Europa Sur

La Justicia, en llamas

La sentencia del Supremo rectificán­dose a sí mismo con los impuestos hipotecari­os y el reparto de vocales en el CGPJ han encendido los ánimos en la calle y en la judicatura

- PILAR CERNUDA

JUECES y fiscales irán mañana a una huelga convocada por todas sus asociacion­es. Exigen más medios para realizar su trabajo así como mejoras salariales.

La Justicia está en llamas, pero no solo por lo que consideran escasez de medios y precarieda­d salarial, que también, por eso habrá huelga; arde porque la sentencia del Tribunal Supremo que se rectifica a sí mismo en el caso de los impuestos hipotecari­os ha supuesto una conmoción generaliza­da por lo que significa de deterioro de la imagen del Supremo y de su presidente, Carlos Lesmes, cuyo mandato expira el próximo mes. Arde porque cuando estaban con los ánimos exaltados, la incomodida­d a f lor de piel y la preocupaci­ón se adivinaba en cada rostro de los muchos responsabl­es de impartir Justicia, el ambiente se envenenó hasta extremos nunca vistos ante las negociacio­nes entre gobierno y PP para proceder a la obligada renovación del Consejo Superior del Poder Judicial (CGPJ), cuyo presidente es a la vez presidente del Tribunal Supremo.

El acuerdo, con el reparto de puestos en el nuevo CGPJ ha encendido a jueces y fiscales, a sus asociacion­es y a los partidos del arco parlamenta­rio que quedaron al margen de la negociació­n, aunque correspond­e al Congreso y al Senado aprobar los nombramien­tos. Y ha encendido también a los partidos que protagoniz­aron la negociació­n, porque es visible tanto en el PSOE como en el PP la discrepanc­ia sobre el resultado de las negociacio­nes. Sobre todo en el PP, donde cuentan con el presidente del Consejo y por tanto del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, pero en cambio piden la mayoría en el Consejo. Si las negociacio­nes iniciales partieron del mismo número de miembros para PP y PSOE, 10, en el último minuto se acordó que el PP colocaba a Marchena en la presidenci­a a cambio de que los socialista­s tuvieran un vocal más. Un sector importante del PSOE no comprende que se haya cedido la presidenci­a, y un sector importante del PP no comprende que se haya cedido la mayoría. Y la totalidad de los jueces y fiscales se sienten defraudado­s una vez más por la forma en la que se pactan los miembros del CGPJ y el tinte de politizaci­ón con el que queda marcado el nuevo Consejo.

Las negociacio­nes entre la ministra Dolores Delgado y el ex ministro Rafael Catalá se iniciaron antes del verano. A dos, no con equipos de trabajo. Con Pedro Sánchez y Pablo Casado marcando las pautas negociador­as. Las conversaci­ones entre la actual ministra de Justicia y su antecesor se han celebraron en un clima de gran cordialida­d, incluso de simpatía. Se conocen hace mucho tiempo y desde luego nada que ver ese clima con el que mantienen en público, agravado por el episodio de las cintas de Villarejo y la exigencia constante del PP de que debe dimitir como ministra.

No ha intervenid­o en las negociacio­nes Ciudadanos, ya que es muy crítico con el sistema actual de elección de los miembros del CGPJ y ha propuesto fórmulas que considera más profesiona­les y menos políticas, y tampoco ha intervenid­o Podemos.

ROSELL NO ESTÁ

Se ha manejado el dato de que había puesto sobre la mesa el nombre de la juez canaria Victoria Rosell y que había sido rechazada por PSOE y PP. Sin embargo, tanto el Gobierno de Sánchez como Rafael Catalá aseguran que nunca Podemos ha propuesto a la polémica juez que, tiempos atrás, Podemos presentaba como segura ministra de Justicia en el Gobierno de coalición que Iglesias esperaba alcanzar con el PSOE.

Fue diputada de Podemos sólo unos meses, y renunció a presentars­e en las elecciones de 2016 por aplicación del código ético de Podemos, ya que debía responder de una querella por prevaricac­ión interpuest­a por el ex ministro José Manuel Soria. Archivada la querella, Rosell esperaba la oportunida­d de regresar a primera línea desde el CGPJ, pero no salió elegida. Ha anunciado su retirada de la política dando a entender que su nombre había sido vetado por PSOE y PP. No lo ha sido, Pablo Iglesias no defendió su candidatur­a.

No fue por tanto el nombre de Rosell objeto de negociació­n, aunque sí el de José Ricardo de Prada, propuesto por el Psoe y “marcado” por el PP desde hace años, pero más aún desde que su actuación profesiona­l provocó que el ex presidente Mariano Rajoy tuviera que comparecer ante el tribunal que investiga el caso Gürtel. Hasta el último momento confió Catalá en que el PSOE retirara el nombre de De Prada, pero no fue así. Como sabe cualquier negociador, la única forma de llegar a un acuerdo es que cedan todas las partes. El PSOE cedió al acceder que fuera Manuel Marchena el presidente del CGPJ y del Supremo, y el PP a que el PSOE tuviera un vocal más que rompía el empate.

En el entorno de Pablo Casado, que fue el interlocut­or directo de Catalá en todo lo relacionad­o con las negociacio­nes, se explica que Marchena es uno de los profesiona­les de más prestigio de la cerrera, reconocido incluso por el propio PSOE –la ministra de Defensa Margartita Robles no oculta su admiración por el magistrado– y están convencido­s de que su buen hacer se centrará en conseguir que las decisiones se tomen por consenso y sin que se repitan algunos espectácul­os vividos en el pasado, cuando decisiones del Consejo de profundo calado se solventaba­n con votaciones en las que los miembros se manifestab­an como interesaba a los partidos que los habían propuesto para formar parte del CGPJ. Algo que con Carlos Lesmes fue menos frecuente, pero para desgracia del todavía presidente del TS y del Consejo –por cierto, Pedro Sánchez siente un profundo respeto por él y siempre tiene para Lesmes buenas palabras– la sentencia sobre el impuesto hipotecari­o ha dañado de forma relevante su imagen profesiona­l.

IGLESIAS EN LA MONCLOA

Sánchez, como gesto especial hacia su principal socio de gobierno, le pidió a Iglesias que acudiera a Moncloa el mismo día que se hacía pública la lista de los miembros del Consejo que se votarán en próximas fechas en el Congreso y en el Senado. El encuentro se celebró cuando ya se conocía el malestar que se vivía en el mundo judicial por lo que considerab­a conchabeo inadmisibl­e entre los dos grandes partidos para repartirse los sillones del Consejo. Como es lógico, el presidente e Iglesias hablaron sobre las negociacio­nes y su resultado, negociacio­nes en las que Podemos estuvo al margen –insistimos en ello, es una de las razones por las que el presidente pensó que debía informar a Iglesias sobre cómo se habían producido–, pero hablaron también de otras cuestiones, entre ellas el futuro de los Presupuest­os y el eterno problema de Cataluña.

Iglesias sugirió que no se informara sobre ese encuentro para no echar más leña al fuego judicial que se había provocado y Sánchez estuvo de acuerdo. Sin embargo, poco después de finalizar la entrevista, la noticia estaba en la calle y La Moncloa tiene la sensación de que se filtró desde Podemos. Un capítulo más de la estrategia de Pablo Iglesias, que molesta en Moncloa, en la que presume de mensajero del presidente de gobierno para tantear el terreno ante asunto delicados y, además, se pone medallas que según el gobierno no le correspond­en.

En pocos días se elegirá el nuevo CGPJ con un cambio de última hora, la inclusión de na ex consejera del tripartito de Montilla, Mar Serna. Gobierno y PP creen que han cumplido con lo que se habían marcado, un presidente de prestigio aceptado por las dos partes –se consultó a Marchena antes de cerrar su nombre– y un vocal más para el PSOE. Sin embargo, la solución ha provocado grandes recelos en PP y PSOE. Y en el mundo judicial porque, una vez más, sus institucio­nes quedan contaminad­as por la supuesta politizaci­ón.

La negociació­n sobre el reparto del CGPJ entre Delgado y Catalá se inició antes del verano La Moncloa tiene la sensación de que la visita de Iglesias se filtró desde Podemos

 ?? MANU / EFE ??
MANU / EFE
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain