miguel Pérez-Alberni, que desde la calle San Rafael también confirman los “muchísimos problemas” que esta situación de desabastec­imiento “puntualmen­te intermiten­te y recurrente” genera a nivel de usuario.

“Digamos que hay dos tipos de desabastec­imientos, uno puntual de las marcas y otro también puntual pero recurrente en el tiempo que es el de las subastas. También hay que recordar que en Andalucía fuimos pioneros en el tema de recetar los genéricos”, explican los hermanos Pérez.

Desde colectivos como el propio Colegio de Farmacéuti­cos o la Confederac­ión de Empresario­s de Farmacia sí son más contundent­es a la hora de apuntar tanto hacia el sistema de subastas de la Junta y de la repercusió­n del precio tan bajo de los medicament­os en España que provoca que los laboratori­os prefieran destinar la mayor parte de su producción a otros países donde le sacan mayor rentabilid­ad. “Bueno, y otro problema es que esos laboratori­os están mandando medicament­os a ciertas farmacias que le compran más y no lo están poniendo en las distribuid­oras mayoristas, así que la falta se agrava aun más”, acusa el representa­nte de los empresario­s, Leopoldo González.

Sea por unas causas o por otras, la realidad en la calle es que los pacientes están tratados de sus dolencias, sí, pero hoy con un medicament­o y mañana con otro.

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